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Les agradezco infinitamente por leer Espresso. En verdad leo TODOS los comentarios  e incluso ya tengo identificadas a las personitas que siempre votan o comentan. Creo que las palabras no son suficientes para expresas la felicidad inmensa que me llena cuando leo que Espresso les alegra aunque sea un poquito su vida. Por ahí leí que algunos pusieron que estaban enamorados de este fanfic y ¿qué creen? ¡Yo también! JAJAJAJAAJ estoy enamorada del Wolfstar que lo veo en cualquier cosa, en la música, en las películas, hasta en mis sueños jajajaja. Por otro lado, creo que me tomaré un descanso de algunos días para publicar el próximo capítulo. Me gustaría poder escribirlos algo de mejor calida', así que me refrescaré un poco y a seguir dándole. Les pido paciencia. Sin más que decir, ¡a leer!


Los días transcurren tranquilos y sin problemas. Después de clases, Sirius pasa por Remus a su escuela cuando quedan de verse. Comen en algún restaurante, dan paseos por el centro o entran al cine. En raras ocasiones van a casa de Remus, y muy pocas veces a la de Sirius. Han logrado mantener una conversación por chat bastante decente, y aunque Remus es pésimo para mensajear, lo intenta lo mejor que puede. Al principio es difícil para Sirius, puesto que su deseo por ver a Remus todos los días no podía ser apaciguado con absolutamente nada. Sin embargo, parece que no verse por unos días está teniendo un efecto en Remus bastante prometedor. Los lunes, que son los días fijos para ellos, Remus suele estar parlanchín. Sonríe más abiertamente y sus ojos tienen un brillo de emoción demasiado inusual. Los demás días que se ven vuelve a ser el mismo Remus de siempre. Tal vez Sirius no es el único con síndrome de abstinencia. Le gustaría poder averiguar qué pasaría si los días para verse se redujeran. Mas está cien por ciento seguro que el primero en volverse loco sería él y no Remus.

Un jueves en el que Sirius y Remus están paseando por una plaza comercial de la ciudad, James le llama a su amigo y le dice que irá a cenar con Peter y que si quieren acompañarlos. Sirius logra convencer a Remus que un par de horas sin estudiar no le afectará en nada y, como Remus difícilmente le puede negar algo a Sirius, acepta. Llegan al pequeño restaurante y se sientan en la pequeña mesa en la que están los otros dos chicos. No tarda mucho para que las risas y la plática se hagan presentes.

— Milagro y no estás hablando de tu nuevo hámster, Pete. — El mencionado mira a James con un poco de vergüenza y baja la mirada a su sándwich a medio comer.

— ¿Tienes un hámster? — Sirius observa como Remus usa ese tono y esa mirada de amabilidad cuando alguien parece estar en una situación bochornosa. Es algo que Remus hace inconscientemente. Y es una de las muchas cosas que Sirius no puede evitar admirar de él.

— Sí. Mi animal favorito son los ratones, pero mi mamá los aborrece. Así que me deja tener un hámster en su lugar.

— Lo cual es sorprendente, ya que tu mamá odia cualquier cosa que tenga patas y no sea humano. — Sirius y James se ríen del comentario de este primero, Peter los imita.

— Mi animal favorito son los lobos. — Comenta Remus. — Creo que son animales muy hermosos y amables.

— ¿Queeeé? — Salta Sirius de inmediato. — Estás loco, Lupin. Es obvio que los perros son los mejores. Todo el mundo los ama.

— Que todo el mundo los ame no significa que sean mejores.

— Remus tiene razón. — James tiene una mirada seria. Se sube las gafas antes de hablar. — El mejor animal es el ciervo. — Remus y Peter miran a James no muy convencido de lo que ha dicho. Sirius le da un zape mientras se ríe con ganas.

— ¿Qué te fumaste, Jimmy?

— ¡Es la verdad! Los ciervos son enormes y su cornamenta puede frenar a animales salvajes. ¡Incluso pueden matar con ella! Pero son animales tan nobles que lo hacen por accidente. — Sirius incrementa el volumen de su risa, aunque alcanza a ver como Remus mira a su amigo con ternura. A pesar de que sigue riendo, una pizca de celos punza dentro de él.

— Lo que digas, Jimmy.



Gracias a la recomendación de su antiguo entrenador, James y Sirius logran entrar el equipo de Rugby de su nuevo colegio. Los entrenamientos son más intensos que cuando iban en la escuela secundaria y, por ende, su duración es más larga.

Sirius ya no ve a Remus saliendo de clase y tiene que esperar dos interminables horas para poder ver al chico. Por si fuera poco, James y Peter han decidido utilizar el poco tiempo que Remus le ha otorgado a Sirius para salir los cuatro juntos. Sirius no se queja de salir con sus amigos. Simplemente le gustaría estar con Remus. A solas. LOS DOS. Ya tiene suficiente con tener que desahogar toda esa frustración sexual masturbándose en la noche, como para tener que aguantarse las ganas de tener un poco de privacidad con el chico que le gusta. Aunque no todo aparenta estar perdido. Remus parece estar creando una sólida amistad con James y Peter. Incluso, ha sido el mismísimo James quien lo ha añadido al grupo en el que están Peter y Sirius. Han salido a varios lugares juntos y el resultado ha sido muy alentador. Sirius no tenía planeado que eso sucediera, un resultado muy satisfactorio puesto que añade más interés a la propuesta de que Remus estudie en la misma escuela que ellos.

Por el momento Sirius no ha hostigado a Remus sobre si ya le tiene una respuesta a la incógnita de aceptar su plan maestro o no. El chico no muestra indicios de aceptar o rechazarlo; es más, parece estar tan ocupado en mantener cierto balance tanto en su vida privada como en la académica que no se ha dado el tiempo de pensarlo un poco. Acostumbrado a insistir e insistir hasta conseguir lo que quiere, Sirius encuentra un poco difícil resistirse a invadir a Remus con preguntas respecto al tema. Sin embargo, cree firmemente que Lupin terminará aceptando ir al mismo colegio y POR FIN a ser algo más que solo amigos. No sabe por qué, pero tiene fe. 


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