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—¿Qué voy a hacer, James? — Sirius observa el techo de su habitación con la mirada perdida y las esperanzas muertas.

—Yo te pregunté eso hace unas semanas y dijiste, cito, "cuando acaben las vacaciones ya será mi novio" — Sirius gruñe y coge una de sus almohadas para taparse el rostro lleno de vergüenza. No puede creer que esas palabras tan vacías hayan salido de su boca; y mucho menos puede creer la ironía de la situación. Novio, sí, claro. Como si Sirius no hubiera querido solo una cogida y ya. — Siempre pueden verse después de la escuela.

—No es lo mismo — Se queja Sirius con la almohada ahogándole la voz.

—¿Qué? —

—Que no es lo mismo. — Repite, dejando su rostro libre por fin, encontrándose con la amable mirada de su amigo. — Tendría que estar 8 horas sin verlo, y eso sin saber si va a meterse a alguna actividad extracurricular. No es justo que Evans sí pueda estar con él y yo no. — Sirius hace berrinche. Ganas no le faltan de ponerse a patalear. Está muy acostumbrado a tener siempre todo lo que quiere, y es realmente frustrante para él que se enfrente ante Remus y su especialidad de oponerse a su voluntad. Le molesta demasiado ser el único que se siente así, tan desesperado y sin poder encontrar una salida.

—Pues no te queda de otra, hermano. Ni modo que Remus entre en el período de Invierno. — Sirius aún no entiende la capacidad que tiene su amigo para dar tan buenas ideas en los momentos más inoportunos. Se incorpora de golpe, con una sonrisa enorme en el rostro, y lleno de júbilo dice:

—¡Eres un genio, Jimmy! — James lo mira sin comprender.

—Sirius, Remus ni de broma podría pagar la colegiatura de nuestra escuela. — El mencionado roda los ojos, el éxtasis lo vuelve petulante.

—Mueve esa ardilla, Potter. OBVIAMENTE yo le pagaré la colegiatura. Además, Remus es un ñoño de primera y estoy seguro podrá conseguir una beca completa. — James acentúa su gesto de incomprensión. El plan de Sirius va creándose en su mente a velocidad luz, va tan rápido que parece como si ya se estuviera poniendo en marcha. Lo único que James puede ver es el rostro de loco que su amigo está poniendo, lo cual empieza a preocuparlo.

—Hermano, dudo muchísimo que Remus acepte hagas eso. Lo del celular fue porque no tuvo de otra.

—Lo inscribiré aunque no quiera.

—No puedes hacer eso, Sirius. Por Dios. Además, no creo que tu padre acceda a pagar la colegiatura de un completo extra. Y mucho menos que tu fidelidad casi le cuesta su última asociación. — Sirius no oye de razones, tiene una solución para cada una de las excusas que pone James.

—Yo pagaré la escuela. Tengo el dinero suficiente para hacerlo. Remus aceptará y conseguirá una beca. Fin.

—¿No sería más fácil que tú te inscribieras en la escuela de él? — Sirius parpadea varias veces ante esa opción. Regresa a su realidad por un momento y mira muy directamente a James.

—No quiero estar sin ti. Y ambos sabemos lo mucho que le ha costado a Peter mantener su beca. — James parece no tener argumentos ante esa lógica. Suspira derrotado.

—Solo no hagas nada sin el consentimiento de Remus. Lo más sensato sería hablarlo también con su mamá.

—¿Cuándo he hecho algo sensato? — A pesar de la broma, James tiene razón. Aún hay puntos que aclarar respecto al "plan", en los cuales no solo el se ve comprometido. Es verdad que Sirius cuenta con una cantidad propia bastante generosa en el banco. Sin embargo, no está seguro de que sea suficiente para pagar el año y medio que estaría Remus estudiando en la nueva escuela. Si este llegase a conseguir una beca, Sirius solo tendría que costear la inscripción de cada periodo, los uniformes y algunos materiales, lo cual no supone un problema para él. No tiene dudas de que Remus cuente con la capacidad de adquirir una beca completa, Peter ha conseguido el treinta por ciento, y es Peter. No es como que se pongan a platicar sobre sus calificaciones, pero Remus tiene toda la esencia de un chico de notas excelentes; su léxico y agilidad mental son prueba suficiente para Sirius.



Acostumbrado a ser impaciente e impulsivo, Sirius se las ve duras para poder aguantarse las ganas de salir corriendo y contarle a Remus sobre su maravilloso plan. Así que, a punto de explotar, sale corriendo a donde Remus en cuanto su descanso empieza. Llega al Starbucks jadeante y eufórico. Mira a Remus con una intensidad tan fuerte que este no puede evitar poner una expresión de sorpresa.

—¿Pasa algo, Sirius? — Pregunta Remus con genuino asombro.

—Iremos a la misma escuela el próximo periodo. — Sirius habla muy rápido, a penas y se le entiende. Remus tiene que hacer un gran esfuerzo para entender lo que Sirius ha dicho. Es hasta unos segundos después que capta la idea. Sus ojos se abren, como Sirius jamás lo ha visto antes, al igual que su boca, mientras que sus cejas se curvan hasta ser completamente cubiertas por el pajizo flequillo que cae sobre su frente.

—¿Qué? 

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