-Elizabeth, bastante bien que se te da ignorarme las llamadas luego de siete años. Además, ¿no es loco que tenga que exponerme ante el FBI por ti?
Tras la finalización del instituto ella escapó lejos de él con una sola finalidad; alejarse de su burb...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"No eres la única que tiene problemas.
Ambos los tenemos.
¿Y ellos? Tendrán que sobrevivir a los nuestros"
•• <<────≪•◦۞◦•≫────>> ••
📍 Philadelphia , PA
El silencio predominó todo el domingo, en especial de parte de la niña que nadie más que Max la había escuchado hablar. Esa noche estaban solo ellos cuatro cenando—Max, Amelie, Jughead y Betty—, dado que Cheryl se había ido sin decir su destino y Lisa "se había ido de compras". Jughead sabía que eso no era así y que se encontraba en una de tantas fiestas clandestinas pero lo único que hizo fue enviar a gente de confianza para que la cuidara.
La cocina solamente se escuchaban los cubiertos sonar contra los platos hasta que una de las mucamas entra—Disculpe señor Jones, pero su teléfono está sonando en su oficina.
Él miró su celular sin notificaicones—Déjalo sonar. Es hora de la cena—La rubia levantó su mirada para verlo a él comer.
—Pero señor, es la tercera vez que suena.
—Desenchufa la línea telefónica—la mucama algo sorprendida solo dio un paso hacia atrás, dispuesto a hacer lo que su jefe había dicho.
—Debe ser importante—habló la rubia y Jughead la miró.
—Si fuera importante no llamarían al teléfono.
—Tal vez es otro hijo—soltó la niña con tono irónico, ganándose la mirada de todos.
—¿Tienes otros hijos?—Max miró a Jughead.
—No—aclaró mirando a Max.
—No es algo que pudieras saber, tampoco—murmuró la rubia.
—Tranquila, Elizabeth. De todas las mujeres con las que me he acostado, solo tú me has mentido.—esta levantó su mirada incrédula.
—¿Por qué te acostaste con mi mamá?—preguntó Max y frunció sus ojos—¿No duermen separados?
—Si—soltaron ambos adultos al unísono.
—Bueno—Max miró a ambos adultos los cuales se daban miradas con reencor.—Am, ¿estás bien?—preguntó Max e hizo que ambos adultos miren a la niña con sus ojos llorosos.
—Am, cariño—murmuró Betty levantándose pero la niña negó.
—No. Solo déjenme—esta se limpió las lágrimas y el corazón de Jughead se ablandó, sin embargo todos se asustaron al escuchar un ruido. Se levantó y miró a todos.
