-Elizabeth, bastante bien que se te da ignorarme las llamadas luego de siete años. Además, ¿no es loco que tenga que exponerme ante el FBI por ti?
Tras la finalización del instituto ella escapó lejos de él con una sola finalidad; alejarse de su burb...
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| "No eres la única que tiene problemas.
Ambos los tenemos.
¿Y ellos? Tendrán que sobrevivir a los nuestros"
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📍 Philadelphia , PA
Era viernes y Jughead había llevado a los niños al instituto mientras la rubia se quedaba dado que quería acomodar unas cosas. El celular de Jughead sonó fuertemente en su estudio, la primera lo dejó pasar, la segunda le pareció curioso y la tercera estaba de camino. Hacía un rato se había ido así que entró rápidamente mientras otro mensaje caía. El nombre de "Carla" alumbró la pantalla.
"La llamada de ayer fue estúpida"
"Te necesito"
"Ven a mi apartamento cuando puedas"
"Te necesitamos. Ambas"
Un nudo en el estómago se hizo en el pecho de la rubia pero tuvo el impulso de borrar los mensajes y lo hizo. "Ambas" ¿Quienes eran ambas? Le pasaron dos cosas por la cabeza y ninguna le gustó: ¿Será de su relación abierta? o ¿Tuvieron una hija juntos? Sabía que en los papeles de divorcio no marcaba a una niña en el matrimonio, pero también sabía que Jughead no siempre soltaba todo legalmente; los niños aún no eran de él legalmente. Dejó el teléfono donde estaba pero lo volvió a tomar para buscar el número de Fangs y anotarlo en un pedazo de hoja que guardó en su bolsillo.
Quedó en la cocina unos minutos cuando escuchó a Jughead llegar, el cual entró y supo que esta estaba en la cocina.—Esto de que Amelie tenga un chico tras no me gusta nada—negó sirviéndose agua.—¿Acaso los padres no les enseñan a no acosar?
—Jughead... tienen seis años—murmuró.
—Si bueno pero—se giró para mirarla—¿Estás bien?
—Si—asintió y tomó aire.
—Okay, eso significa que algo pasa. ¿Qué pasa?
—Sinceramente hoy no me siento muy bien, ¿puedo quedarme aquí?
—Claro. ¿Quieres que me quede contigo?
—No—negó—. Solamente me acostaré en la cama.
—Okay... ¿Te parece si paso a buscar a los niños antes del almuerzo y comemos los cuatro juntos aquí?
—Si—asintió sonriéndole con fuerza, pero su cabeza tenía muchas preguntas.
—Va, cualquier cosa me llamas—se acercó para besarla en los labios—. En cinco horas estaré por aquí con los diablillos.
Este se fue de ahí y no fue que hasta el motor de su auto se alejó, la rubia tomó su teléfono para discar el número de Fangs.—No, no soy una poliza de seguros—se quejó ante las personas que confundían su número.
