Tres.

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Llevábamos ya un rato en el bosque sin saber bien hacia dónde íbamos. Las provisiones en la cárcel eran cada vez menos, la pequeña necesitaba alimento, los demás también, pero tener una bebé de brazos nos hacía convertirla en nuestra prioridad.

Daryl y yo comenzábamos a llevarnos mucho mejor, ya no era tan frío ni me miraba como si quisiera arrancarme la cabeza y para mí eso ya era un total privilegio.

Cuando él sugirió que fuéramos en busca de algo que nos pudiera ayudar, me sorprendí, usualmente hacia eso con Rick o alguien de más confianza. No lo dude y acepte sin chistar.

— ¿por qué no volvemos a la carretera y vamos un poco más lejos? — sugerí ya cansada

— ¿a dónde quieres ir? — me volteo a ver

—no sé, a un lugar en donde encontremos más que árboles – me encogí de hombros – dudo que aquí hallemos algo

Él no dijo nada, volteo a nuestro alrededor como analizando la situación, en efecto no encontraríamos algo de ayuda. Volvió sus potentes ojos azules a los míos, me quede quieta como una gacela asustada, él me imponía demasiado.

—tienes razón, tendremos que volver – dijo sin más

—¿Qué tengo que?

Abrí mis ojos como platos. Lo observé pasar a mi lado haciéndonos volver por donde veníamos, contuve una gran sonrisa, no era tonta, si quería seguir haciendo este tipo de salidas tenia que comportarme. 

Llevábamos un pequeño tramo del camino de vuelta, cuando los estúpidos gruñidos se hicieron presentes, por instinto lleve mis manos a las dagas de mi cinturón.

—se escuchan por allá – señalo el cazador – ven, por acá también podemos llegar

Me indico el camino con un gesto de su cabeza. Yo no dudo del mejor rastreador que he conocido en mi maldita vida, así que no discutí y comencé a caminar en esa dirección.

No llevábamos ni un metro cuando una de esas cosas se abalanzo hacia mi con claras intensiones de convertirme en su almuerzo.

—¡mierda! – una de mis dagas se habia atorado – ¿en serio? – dije aun forcejeando con el muerto viviente, logré sacar la daga y clavársela en una cien – eso y más te mereces, maldito

Daryl me veía con toda la atención del mundo, sus expresiones eran tan complicadas de adivinar, era como se quisiera reír, pero no pudiera.

—¿Qué? Me ataco, tú lo viste – arque mi ceja – no lo defiendas

—no lo hare – levanto sus manos como rendición – anda, que sus amigos deben estar cerca

Retomamos el camino, esas cosas estaban más cerca de lo que nos gustaría aceptar y sobre todo eran más de los que nos imaginábamos. Daryl jalo mi brazo en otra dirección, pero de nuevo ellos, estábamos rodeados, era lo único que nos faltaba.

—ese es el camino con menos caminantes – me señalo con la ballesta – es hora de que me demuestres de que estas hecha

—¡Ja! Pensé que ya lo habías visto, dispara al primero y yo me encargo del resto

—bien, no te detengas, si nos separamos nos vemos en la carretera, donde llegamos – me sugirió, yo solo asentí, no quería separarme – Max, todos tuyos

Dicho eso disparo una de sus flechas a el caminante más cercano, yo comencé a quitar sesos como si fuera Bart Simpson: "Entra cuchillo, salen las tripas." Solo que en esta ocasión eran sesos.

Por un momento, todo se veía en cámara lenta, vi una flecha de Daryl atravesarle el cráneo a uno de ellos que estaba por morderme, seguí con mi trabajo y cuando noté que ya no había más caminantes para destrozar corrí, corrí sin mirar atrás, ese fue mi error.


H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora