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Maggie y Michonne me guiaban hacia una de las habitaciones. Una sostenía mi mano y la otra cubría mis ojos para que no hiciera trampa según ellas. Los nervios solo iban en aumento, ese era el día, por fin Daryl y yo estaríamos juntos de forma "oficial" aunque desde el día que me aventó la idea, yo ya le molestaba llamándolo esposo para todo.
—¿ya puedo ver? Quiero ver – les dije, un tanto ansiosa – ¡por favor!
—no seas tan ansiosa, ya estamos más cerca – escuche a Maggie detrás de mi
—eso me dijeron desde que me sacaron de mi casa. Alexandria no es tan grande – me queje
—no queremos arruinar la sorpresa – Michonne apretó más mi mano – ya casi llegamos, solo tienes que subir tres escalones
—de acuerdo
Por suerte, no me fui de bruces contra el suelo en aquella escalera. Llegamos sanas y salvas a la habitación, escuche a las dos soltar una especie de risita nerviosa, no estaban ayudando en absoluto con todo lo que estaba sintiendo.
—¿estás lista? – cuestiono Maggie
—ahora no lo sé, creo que no... ¿puedo huir? – me mordí el labio tan fuerte que me dolió
—nada de huir, este es el día más esperado, así que quieta, vamos a contar hasta tres y podrás verlo – Mich me regaño
—bueno, pero no te enojes
Las chicas contaron hasta tres y en seguida de que esta finalizo, las manos de Maggie liberaron mi cara. Tuve que parpadear un par de segundos para recuperar la vista, fue entonces cuando vi aquella prenda, volteé de inmediato a verlas con la cara totalmente descolocada.
—pero... es que ... ¿Qué? – balbucee
—¿te gusta? – Maggie sonrió con ternura – es tu vestido de novia
—¿Cómo? ¿Dónde? ¿Qué? – no paraba de soltar interrogantes e intercambiaba la mirada entre el vestido y ellas
—¿te acuerdas de la vez que no te dejamos ir a una expedición con nosotras? – Michonne cuestiono, yo asentí – bueno, era para poder buscarlo y sorprenderte con él
Sabía que si abría de nuevo la boca iba a seguir diciendo preguntas sin sentido y lo único que quería era agradecerles de alguna forma, por lo que, sin dudarlo demasiado, me arroje a ellas y las abrace con toda la efusividad que tenía en el cuerpo.
—¡gracias! ¡gracias! ¡gracias! – les repetía
—antes no dejaba de hacer preguntas, ahora no va a decir nada más que gracias – Mich paso su mano por mi espalda –. De nada Maxie, te lo mereces
—¡Son las mejores! – me solté, tampoco quería asfixiarlas – no hay palabras, solo...
