Ochenta y dos. ⚔️

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En el horizonte, se lograba ver Inglaterra, aquella costa que deje atrás cuando Galt murió y a mí no me quedaba nada más

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En el horizonte, se lograba ver Inglaterra, aquella costa que deje atrás cuando Galt murió y a mí no me quedaba nada más. Una opresión se colocó en la boca de mi estomago como intentando decirme que esto era una pésima idea.

—¿estás bien? – la voz de Daryl me regreso al presente

—sí, todo perfecto – mentí –. ¿Cuánto crees que falte?

—no creo que mucho, la costa se ve cerca

Asentí y volví la vista a mis manos, las cuales ya estaban temblando de los nervios. Supongo que era bastante obvio que yo no estaba bien, porque Daryl se atrevió a poner una de sus manos sobre las mías, evitando que estas siguieran sacudiéndose.

—¿lo pensaste ya? – volvió a hablar –. Inglaterra no parece un lugar adecuado

—pero hay barcos para Noruega – le dije, con la voz temblorosa –. Volver a mi casa y vivir de lo que pueda. En la abadía me enseñaron a cosechar, volver al hogar

—el hogar no siempre es un lugar...

—dijo quién va a cruzar todo un océano para volver al suyo – solté una risita nerviosa

Cuando logre voltear a verlo, tenía los ojos bien puestos sobre mí. Un cosquilleo recorrió mi espina dorsal, esos ojos podrían persuadir a cualquiera de hacer lo que fuera y él ni siquiera se daba cuenta de ello.

—bien, me iré a América contigo – esboce una sonrisa

Daryl hizo un gesto con la cabeza, indicándome que estaba orgulloso de la decisión que acababa de tomar. No estaba segura de que me depararía el destino en aquel continente, pero si Daryl decía que su gente podía aceptarme con ellos, al menos eso tenía seguro.

El pequeño bote atraco en el puerto unos cuantos minutos más tarde. Los dos hombres encargados nos ofrecieron un mapa que nos dirigiría al otro navío el cual nos llevaría a América.

Por la distancia, no tardaríamos más de dos días y por suerte el barco no partiría hasta dentro de cuatro.

—tú eres quien conoce estas tierras, guíame – Daryl señalo el camino con su brazo

—sé por dónde ir, pero quería saber si estabas dispuesto a tomar un pequeño desvío – me mordisquee el labio –. No nos hará retrasarnos, de hecho, nos acortará un poco el camino

—¿segura? – Daryl observo el mapa y luego a mí

—prometo que no perderás ese barco y si sucede por alguna razón, yo misma te consigo otro – levante mi mano derecha en señal de promesa –. No dejare que te quedes aquí con tu familia esperando

—bien...

Daryl suspiro, aunque volvió a hacer le gesto con las manos que me indicaban que podía continuar caminando. No era algo de vida o muerte, pero necesitaba despedirme como era adecuado, de la misma manera que hice cuando nos movimos de Noruega a Inglaterra.


H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora