H E R O || Daryl Dixon

Trece.

No llevábamos muchas horas fuera de Terminus y luego de ver el abrazo tan cálido que Daryl le proporciono a Carol preferí darles algo más de espacio.

Así que como el grandulón de Abraham y yo habíamos hecho buenas migas me acerque a ellos, a pesar de estar siendo el mal tercio.

—¡eso fue salvaje! – me dijo el pelirrojo al llegar a su lado – estuvimos cerca

—sí, bueno, al menos no te tendrían ahí para hacerte otras cosas – sacudí mi cuerpo

—son todas ventajas para ti, ¿verdad, zanahoria? – me codeo

—zanahoria? ¿Te has visto en un espejo acaso?

Fue ahí que comenzamos una guerra de ver quien empujaba más lejos al otro, aunque claro que él media como 2 metros y le era fácil mover mi cuerpo escuálido. En un momento me empujo lo suficientemente fuerte para hacerme trompicar.

Unas manos me tomaron de la cintura antes de caer directo al piso, supe quién era al momento de escuchar su voz.

—ten más cuidado – Daryl se dirigía a Abraham

—tranquilo, sé cuidarla – el hombre me miro – ¿Por qué crees que sigue aquí? – me guiño

—¡ay! Quisieras – le enseñe la lengua

—¿ves? Ella está en buenas manos

Abraham aparto a Daryl en un ágil movimiento, haciéndome quedar con su brazo sobre mis hombros. Comenzamos a caminar para no perdernos del grupo, ahora que estábamos juntos no podía volver a perder a mi familia.

Aun así, eso no evito escuchar un bufido proveniente de Daryl.

—¿Qué fue eso? – dije no sin antes asegurarme de que Dixon no viniera detrás

—te quise ayudar un poco – se encogió de hombros -- ¿crees que no me di cuenta de la cara que pusiste cuando abrazo a Carol?

Rodee los ojos, esperaba que nadie más se diera cuenta. Él no lo había hecho, estaba muy ocupado dando abrazos.

—no sé a qué te refieres, son amigos – le reste importancia

—pero a ti te gusta él y eso no lo puedes evitar – Rosita llego a nuestro lado – por cierto, si quieren que no se escuche lo que hablan, susurren

Ambos sonreímos apenados.

—estoy acostumbrada a verlos juntos, ella llego primero que yo en todo caso – suspire

—¿él jamás hablo contigo sobre eso? – curioseo la pelinegra

—¡JA! ¿Daryl hablar de sentimientos? Si, claro...

—podríamos intentar algo – Abraham sonrió pícaro – solo para ver que sucede. Tómalo como un experimento social 

—¿de qué hablas? – fruncí el ceño

—se va a poner feo...

Rosita se alejó un poco de nosotros, yo seguía sin entender cuál era el "experimento social" del que estaban hablando y creo que era mejor idea no saberlo.