Treinta y uno.

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Una de las paredes de Alexandria había cedido. Demasiada nieve probablemente, pero el problema no era precisamente ese, sino que, los caminantes que por alguna razón no se habían terminado de congelar estaban entrando por aquella brecha.

—¡¿de qué mierda están hechos?! – escuche a Rosita

—no tengo la más mínima idea – encaje una de mis dagas en el entrecejo de uno

—no hablen, solo maten – Aaron intentaba sacar un hacha del cráneo de uno de ellos – esto se atasco

—a ver déjamelo a mi

Daryl se acercó, matando a dos de ellos por el camino. Enterró más el hacha y luego la saco con bastante facilidad con un poco del cerebro.

—ten, ahora sigue

Tuve que aguantar una risita gracias a la reacción de Aaron cuando le insinuó que él también estaba hablando.

Continuamos con la tarea hasta que esa maldita sensación me ataco de nuevo. No tenía la menor idea de que era lo que lo estaba causando, sin embargo, la visión de túnel, la opresión en el pecho y el escalofrió volvieron a hacerse presentes en mi cuerpo.

—¿estás bien? – escuche a lo lejos, muy lejos

—sí, bien – me centre en el muerto que venía hacia mí – solo es...

Y luego la luz se apagó por completo.


[...]


Abrí los ojos de golpe, lo último que recordaba era la cara de un caminante a escasos centímetros.

—por fin despiertas holgazana – la voz de Aaron me confundió aún más

—por lo que yo recuerdo, a ti era al que te estaban regañando – le dije, ubicando su cara

—sí, tu novio – me guiño –. Esta allá afuera, necesitábamos ayuda con la pared, pero él te cargo hasta aquí

—¿Qué se supone que paso? – ignore todo su gran comentario sobre Daryl

—dicen que te descompensaste. Estabas bien, matando caminantes y de la nada solo te vimos caer – frunció el ceño – ¿estás embarazada?

—¡¿QUÉ?! claro que no, no estoy embaraza. ¿de quién iba a estar yo embarazada? – Aaron me miró con obviedad. Negué repetidas veces – es... otra cosa

—sabes que el detective Dixon va a venir a hablar contigo, ¿no? Así que habla e inventamos algo o le vas a tener que decir la verdad a él

Lo mal mire.

Odiaba que tuviera la razón. Mejor decirle todo a él antes que a Daryl y que supiera que se lo había escondido por más tiempo del debido.

—no sé el motivo, solo sé que me dan ataques de ansiedad – me encogí de hombros –. Tal vez son las fechas, tal vez que el estar aquí me haya hecho relajarme y ahora me da pánico que esto termine y volvamos allá afuera. No lo sé

—¿desde cuándo te dan? – Aaron curioseo

—desde hace unas cuantas semanas – sonreí angelicalmente

—Maxie, sabes que, si no se lo quieres contar a Daryl, puedes contarme a mí – ahora frunció los labios – no quieras arreglarte la vida tu sola

—¿Qué pasa si un día sucede algo y tenemos que separarnos? – obvie –. Tengo que arreglármelas yo sola, Aaron

—pero por el momento no lo estas

Desvié la mirada, no necesitaba que me recordaran que ahora mismo no me encontraba sola, lo sabía. Aun así, mi cabeza intentaba estar preparada por cualquier cosa, necesitaba volver a sentir esa adrenalina que sentí al estar allá afuera, aunque fuera acompañada por algunas personas.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora