Cuarenta y seis.

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Llegada a Alexandria

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Llegada a Alexandria...

Habían pasado tres semanas desde lo de Beth, también perdimos a Ty, el grupo avanzaba con la esperanza de llegar a Washington en algún punto. Sin agua, sin comida, sin un vehículo y con una bebé de brazos, era básicamente imposible que todos continuáramos cuerdos.

Sin mencionar, que las perdidas afectaban en el ambiente, no era igual, todo parecía un poco más sombrío.

Una de las camionetas que pudimos encontrar, nos dejó tirados en medio del camino por falta de combustible, así que Rick sugirió que siguiéramos a pie, como si nos quedaran ganas.

—voy a explorar, a ver que encuentro – dijo Daryl después de un rato

—¿quieres que te acompañe? – le pregunte, tampoco lo veía bien anímicamente

—quédate – respondió sin ni siquiera mirarme

—tranquila, yo voy con él

Carol lo siguió al interior del bosque, bufe cuando a ella no le dijo nada, pero entendía que su relación era más cercana y lo que menos buscaba era pelea. Así que me quede con el resto del grupo, ayudando a cargar a la pequeña Judith.

Una horda nos seguía de cerca, aunque no tanto para ser un peligro, aun así, Sasha insistió en que era momento de sacar la frustración a su manera. A unos cuantos metros encontramos un puente, que nos ayudaría a deshacernos de ellos.

El plan era básicamente ponernos algunos en cada lado del puente, los atraíamos y luego los arrojábamos, era fácil, no tendríamos por qué correr mayor riesgo. Abraham, Maggie y Sasha de un lado, del otro, Rick, Glenn, Michonne y yo.

Los primeros fueron fáciles, hicimos lo acordado, hasta que Sasha empezó a matarlos con su cuchillo y todo se fue al demonio. Michonne intentaba controlarla, mientras que los demás acabábamos con nuestros buenos amigos los podridos. Uno me tomo del brazo y cuando estaba a punto de morderme, una mano jalo del cráneo hacia atrás, evitando convertirme en uno de ellos, era Daryl.


[...]


Los pies me dolían, esas botas las odiaba cada día que pasaba, quería tirarme en la carretera, aunque esta estuviera ardiendo y descansar, anhelaba tanto un poco de lluvia.

—papá, mira – Carl atrajo la atención de todos. Unos autos puestos en medio de la carretera

—iré por el bosque, lo flanqueare – de nuevo Daryl se separaba del grupo

Carol se ofreció de nuevo a ir con él, pero este se negó. Los demás nos dedicamos a hurgar entre los autos, para ver si alguno servía o habia algo adentro para comer o beber, no podíamos seguir así.

Nada que nos sirviera. Retomamos el camino unos metros más adelante, para poder sentarnos a descansar, de nuevo ese silencio extraño entre todos. Daryl apareció unos minutos más tarde alertándonos a todos.


H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora