Cincuenta y ocho.

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Parecía león enjaulado, yendo y viniendo de un lado al otro de la reja que separaba Alexandria del mundo apocalíptico

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Parecía león enjaulado, yendo y viniendo de un lado al otro de la reja que separaba Alexandria del mundo apocalíptico.

—Maxie, ¿Qué haces? – Rick se acercó con sigilo

—estoy preocupada. Daryl no aparece por ningún lado. Leo está preguntando por él y no deja de llorar – suspire –. Se lo deje un momento a Aaron para ver si lo veía llegar

Necesitábamos un par de medicinas, porque Leo había tenido una reacción alérgica a una de las plantas de la comunidad. Nada de riesgo, simplemente se llenó de ronchas, pero no queríamos que sucediera de nuevo y aparte le daba demasiada picazón.

Así que Daryl decidió salir a buscarlas hace dos días y no teníamos noticias de él desde entonces.

—ya son dos días. – Rick analizo la situación –. Bien Maxie, haremos esto: tú te quedas con Leo para que no se preocupe y nosotros iremos a buscarlo, traeré a Rosita y Abraham conmigo para agilizar la búsqueda, ¿de acuerdo?

—no, yo quiero ir con ustedes – le dije volviendo a retomar mis vueltas inútiles, pero era la única forma de calmar mi ansiedad –. Leo estará bien con Aaron, Gracie ha estado bien, no es contagioso

—creo que lo mejor será que no vayas, él te necesita aquí, para él

Detuve mi andar cuando Rick soltó aquellas palabras. Un calor recorrió mi cuerpo entero, era una sensación extraña, no obstante, ya lo había experimentado antes y me negaba a creer que Grimes estuviera insinuando eso.

—no te atrevas a decir que Daryl no sigue con vida – lo amenace con el índice

—no digo que no vaya a aparecer, Maxie, pero creo que le hará bien tener a su mamá junto a él

—voy a ir a buscar a Daryl, te guste o no

Ni siquiera le deje responder. Me dirigí a la casa de Aaron para explicarle a mi hijo que saldría a buscar a su papá y que volvería con él así fuera lo último que hiciera en mi vida.

Al entrar a la casa, él estaba en brazos de su tío.

—¡Mami! – grito y se abalanzo hacia mí, por suerte lo cache en el aire

—hola, mi amor, ¿ya no sientes tanta comezón? – le pregunte quitándole el cabello de la cara

—poquito

Uno de sus brazos estaba rojo y parte de su espalda tenía aun ronchas que le molestaban.

—bebé, al parecer papá necesita ayuda para esas medicinas, así que necesito ir a ayudarle – la voz se me empezaba a quebrar, que difícil era mantenerse fuerte – ¿puedes quedarte con el tío Aaron hasta que volvamos?

Leo me miró con sus ojos azules, que se comenzaron a cristalizar de inmediato. Se abrazo a mi cuello con fuerza, iniciando de nuevo el llanto. Aaron intento mantenerme la mirada, pero ambos sabíamos que terminaríamos derramando un par de lágrimas.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora