Doce.

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Una vez que llegas a Alexandria todo se volvía un poco más fácil. No era como que olvidaras por completo lo que sucedía detrás de aquellos muros que nos protegían, pero al menos caminábamos sin miedo a que alguien más nos atacara en el proceso.

Aquel día no tuve demasiado que hacer, así que comencé con la preparación de la cena antes de lo planeado. Daryl había salido ya hace dos días junto con Aaron y si bien confiaba plenamente en ambos y en sus habilidades, nunca terminaba de sentirme cien por ciento segura de que anduvieran afuera.

Cuando estaba cortando las zanahorias, escuche la puerta de la casa que compartía con Dixon. Este mismo entro hecho un desastre, todo lleno de lodo o algo ya seco sobre su ropa y su cara.

—tú y Aaron la pasaron bien, ¿he? – me burle sin dejar de hacer rodajas la verdura

—graciosa – me fulmino con la mirada -- ¿Qué preparas?

El cazador intento adentrarse a la cocina.

—ni un paso más – lo amenace con mi cuchillo – no vas a probar nada de esto sin antes darte un baño

—sí, claro ...

Amago de nueva cuenta con ingresar, pero al parecer mi gesto lo hizo retroceder un par de paso.

—¿es en serio? – me cuestiono de forma incrédula – Max

—no, al menos lávate las manos y la cara – camine hacia él con el cuchillo en la mano – ¿quieres ver hasta donde soy capaz?

Daryl frunció el ceño, yo arquee una ceja y señale con el utensilio hacia arriba de la casa, donde estaba el baño.

Él rodo los ojos con fastidio, pero, aun así, comenzó a subir las escaleras como niño regañado.

—no hagas que suba a revisar que te estas bañando correctamente – le grite desde la planta baja

—no harías eso – contesto

—Daryl, no me retes

Un silencio se formó y unos segundos después escuche la ducha abrirse. Sonreí victoriosa, era claro que no iba a subir a supervisarlo, pero si servía de amenaza ¿Por qué no?

Volví a mi labor de chef, esperando que lo que planeaba hacer fuera suficiente para saciar el hambre con la que solía llegar Daryl luego de una expedición de días.


[...]


—esto ... esta buenísimo – dijo él con la boca aun llena – ¿Qué le pones a las salsas?

—es una receta secreta de mi abuela, imposible revelarla – cerré el zíper imaginario de mi boca

—ir a comer con tu abuela debió de ser lo mejor – limpio su boca con la manga de su playera

—eso estaba limpio – me queje – aquí nadie agradece mi esfuerzo – dramatice un poco

Él se limitó a fruncir el ceño y seguir comiendo.

Del postre se encargó Daryl, consiguió un par de panquecitos en la expedición y decidió tomar dos como recompensa antes de dárselo a Olivia. Los cuales decidimos comerlos en el sofá, él estaba muy cansado y yo por alguna extraña razón tenía sueño.

—¿podrías intentar conseguir gomitas para la próxima? – me mordí el labio inferior esperando que no se enojara

—aquí nadie agradece mi esfuerzo – se burlo

—¡oye! Si lo agradezco, solo que sabes cual es mi debilidad – me encogí de hombros

—sí, las gomitas de ositos y el tipo ese con el que te vi hablando la otra vez – no quito la vista del pan

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora