Sesenta.

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La carreta proveniente del reino apareció por las puertas de Alexandria

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La carreta proveniente del reino apareció por las puertas de Alexandria. La conductora designada era Carol y a su lado Ezekiel.

—ve, corre – empuje a Daryl – no te quedes aquí parado como tonto

—¡oye! – se quejó – puedo esperar hasta que bajen

—por favor, se te ven las ganas de abrazarla desde kilómetros a la redonda – me cruce de brazos – por mí ni te detengas

Daryl gruño en respuesta. Sabía que lo hacía solo para molestarlo, pero aun así era divertido ver lo feliz que se ponía cuando su mejor amiga nos visitaba o cuando nosotros íbamos al reino.

Carol bajo de la carreta para ser apretujada entre los brazos de Daryl con demasiada energía, Ezekiel se acercó a mi dejándome un sonoro beso en la mejilla.

—ya que nos excluyen de sus arrumacos – se encogió de hombros

—así que solo es por eso, ¿he? – fingí indignación por unos segundos, luego ambos nos reímos –. ¿Qué tal el viaje?

—bastante bien – el rey sonrió –. Te trajimos una sorpresa

Fruncí el ceño al no entender a que se refería, pero no tarde mucho en descubrir cual era la sorpresita.

Theo bajo de la parte trasera de la carreta, la cual venia cubierta con una lona verde. Henry también apareció junto al profesor, saludó de forma cohibida a Daryl, quien se giró hacia mí al estilo del exorcista.

—Hola, Maxie – el hombre me saludo con un ademan de manos

—¿Qué tal? – sentí la cara enrojecerse de inmediato – ¿te trajeron a la fuerza?

—más o menos. Quería ver la escuela que tienen en Alexandria y bueno, se ofrecieron a traerme – Theo se balanceo sobre sus pies

—sí, él necesita conocer a los niños y los materiales que tienen – Carol se acercó más a nosotros, seguida de Daryl – ¿le puedes mostrar?

Los ojos de todos se posaron en mí, claro que los más penetrantes eran los de mi novio. Probablemente estaría pensando en las mil maneras en que Theo podría desaparecer de forma misteriosa.

—Yo... bueno... sí – dije, por fin –. Claro, vamos te muestro donde es

Señale el camino con mi cabeza, Theo se disculpó y empezó a andar en esa dirección.

—te veo más tarde – me dirigí a Daryl

—como sea...

Rodé los ojos y tuve que dar zancadas para alcanzar a Theo. El modo celoso de Daryl tenía dos caras de la moneda y esta era la cara que no me gustaba.

—lo siento, no sabía que te traería problemas – mencionó él

—no, descuida – le reste importancia con un ademan de manos – ya se le pasara

—¿es así con todos? – curioseo

Me lo pensé un momento, no lo hacía apropósito supongo, pero con la mayoría de los hombres era bastante celoso.

—depende, bueno, sí, con la mayoría – confesé entre risitas –. Pero no tienes que pensar en eso ahora

Él asintió intentando convencerse de aquello. Llegamos a la estancia donde se impartían las clases, era un único salón para todos y solían dividirlos en pequeños grupos dependiendo de sus habilidades.

Theo se paseó por los estantes llenos de libros, analizo algunos cuantos tomando con más fuerza la cinta de su morral.

—debe de ser complicado enseñarles a todos al mismo tiempo – dijo luego de un rato

—cuando existe la posibilidad los dividen por hora – le explique, yo me había quedado junto a la puerta

—eso es bueno, ¿tú impartes clases? – volteó, con un libro entre las manos

—no, yo soy más de explorar, pero cuando alguien me pide ayuda intento dársela

—eres muy paciente, deberías intentarlo – me sonrió –. Quizás eso es lo que necesitan aquí

Arquee una de mis cejas sin entender su comentario.

—o podrías ir al reino y ayudarme – prosiguió encogiéndose de hombros

—¿a eso es a lo que vinieron? – ladee mi cabeza – a convencerme de irme con ustedes

—no a irte para siempre, solo un tiempo – Theo se rasco la nuca con notable nerviosismo –. Probablemente Carol este hablando de eso con Daryl

—espera... ¿esto es una decisión tomada? – fruncí el ceño – no, pero yo no se si quiero ir

Theo dejo el libro en una de las bancas y se acercó, más de lo que yo hubiera imaginado.

—Maxie, te necesitamos allá – susurró –. Es solo por unos meses, aquí tienen gente de sobra para las expediciones

—Theo, en primera, no hay gente de sobra y en segunda, yo no me puedo ir de un día para el otro dejando a Daryl en Alexandria

—puede ir a verte cuando él quiera, es amigo de la reina – obvió

Tal vez yo era la que había entendido mal ese último comentario, pero sonó con un toque de que no se creía que solo fueran amigos.

—tendré que hablar con él – le dije seria – no puedo tomar decisiones así sin consultarle a mi pareja

—bien, sí, claro – Theo esbozo una sonrisa – ¿crees que pueda ver algo más de Alexandria?

—sí, vamos a los huertos si quieres

Theo volvió a dejar el libro en su lugar para poder continuar con el tour. Yo no estaba tan concentrada en enseñarle el lugar después de haber recibido aquella noticia, por lo que simplemente lo dirigía de punto a punto y dejaba que los demás le explicaran que era lo que hacían o que estaban cosechando en ese momento.

—vine a buscarlos, ya está la comida – Carol se apareció cuando íbamos por la enfermería

—¿puedes llevarlo tú? Tengo que buscar a Daryl – conteste

—me parece que salió por un momento, no se llevó la moto, no creo que tarde – ella me regalo una sonrisa

—iré a buscarlo de todas maneras. Los veo después, disfruten la comida

Me aparte de ellos a paso veloz. Sabía exactamente dónde estaba, siempre que se enojaba o se ponía triste, salía de la comunidad al mismo lugar.

Me tomo unos quince minutos encontrarlo debajo del mismo árbol, lanzando ramitas hacia un pequeño arroyo.

—¿me puedo sentar o me vas a intentar lanzar a mí también? – le dije en voz baja

—como quieras – encogió uno de sus hombros

Con todo y el miedo de que pudiera intentar ahogarme en el arroyo, tome asiento a su lado. Podía sentir el calor que emanaba su cuerpo, en invierno eso era el paraíso.

—¿ya te dijeron? – mordí mi labio

—¿Qué te vas a ir? Sí – esta vez arrojo una roca con fuerza

—no me voy a ir, ni siquiera estaba enterada de que ellos podían decidir eso – voltee a verlo, tenía las cejas juntas, estaba enojado

—fue idea de tu amiguito – gruñó – no me sorprende que digas que sí

—¿Qué tendrá que ver que él lo haya decidido? – suspire, cansada – no me quiero ir, mi casa está en Alexandria, al igual que mi hogar

Daryl me miro confundido, empezó a mordisquearse el labio inferior con más notoriedad.

—Carol, ¿Qué te dijo? – cuestione al ver que no iba a hablar

—que te necesitaban. Theo vio habilidades en ti que son buenas para las clases – su cara aún era de seriedad –. Claro que tienes habilidades y seguro él quiere explorarlas

—¡Daryl! – golpee su hombro – no digas esas cosas

—Maxie, tú de verdad no te das cuenta de las cosas, ¿verdad?

—¿de qué me tengo que dar cuenta?

—te miran, te voltean a ver y es lógico... -- se levantó, sacudiéndose la tierra que llevaba en el pantalón –. No sé si quiero seguir haciéndote sentir así y tampoco sé si quiero tener celos todo el tiempo

—¿a qué te refieres? – me levante casi en un brinco – Daryl

—¿no crees que lo mejor sea que tú y yo...? – evitó mirarme

El corazón me iba rápido, las yemas de los dedos se sentían frías y yo no estaba creyendo que él me estuviera diciendo aquello.

—¿quieres terminar? – la voz se me entrecorto

—no es bueno para ninguno de los dos vivir en esta inseguridad – entrecerró los ojos, la luz del sol le daba de lleno en la cara

—no puedo creerlo – una risa irónica me salió sin pensarlo –. Tú sabes lo que pienso respecto a mucha gente, aun así, intento que eso no se sobreponga a mi amor por ti, pero si tú no puedes entender que el único ser humano al que quiero es a ti, entonces bien

Un gesto de sorpresa se dibujó en el rostro de Daryl. Abrió la boca para refutarme algo, sin embargo, yo me di media vuelta y regresé a Alexandria hecha una furia.


H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora