Veinticinco.

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Esos ojos que me volvían loca me observaban ir y venir de un lado al otro de la habitación. Me tenía prácticamente vigilada, luego de mis dos intentos de fuga.

—Daryl, por favor...

—Max, ya te dijimos que no – se cruzó de brazos mientras se recargaba en el marco de la puerta –. ¿Por qué eres tan necia?

—no soy necia, lo que sucede es que me preocupa que les haya pasado algo y nosotros estemos aquí sin hacer absolutamente nada – iba dando manotazos al aire – ¿Qué si nos necesitan y llegamos tarde?

—Aaron y Maggie saben cuidarse – me recordó – aparte solo han sido dos días, hemos pasado más tiempo separados

Tome asiento en la orilla de la cama, no me había dado por vencida, pero ya estaba algo desganada. Quería salir, buscarlos y traerlos a casa lo antes posible, no podía darme el lujo de perder a alguien más.

Daryl dejo salir un suspiro, se confió en demasía y se hizo un hueco a mi lado.

—si pasan más días y no vuelven, yo mismo salgo a buscarlos – arqueo una de sus cejas

—no necesito que pasen más días

En mi último intento de huida. Me levante creyéndome más rápida que el cazador, esto no sucedió de aquel modo. Daryl me tomo por la cintura haciéndome volver a mi sitio junto a él, su gesto era de reproche cuando levante la vista.

—¡porfitas! – le dije con un puchero en mis labios

—No. Sabes que eso no funciona conmigo

Deje caer el peso de mi cuerpo hacia el colchón soltando un largo suspiro como de pena, esperaba que así Daryl se apiadara de mí.

—entonces ya te puedes ir, quiero dormir y quizás mañana tenga mejor suerte – le dije empujándolo de la espalda

—dormiré contigo. No confió en que te quedes aquí

—¿Qué? – me levanté de inmediato – no, no... tú nunca quieres dormir aquí, ahora no me vengas con esto – volví a iniciar los empujones – anda, allá esta tu habitación

—ya te dije que me quedo aquí

Como no dejaba de empujarlo, giro un poco su cuerpo, me tomo de los brazos y me recostó dejando su peso sobre mí.

Bueno, si es así la técnica para impedir que te vayas. Tampoco esta tan mal.

—me voy a ir a mi habitación, pero más te vale estar aquí en cuanto despierte – me amenazo con su voz ronca. Mi voz favorita, este hombre tenía todo lo que yo amaba – ¿me escuchaste?

—está bien, solo no me regañes – el puchero volvió

Daryl rodó sus ojos en respuesta a aquello. Se levanto dejando a mi cuerpo sin la presión que él estaba ejerciendo sobre este. Me dedico una mirada amenazante, le sonreí con culpa, por qué sabía que en cuanto él cerrara la puerta de su habitación, yo correría hacia afuera.

—te veo mañana – dijo antes de dirigirse al otro lado del pasillo

—sueña lindo – grite para que me escuchara

No era tonta, sabía de sobra que si salía en este preciso momento Daryl estaría en su puerta esperando para obligarme a volver y aunque me encantaban las pocas ocasiones en las que compartimos cama o habitación, en esta ocasión no lo quería aquí vigilándome.

Así que me cambié, fui al baño a lavarme los dientes, incluso leí un rato y lo hice creer que las cosas ya se habían calmado.

No sabía qué hora era, pero tampoco me importaba. De nuevo me coloque la ropa que solía usar para las expediciones, de mi escondite tome un arma y me asegure de que mis dagas estuvieran en sus fundas.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora