Diez.

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—te dije que no vinieras –dijo Daryl sin voltear a verme

—¿Quién te entiende a ti? Primero dices: "ay ojalá hubieras estado ahí conmigo" y después te quejas de que vengo contigo, ¿Qué quieres de mí? – le dije mientras tomaba mis rodillas para volver a meter aire a mis pulmones

—lo digo porque no estas bien, no porque no quiera que vengas conmigo...

Le pedí un momento, de verdad la falta de aire me estaba jugando una mala pasada y no me ayudaba para nada verme débil ante el cazador.

—¿quieres regresar? – sugirió ya frente a mi

—no, dame un momento – logre incorporarme – esa maldita enfermedad, terminara conmigo, que lo sepas

—y si eres una necia que no quiere acatar ordenes, más

Le enseñe el dedo corazón y continue con mi recorrido, lo escuche bufar, pero no me importo.

Tenía un par de días que la enfermedad de la prisión me alcanzo, solo que, de forma bastante ligera, por suerte ya teníamos los medicamentos y Hershel me cuido desde el segundo uno, al igual que Daryl.

Luego de unos días en cama, añoraba salir cómo diera lugar. Así que cuando Daryl dijo que quería hacer una inspección cercana, me apunte sin pensarlo dos veces.

—¿está muy lejos a donde quieres ir? – pregunte cuando ya estuvo a mi lado

—no, ya casi llegamos, son unos cuantos locales – aseguro -- ¿segura que estas bien?

—claro, soy fuerte. Daryl, no te desharás de mi tan fácilmente – palmee uno de sus brazos

—¿Quién te dijo que me quiero deshacer de ti?

Sentí como el color se apodero de mis mejillas, sabía exactamente lo que provocaba, tonto no era.

En efecto, el lugar no estaba tan lejos como había imaginado. Una especie de rotonda, unos cuantos locales se situaban alrededor de la misma: una gasolinera, una refaccionaria, una tienda de abarrotes y lo que parecía ser una especie de restaurante con un bar a lado.

—nos separamos y nos vemos aquí en una hora – sugerí, él frunció el ceño -- ¿Qué pasa?

—no te voy a dejar sola, sueles meterte en problemas cuando eso sucede – obvió – aparte ¿Qué si te falta el aire o te desmayas?

Reprimí una sonrisita, si quería decir mi siguiente comentario se tenía que ver factible y que la sola idea de que hiciera eso me ponía los nervios de punta.

—entonces, ¿quieres ser tu quien me de respiración de boca a boca? – me cruce de brazos frente a él, sorprendentemente mi mirada no se movió se su sitio

—¿quieres que sea yo?

mierda, auxilio, mayday, tenemos a alguien colapsando por aquí...

—ya quisieras...

Me gire intentando no parecer nerviosa, aunque con el simple hecho de que una de mis manos temblaba él se daría cuenta de lo que estaba sucediendo realmente.

Ya que a Dixon no le gustó la idea de separarnos, fuimos hacia el primer establecimiento, en la gasolinera intentamos sacar lo que más pudimos de los autos abandonados, incluso ver si alguno funcionaba, claro que ya la mayoría de las cosas se las habían llevado tiempo atrás.

Por suerte, dos galones de gasolina conseguimos, luego decidimos ir a la refaccionaria. Lo mismo, las cosas más útiles eran escasas, pero tomamos lo que se veía en buen estado, en un apocalipsis uno no podía darse el lujo de dejar cosas que podrían ser útiles en algún momento.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora