Dieciocho.

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Las explosiones siguieron, nadie en el trabajo de papá sabía que estaba sucediendo. Se limitaban a decir que tenían que evacuar la ciudad y que probablemente tendrían que tomar medidas extremas.

Supusimos que estaríamos seguros en las afueras, ¿Qué podía pasar?

Pero esa pregunta siempre habia sido mi perdición.

Me encontraba caminando sin rumbo, la cabeza me dolía, mis manos temblaban aferrándose fuerte al cuchillo que estaba en ellas, escuchaba un fuerte pitido en los oídos y arrastraba los pies sobre el pavimento. Habia imágenes rojas, completamente rojas, repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, no quería creer lo que sucedió. Tenía que ser una pesadilla, si, eso... una pesadilla.

Los ojos se me cerraban, tanta adrenalina que había recorrido mi cuerpo y que ahora ya no estaba. De la nada, mi cabeza se estrelló contra el pavimento, intentaba mantener la vista fija, pero todo parecía obscuro, hasta que lo escuche a él.

—¡Max! Mierda, Merle, ayúdame


[...]


Desperté gracias al olor fuertísimo de alcohol en mis fosas nasales, tuve que toser de lo profundo que era aquel aroma.

—la princesita despertó – escuche – Daryl, tu novia

—que no es mi novia – le reto el menor de los Dixon

Fue ahí cuando lo vi, más claro que hace un rato o al menos para mi había sido un rato.

—¿sabes quiénes somos? – cuestiono Daryl – ¿te acuerdas de nosotros?

—dudo que ese golpe la haya hecho perder la memoria, hermanito – Merle se cruzó de brazos del otro lado del sofá en donde me encontraba

—¿Por qué estoy aquí? – dije por fin, tocándome la cabeza

Daryl volteo a ver a su hermano con un poco de satisfacción.

—te encontramos allá afuera, estabas caminando como ida y llena de sangre – me explico Daryl

Sangre.

Voltee hacia abajo, mi ropa estaba manchada de parches rojos, mis manos tenían el mismo aspecto, como cuando te sale sangre de la nariz y se seca debajo de esta, estaba seca.

—mis padres – me levante de golpee – Daryl, necesito volver a la cabaña, a la casa de mis padres

—muñeca, eso no va a ser posible – Merle fue quien me contesto – si sales vas a estar muerta en tres segundos

—¿muerta? – repetí como idiota – no tengo tiempo para sus bromas, necesito llegar con mis padres

Cuando puse un pie en el piso, todo me dio vueltas. Tuve que regresar mi trasero al sofá, el dolor de cabeza no se había ido a ningún lado, solo estaba esperando a que fuera igual de arrebatada que siempre para hacer su aparición.

—llevas dos días sin comer ni tomar agua – Daryl con su hostilidad de siempre, me acerco una botella – no puedes salir Max, no es seguro

—¿dos días? – fue todo lo que pude escuchar

—se te volvió loca

Mal mire a Merle, ¿Por qué insistía en que él y yo teníamos algo que ver? Aunque aquí lo importante no era eso, me tenía que centrar en ¿Cómo demonios llevaban dos días medio muerta con los Dixon?

—Merle, ¿por qué no te vas un poquito a la mierda? – le dijo Daryl

—está bien, los dejo solos tortolitos

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora