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—no te mueras
Repetía una y otra vez la misma frase mientras intentaba darle reanimación a Daryl.
Luego de caer al precipicio, el agua helada nos impactó de lleno haciendo que Daryl prácticamente se desmayara. Tuve que forcejear con unos de esos mordedores que por alguna razón ya también sabían respirar bajo el agua.
Esto se estaba convirtiendo en una verdadera locura.
Cuando logre sacar a Daryl de aquella fosa, que también resulto ser todo un reto, inicie con las compresiones sobre su pecho.
—ikke dø vær så snill – dije en mi idioma natal –. Daryl, por favor
Hice la última compresión antes de animarme a hacer las insuflaciones. Tapé su nariz, abrí un poco su boca e hice ambas respiraciones, los ojos de Daryl parecían activos, sin embargo, no respondía, por lo que continue haciendo el RCP.
—vamos, vuelve
De nuevo, era el turno de las insuflaciones, ya para este momento lo único que me importaba era que Daryl volviera a respirar, tome de nuevo su nariz, me acerque a su boca, hice la respiración y al momento de subir para tomar aire, los ojos de Daryl ya se encontraban abiertos.
Así que me aleje para darle más espacio, él tosió sacando toda el agua que había entrado en su sistema.
—¡bien! Aún vives – me senté sobre mis piernas bastante cansada –. Pensé que me iban a quemar en una plaza por no llevarte con vida
Odiaba con todas mis fuerzas la mirada de Daryl. Era como si algo te atravesara hasta lo más profundo de tu ser mientras tú no podías hacer absolutamente nada, gracias a esos orbes azules bastante hipnóticos.
—¿Qué? – le dije –. ¿Te sientes mal?
Daryl gruño y negó.
—bien, andando – me levante toda empapada –. Tú eres quien sabe dónde está la casa de Isa
Le extendí mi mano para ayudarlo a levantarse, él seguía mirándome de forma extraña mientas se levantaba y comenzábamos a andar por el lugar en búsqueda de una salida.
Bastante tiempo estuvimos en silencio, no me molestaba estar así, solo que las miradas de reojo que me daba Daryl, si estaban haciendo que me cuestionara que estaba haciendo mal en ese momento o quizás tenía algo pegado en la cara y no me habia dado cuenta de ello.
—¿tengo algo en la cara y eso te parece super gracioso? – le dije, cuando el sol comenzó a salir
—¿Cómo? – frunció el ceño
—llevas desde hace rato mirándome de una forma muy rara – me detuve –. ¿Está todo bien?
—sí – rasco su nuca –. Amm gracias... por sacarme de allí