Quince.

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Hola, este viene con advertencia ⚠️🔞 escena +18

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No era la primera vez que mi estupidez me llevaba al límite y cuando hablo de eso, es a correr el riesgo de que uno de esos podridos casi me arranque alguna extremidad.

Por lo que ya había obtenido un par de regaños provenientes de Rick, Maggie, Aaron e incluso del mismo Dixon, cosa que era extraña, porque cada vez que salíamos me decía algo como "si te quedas atrás y te atrapan no es mi responsabilidad", aunque muy dentro de mi esperaba que estuviera jugando y más después de lo que había pasado entre los dos.

Aquella mañana, las cosas se volvieron a salir un poco de control cuando decidí que era buena idea salir a ayudar a una pobre vaquita que se encontraba acorralada por los caminantes.

—¿A dónde crees que vas? – cuestiono Rick en cuanto me vio cerca de la reja de entrada

—a salvarla, no voy a quedarme aquí cruzada de brazos – obvie sacando mis cuchillos – ahora vengo, cierra la puerta

Sali corriendo hacia el pobre animal, aunque al acercarme note que eran más de los que yo había planeado. Ya estaba afuera, que más daba si el numero incrementaba.

Me deshice de los más próximos, los que notaron mi presencia primero y perdieron rápidamente el interés en la vaca. Uno de ellos me salpico la cara al sacar la daga, uno se acostumbra, pero no deja de ser un poco asqueroso tener cerebro de gente sobre tu rostro.

El olor hacía que pudiera moverme con mayor facilidad entre ellos, interpuse mi cuerpo entre el animal y los caminantes. Ellos se abalanzaron enseguida, uno quedo a escasos centímetros de mi cara, si no fuera por los reflejos adquiridos desde que el apocalipsis comenzó, ahora no tendría rostro, ni vida.

Algo lo golpeo desde atrás, haciendo que más sangre me empapara. 

—¡que asco! – dije sin querer

—Max, muévete – escuche la voz de Rick

Sali del trance que genero aquella cercanía y me dedique a enterrar mis dagas a lo que fuera que se moviera delante de mí, cuidando que no fuera Rick o la vaquita, sino esto no tendría ningún tipo de sentido.

Después de un rato matando a los que, si teníamos que matar, Rick me miro con un toque de reproche.

—¿ahora como piensas meterla a Alexandria? – cuestiono viendo a Manchitas

—Manchitas se ve dócil, necesito una cuerda, ¿podrías traerme una? – sonreí de manera inocente – por favor

—¿Manchitas? – frunció el ceño – Dios, parece que tengo otra hija contigo...

Empezó a caminar hacia Alexandria, lo que indicaba que traería mi cuerda.

En efecto, no paso mucho tiempo cuando ya estábamos llevando a Manchitas dentro de la comunidad, tendríamos una nueva amiga y también quizás obtener algo de leche de ella ¿no?

—me alegra que Daryl no esté aquí, ya nos hubiera gritado a los dos – Rick dejo a la vaca cerca de un pedazo de pasto – más si te pasa algo a ti por andar cuidando una vaca

—creo que sufriría más por ti, que por mi – asegure acariciando un poco a Manchitas – en fin, iré a quitarme esta cosa de la cara, te veo después y a ti también Manchitas

Sabía de sobra que Daryl le había hablado a Rick del par de besos que existieron entre nosotros, era como su hermano y claro que le contaba absolutamente todo, pero a mi aun me ponía algo nerviosa pensar que él sabía al respecto.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora