Treinta y cuatro.

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—¡La odio! – entre gritando y azotando la puerta de la casa de Aaron

Él se encontraba en la estancia jugando con Gracie. Se giro a verme con cara de curiosidad, mientras yo iba y venía por el pasillo como león enjaulado.

—¿me quieres explicar? Por qué necesitare más información que eso

—a la mujer esa – me quedé estática por un momento señalando hacia afuera, luego desvié la mirada a Gracie –. Ok, creo que esta no es una conversación para tener enfrente de esa carita hermosa

—ella sabe que su tía Maxie puede estar un poco...

—¿loca? ¿desquiciada? ¿demente? ¿obsesionada con un tipo que ahora le pone toda su atención a otra que acaba de llegar? – proseguí caminando – sí, creo que serían buenos adjetivos para describirme

—iba a decir... — Aaron lo pensó un poco – no, si iba a decir eso – bromeo

—te agradezco por la sinceridad – revolee las manos

—ahora, cuéntame ¿Qué demonios está pasando? – curioseó, dándole unos crayones a su pequeña – ahora vuelvo cariño, estaré en la cocina

Ella asintió despreocupada, se tiró al piso y comenzó a dibujar tranquilamente en una hoja de papel.

Aaron por su parte, me tomo de los hombros y me empujo hasta la cocina, donde me sirvió un vaso con agua y se colocó a mi lado.

—¿te acuerdas del mini grupo que llego hace unos días? – cuestione

—claro, yo los encontré – acotó

—¡ay! Claro, es verdad – golpee mi frente con la mano – lo que sucede es que la rubia le pidió a Daryl que le mostrara como se usa una ballesta. Ella encontró una y quería usarla – explique de mala gana

—oh, ya entiendo por dónde va todo esto – suspiro, esbozando una pequeña sonrisa al final

—no me juzgues – le advertí con mi índice – ¿desde cuándo acepta tener clases privadas con gente desconocida?

El castaño tuvo que reprimir una risita que estaba a punto de salir. Tal vez si estaba exagerando, solía hacer una tormenta en un vaso de agua cuando Dixon estaba cerca de alguna mujer extraña.

Pero ¿y si no?

Daryl era bastante arisco con las personas nuevas, no solía estar tan de buen humor con los desconocidos. En cambio, con ella, parecía ser todo risas y diversión, que no importaba que tuviera que rodearla con sus brazos enormes para que ella supiera usar el arma.

—¿ya dejaste de planear la forma en la que desaparecerá misteriosamente? – la voz de Aaron me regreso a la realidad

—no haría eso, antes puede que sí, pero ahora solo la lanzas a los caminantes y finges demencia – me encogí de hombros

—me das miedo a veces – arrugo la frente

—ya y a mí... — suspire ya sin ganas – ¿Qué hago?

—lo que te dije que hicieras desde un principio: decirle lo que sientes – obvió Aaron

—esa no es una solución

Él me giró poniéndome justo enfrente.

—Maxie, es básicamente la solución a tus problemas. Le dices que te encanta, que no te imaginas la vida post apocalíptica sin él y que quieres ser la madre de sus hijos

—yo jamás dije que quería ser la madre de sus hijos – me levante indignada – es más, ni siquiera sé si quiero tener hijos

Aaron volvió a suspirar de forma pesada, probablemente ya estaría harto de que me comportara como una niña chiquita y tampoco podía culparlo. Lo que me pasaba en la cabeza cuando me daban celos ni yo misma sabia controlarlo y lo odiaba, odiaba el hecho de que Daryl Dixon me provocara este sentimiento tan nefasto.

H E R O || Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora