H E R O || Daryl Dixon

Veintiuno.

Luego de que Jeffrey llegara anunciando su espectacular fiesta de Halloween y que todos estábamos invitados, caí en una crisis existencial por dos razones: Norman estaría en dicha fiesta y yo no sabía disfrazarme en absoluto.

Pero ante la insistencia de Ross, ahora me encontraba en un probador de una tienda de disfraces intentando cubrir toda esa piel que se mostraba.

—¿Por qué quisieras ser una abeja que muestra todo en Halloween? – cuestione desde dentro

—si no me enseñas, ¿Cómo pretendes que de mi opinión? – dijo el rubio

—pero no vayas a reírte

Sali, con un minivestido, pero cuando digo mini, es por que parecía un trozo de tela justo para llegar debajo de mis glúteos y al límite de que una de mis amigas se saliera por la parte superior. Dicha tela, tenía rayas amarillas y negras, ¿Cómo le cabían tantas? Es un misterio y claro, una diadema con dos borlitas amarillas sostenidas por un par de limpiapipas.

—¿seguro que no entramos a una sex shop? – ladee mi cabeza

—seguro, pero a ver, acepta que si Norman te ve llegar así, algo vas a provocar – guiño divertido

—¡Ross! Esto es en serio

—entonces intentemos con otro – levanto sus manos en señal de rendición – si no quieres mostrar tanto, ¿Qué tal ser un plátano?

Saco de unos colgadores una botarga amarilla con algunos bordes y un hueco para que sacaras la cara por ahí mismo.

—claro, solo le pongo un letrero que diga: Pélame – entrecerré los ojos –. He llegado a la conclusión de que tú me odias

—no, pero acepta que es divertido

Ambos nos aguantamos la risa, aunque a decir verdad, sí, me la estaba pasando bastante bien en esta salida con Ross.

Dejamos aquella tienda atrás. Luego descubrimos que, aunque pareciera una tienda de disfraces comunes, si tenían una sección erótica bastante amplia. La búsqueda tampoco se hizo más fácil.

—alguien por alguna razón piensa que las mujeres tienen que disfrazarse con algo que diga "cómeme" o "cógeme" en Halloween – me estaba quitando el decimosexto, una Catwoman bastante entallada – no sé, creo que será mejor fingir estar enferma y listo

—no señorita, usted tiene que ir a esa fiesta – Ross parecía ser el único hombre en la faz de la tierra que no le aburria venir de compras –. Además, seguro que encontramos algo digno

—si me pongo una de mis playeras de algún concierto, pantalones de cuero y me dejo el cabello como salga de la ducha, podría parecer Slash – salí ya con mi ropa normal — ¿Qué opinas?

—quizás... -- ladeo su cabeza – no, obviamente no – me arrastro del brazo – anda, sigamos con la ardua tarea de buscar tu disfraz semi sexy

Y así fue como perdimos una tarde entera en búsqueda de algo que me ayudara a verme bien, pero sin tener que mostrar medio cuerpo a todo el elenco de The Walking Dead.

[...]

Una semana más tarde, por fin, había encontrado algo, un disfraz de pirata. Era revelador sin llegar a correr peligro porque se me fuera a salir algo de su lugar y eso me pareció adecuado y tomando en cuenta la premura con la que fui avisada de dicha fiesta, lo tome.

Así que cuando llego el día, me metí a bañar, aliste el disfraz, me maquille lo suficiente como para verme aterradoramente bien y alacié mi cabello lo más posible. Con el pelo tan rizado, era una batalla en la que todo podía salir mal.