Chapter 67

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Sirius había ido a Grimmauld Place esa mañana, una parte de él esperaba ver nuevamente a aquel muchacho pero no sucedería. Regulus se había quedado junto a él en la sala mientras que intentaba fingir buscar algo en los libros que había sacado de la biblioteca.

- Luces preocupado.

La voz de Walburga sacó a ambos hermanos de su ensimismamiento e hizo que Sirius rodara sus ojos para luego bufar. Regulus se levantó y le dejó solo con la mujer mientras veía como ella se acercaba poco a poco a Sirius como si temiese que en cualquier instante fuese a escapar, sin embargo el solo le miró y volvió a su lectura.

- ¿Que te preocupa a ti? De cualquier forma solo estoy en esta casa por...

- A mi no puedes engañarme Sirius - soltó ella sentándose a su lado - Esperas por ese muchacho, el hijo de Lyra. No es como si Orion y yo no esperaramos lo mismo. Pero tú...escuché a ese niño, escuché lo que te decía - Walburga se irguió en su lugar y soltó un suspiro - Por Merlín, Sirius, ¿cómo puedes saber que no estarás en el futuro de tu hija y estar tan tranquilo? Deberías estar averiguando que...

- ¿Tranquilo? No estoy tranquilo Walburga, pero ¿eso que te importa? Siempre has querido verme muerto por haber tomado la decisión de abandonar toda esta mierda en la que querías meterme.

- Supongo que si, lo dije una vez. Pero Sirius, llevas mi sangre.

- Como si eso significara mucho. Aquí entre tu y yo Walburga, la única razón que este aquí es Lyra. Sin ella te aseguro que nunca verías mi cara - Sirius se levantó y cerró el libro de un solo golpe. Walburga le miró mientras caminaba hacia uno la biblioteca y volvía con aspecto altivo y arrogante. Aquello solo le hizo recordar a Orion cuando era joven, quizás casi de la misma edad de Sirius en ese instante.

Sirius era diferente y recordó que no era la primera vez que lo notaba, incluso de pequeño había demasiada bondad en el, mucha más de la que incluso tenía Orion quién era un blandengue de primera. Mientras volvía a la sala, Sirius se sentó frente a ella en silencio y a su mente vino aquel recuerdo que solo se había reservado para ella. Él era solo un pequeño y aunque hablaba todo el tiempo, siempre le pareció a Walburga que era muy observador y brillante, no por nada se había ganado varias miradas de reprensión de Orión cuando en varias oportunidades había hecho levitar a Kreacher por toda la sala, cosa que no le molestaba en lo absoluto porque el elfo era determinantemente molesto en realidad.

Su padre aún vivía y sabía que tenía el ojo puesto en Sirius desde el día de su nacimiento, ya lo había dicho muchas veces en las cenas familiares para desgracia de Cygnus y de ella misma.

- Hay que impedir a toda costa que mi padre tome a Sirius como su predilecto - soltó Walburga una noche mientras se encerraba en la habitación con Orion, lanzando un hechizo para que nadie les escuchara.

- Puedo envenenarlo fácilmente - soltó tranquilamente Orion y sonrió ante la mirada alarmada de la mujer - No es que vaya a hacerlo, a menos que tu me lo solicites.

- Orion - siseó la mujer - Debemos...

- Lo que debemos hacer es irnos de esta endemoniada casa, Walburga. Puedo comprar una casa en ese lindo vecindario mágico cerca de Sussex - le invitó pero ella negó.

- Esta casa ha sido siempre de un Black y no pretendo dejársela al maldito idiota de Cygnus. No la merece, ni él ni su tonta esposa.

- Bien, nos quedamos pero eso no evitará que tú padre nos tenga hasta la coronilla con sus manias. Si me lo preguntas Walburga, bien tengo esperanza en que Sirius sea solo el mismo y al final tu padre dimita de verlo como su favorito, aunque se que un día nuestro hijo cumplirá con su deber en esta familia.

Los Merodeadores - Desafiando al DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora