Chapter 69

274 32 44
                                    

Annabelle nunca había sentido aquel nivel de adrenalina y felicidad en mucho, mucho tiempo. Había sido una boda perfecta y ver a Sirius tan guapo solo le hizo pensar en que debió hacerle caso a Lyra con lo de la luna de miel. Lily y Tonos habían llorado un mar mientras veían como Sirius decía sus votos con una voz suave sin dejar de mirar a Annabelle de aquella forma en la que jamás olvidarían.

Por su parte, Alphard se las había arreglado para persuadir a Sirius que aceptase unos costosos aros de matrimonio hechos de plata forjada por duendes que llevaban grabado el apellido Black y que tenían como propiedad mágica que solo podían ser utilizados una vez y atarse a un solo dueño hasta el fin de sus días. Regulus por su parte, nunca dejó de mirar a su hermano y pensó en que un día querría algo como aquello para sí mismo. El menor de los hermanos Black se sorprendió de cuánto se parecía Lyra a Walburga, una versión que en belleza le sobrepasaba con creces, la forma en la que alzaba su ceja derecha o cuando saludaba a alguien con cortesía era el sello de la mismísima familia Black, en eso, el recuerdo de su madre llegó inmediatamente, uno que aunque era la visión escasa de la normalidad le agrada traer de pronto cuando se sentía abrumado.

- ¿Que pasará si no soy un Slytherin? ¿Me querrás menos como a Sirius?

La voz del pequeño Régulus había sonado preocupada ante su madre quien estaba en su habitación revisando que todo estuviera en orden para partir el próximo día. Recordaba el rostro de su madre con el ceño fruncido y una expresión algo triste y caída, sin embargo hizo el amago de una sonrisa y se sentó junto a él. El perfume a rosas le inundó de pronto y sus manos suaves tocaron las suyas, pequeñas y sudorosas.

- Tu hermano sigue siendo mi hijo, Regulus. Está ahora en Gryffindor, pero, se que cumplirá con su deber como miembro de esta casa - le aseguró y suspiró - ¿Quien dice que le quiero de menos? Es un Black, sigue siendo mi sangre tanto como tú.

- Pero...se que estabas enojada porque no es un Slytherin como todos madre. ¿Que hay si me pasa lo mismo?

- Bueno, supongo que no le caería mal a Sirius tenerte en Gryffindor para que le recuerdes que sigue siendo un Black - le guiñó arrogante y con la sonrisa más hermosa que jamás había visto. Sus ojos brillaban como si algo les iluminase y el beso que dejó en su mejilla le pareció cálido, suave - Pero querido, preferiría que el sombrero te enviara a Slytherin. Ven, te diré un secreto que ni el mismísimo Sirius sabe.

- ¿Que es madre? - Régulus parecía más interesado y Walburga le hizo sentarse en sus piernas.

- A ver. Mientras era estudiante escondí algo en mi sala común, un secreto. Es un objeto que puedes buscar - dijo con voz misteriosa y el pequeño parecía más entusiasmado - Mi querido Régulus, vas a estar bien. De cualquier forma escuché que Sirius te dijo anoche que sea como sea te protegerá de cualquier cosa en cualquier casa que estés y eso es lo que hace un Black, cuida de su propia sangre. Toujours Pur.

- ¿Quién diría que tú hermano de verdad se echaría la soga al cuello? - preguntó Alphard de pronto a su lado, dándole unas palmadas amistosas y cargadas de jovialidad - Te lo juro, pensé que no viviria para ver esto, pero ¡Ja! Hierba mala nunca muere.

- Me alegra que Sirius pueda tener su propia familia, tío - dijo Régulus mientras miraba a Sirius bailar con Annabelle - Es un desastre pero, merece todo lo mejor y es un buen padre y lo será aún más para ese pequeño que viene en camino.

- Lamento estar de acuerdo con Walburga pero, estoy seguro que ese crío será un niño - aseguro Alphard - además he hecho un poco de cartomancia, lo más gracioso del asunto es que es muy probable que comparta cumpleaños con nuestra querida estrellita.

Los Merodeadores - Desafiando al DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora