Chapter 80

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Cassiopeia guardaba muchas memorias, suyas y de otros. Era una cualidad o más bien un terrible don que a veces consideraba más una desgracia. Pero no le molestaba del todo, a veces las personas solo tenían pensamientos muy felices sin poder evitarlos como el sonido de la risa de alguien que amas o como se sentía comer algo preparado por tu madre.

Muchas veces la consideraban una chica rara sobretodo en los primeros años dónde su Legeremancia comenzó a desarrollarse y recordaba claramente como su madre le había encontrado en medio del callejón Diagón al borde del llanto y con la respiración entrecortada. Podía escuchar todo y nada a la vez, podía ver los rostros de personas que nunca había conocido dentro de su cabeza y eso le hacía querer huir, llorar, gritar.

- A veces, cuando siento que todo a mi alrededor me abruma, solo enfoco mi pensamiento en un momento dónde he sido muy feliz - le dijo Lyra mientras se quedaba a su altura y acariciaba su mejilla con ternura - Se que es difícil, pero, eres la jovencita más valiente que he conocido.

- N-no es cierto - replicó la niña mientras miraba a todos lados, agitada - Solo quiero que pare, deseo que pare mamá.

- Ven dame tus manos y mira directamente a mis ojos - Cassiopeia obedeció e intentó mantener su mirada fija en los ojos grises de su madre - ¿Que ves? Enfócate solo en mis ojos, ¿que puedes ver?

La niña intentó enfocarse en ellos aunque le era difícil, sin embargo parecía que el ruido de los demás a su alrededor había desaparecido poco a poco y una imagen de un hombre alto y familiar parecía estar riendo.

- Es...es el abuelo Sirius - dijo casi en un susurro - Lyra sonrió y asintió con lentitud mientras Cassiopeia parecía impresionada - Mamá, solo puedo ver lo que hay en tu cabeza - susurró - ¿Cómo...?

- Debes decirle a las voces que no quieres escucharlas, y hacer que tu decidas lo que quieres ver o sentir. Puedes darle tu atención a lo que creas es realmente importante - dijo su madre con suavidad mientras le soltaba - ¿Entiendes lo que digo?

Cassiopeia suspiró cuando de pronto aún cuando su madre le había liberado de sus manos, ella cerró sus ojos y no escuchó nada más, quizás leves murmullos a lo lejos. Se decía a si misma que no había nada más, solo ella, con sus propios pensamientos aunque debía enfocar todas sus fuerzas para ello.

- Un día Cassie, decidir que escuchar o ver será tan sencillo como respirar, pero debes tener paciencia. Poder hacer lo que haces es...extraordinario y no debes tenerle miedo a eso, todo lo contrario, demuestra que eres muy poderosa.

- A veces, puedo sentir...sentir cuando las personas están tristes a mi alrededor y no me gusta - se quejó y Lyra compuso una leve sonrisa.

- Es normal nena, las personas suelen estar tristes. Significa que de alguna forma puede que hayas tenido momentos tan buenos que extrañas volver a sentirte de esa forma. Es parte de vivir - dijo mientras le miraba fijamente - A veces no podemos evitarlo pero, no debes dejar que eso te asuste cariño, las personas suelen tener sentimientos que no necesariamente vas a poder escuchar en tu cabeza pero podrás verlo en sus ojos o sentirlo en sus abrazos.

- Pero quiero evitarlo. No quiero sentirme así por otros, ¿cómo puedo hacer para que no se sientan tristes mamá?

- Eres muy inteligente y te pareces mucho a tu padre, encontrarás la manera de resolverlo.

Aquella sonrisa que le había regalado su madre en aquel recuerdo se vio relegada por el grito desgarrador y tormentoso que escuchó de la voz de la joven Lyra que recién llegaba y por primera vez se dió cuenta que no podía dejar de enfocarse en ella. La clase de dolor que sentía la sentía en sus huesos y comenzaba a calar de una forma en la que ardía, pesaba y le dejaba sin respiración. Vio como Apolo y Harry intentaban contenerla aunque ambos tenían los ojos inundados en lágrimas y el último se derrumbó en sus rodillas al lado de ella.

Los Merodeadores - Desafiando al DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora