Encuentros

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- ¿En serio vas a cometer una locura de esa magnitud?

Annabelle miró a Hefesto y suspiró mientras ella solo se encogía de hombros y pasaba las hojas del diario sin darle tanta importancia.

- Tendrás a Sirius Black aquí metido la mayoría del tiempo. ¿Que no es por el que te fuiste al inicio? Además...verlo a mi solo me recuerda a Marlene - soltó con tono triste y ella lo notó.

- Hestie, estoy segura que Marlene te amaba con todo su corazón. Todo lo que me contaste...trata de no vivir con remordimiento. Te lo dice alguien que ha pasado casi 16 años con ese sentimiento tan hostigante.

- Todo fue por la maldición. No debí confiarme - cerrí sus ojos y cubrió su rostro - Ella estaría a salvo, nada...

- Hefesto, de cualquier forma habría sucedido. Solo que...nadie pensó que de esa forma - le calmó mientras se acercaba a abrazarlo.

- Nunca me había enamorado de alguien como lo hice de Marlene en tan poco tiempo y ella...me hacía feliz. Me hacía reír y sobretodo era una buena persona - dijo con nostalgia - Jamás podré olvidarla.

- Nadie te pide que lo hagas. Es bueno recordar a las personas que hemos amado, Hefesto incluso si duele.

El hombre suspiró y asintió limpiando su rostro.

- No debiste enviarle el patronus a Black. Tengo un mal presentimiento.

- Es su padre y creeme que lo necesita cerca. A veces parece que está bien, y se que hay algo...que no me dice - explicó hacia Hefesto y este frunció el ceño.

- ¿Como sabes?

- Cuando Sirius no quería decirme algo que había sucedido en una de sus misiones para la Orden, se acercaba a mi y removía sus manos luego me miraba y conversaba de cualquier otra cosa hasta que se decidía a hacerlo, pero Lyra...no lo hace. Solo se da media vuelta y se devuelve a su habitación.

- Entiendo, pero debió ser complicado Annabelle. Ver a Desmond seguro revivió sus recuerdos de esa noche, ¿no te parece? - intentó Hefesto.

- Puede ser, pero siempre tiene esa aura de que sabe algo y no quiere hablarlo.

Annabelle hizo silencio y Hefesto le miró. Alguien tocaba la puerta con insistencia. Ambos alzaron sus varitas y Lyra bajó con la suya lista, preparados para cualquier ataque.

Con un movimiento, Hefesto abrió la puerta y aquel grupo dejó a Annabelle y Lyra sorprendidas de maneras diferentes. Frente a ellos, Sirius Black estaba junto a Regulus quien sonrió ampliamente cuando su vista se encontró con la de Lyra, luego seguidos estaban Orion, Walburga y Alphard ataviados en elegantes túnicas.

- Pero...¡¿Que carajos?! -soltó Annabelle mientras ellos pasaban y la puerta se cerraba fuertemente - ¡Sirius!

- Un amable recibimiento de tu parte como siempre - saludó Sirius sin ninguna sonrisa - Vine a llevarme a mi hija.

- Te lo dije - espetó Hefesto ganándose una mala mirada de Annabelle.

- ¡Papá! - saludó Lyra corriendo a abrazarlo repitiendo el gesto con todos excepto con Walburga a quien le dio una amplia sonrisa y un saludo reverencial que hizo a la mujer rodar sus ojos.

- Joder, Sirius. En serio. ¿Quieres que te asesine? ¿Como que llevarte a mi hija?

- También es mía y te recuerdo que tu la ocultaste de mi - reclamó con molestia.

- Así que tu eres Annabelle Morgensten - avanzó Orion para observarle mejor - Al menos Sirius no tiene malos gustos, ¿no te parece Alphard? Sin embargo, ¿no le da verguenza haber hecho pasar por el sufrimiento de su supuesta muerte a mi nieta?

Annabelle pasó su vista de Orion a quien solo había visto de reojo una vez, hacia Alphard quien le veía con emoción y nostalgia.

- Alphard. Jamás imaginé que te prestaras para esto - dijo con fiereza hacia el hombre.

- Lyra es nuestra familia tanto como es tuya - le dijo - y se que no lo crees pero, me siento muy feliz de volver a verte.

La rubia sonrió levemente y Sirius notó que se había ablandado con Alphard, sin embargo duró poco. La vista de Annabelle había pasado hacia Walburga y se sorprendió de ver en ella un gran parecido con Lyra. Sus ojos grises identicos a los de Sirius, Regulus y Alphard, brillaban con la misma intensidad que los de su hija y de pronto se sintió sumergida en una especie de paralelismo surreal donde no comprendía nada. Soltó a reír desquiciadamente y no pudo parar hasta un par de minutos después.

- ¡Debo estar en una maldita pesadilla! - bramó y Hefesto sonrió divertido - ¡Tu! - señaló a Sirius - Te has aliado con estos dos - apuntó hacia Orion y Walburga - cuando huiste de casa por todo lo que te hicieron pasar. ¡Tu Regulus! Maldito traidor, se supone que también dejaste la casa por tu bien. ¡¿Que carajos?!

- Por Circe, mamá. Calmate - pidió Lyra - También son mi familia.

- ¡¿Pero has escuchado al...perro callejero que tienes por padre?! - soltó casi aturdida - ¡Quiere llevarte! ¡LLEVARTE! ¡Ja!

- ¡¿Como te atreves a insultar a mi hijo?!

El reclamo de Walburga había dejado impactados a todos en ese lugar, incluyendo a Sirius que fruncía el ceño sin saber que decir.

- Lyra es hija de Sirius, una Black. Usted señora Morgensten solo le ha causado dolor y una incertidumbre grande a mi hijo quien solo quiere tener a su hija con él. ¡Ejercer su deber y su derecho como padre! - espetó con altivez - Lyra se irá con nosotros, sea como sea.

- Podrá llevar el apellido Black, pero mi hija estará donde yo esté. Punto final - Annabelle que estaba a la misma altura de Walburga, se veía desafiante.

- Lyra, recoge tus cosas. Nos vamos - instó Sirius y Lyra le miró sorprendida.

- Esperen, todos ustedes - les detuvo Lyra - ¿Acaso yo estoy pintada? ¡Papá! Por Circe, ¿que te sucede? ¿Podemos hablar tu y yo a solas?

- ¡Ningún solos! - gritó Annabelle.

- Mamá, por favor - le calló - Sirius, ven. Ahora.

Sirius gruñó por lo bajo y la siguió hasta un lugar que conocía bien, el salón de juegos de Alistair. Miró hacia un lado y vio el ajedrez que le había regalado la última navidad.

La vas a amar. La amarás mas que a nada en el mundo.

Las palabras de Alistair habían tomado sentido. ¿Acaso sabría de Lyra? ¿Como?

- ¿Acaso te volviste loquito, papa? Joder. La has cagado a niveles inimaginables.

- Tu madre no dejará que...

- Mamá sigue enamorada de ti, pedazo de idiota - soltó sin más y Sirius le miró confundido - Estaba ya logrando que pasara a una fase menos...molesta y tu has venido a tirar todo por la maldita borda, papá.

Sirius inhaló y revolvió su cabello para luegi soltar un bufido.

- ¿Que tan jodido crees que esté a este nivel?

- Ah, pues...¡Nivel máximo! Papá, entiendo que me quieras contigo, pero no puedes venir e intentar llevarme por la fuerza - suspiró - te amo, pero no puedes hacerlo así.

- Ahora si me va a odiar. ¡Joder! Siempre la cago - se lamentó y Lyra solo le abrazó - ¿Que debería hacer?

- Primero, explicarme como es que de pronto eres el hijo de Walburga de nuevo - soltó impresionada.

- También fue una sorpresa para mi. Debe estar senil ya.

- Si tu lo dices...- Lyra le miró y se cruzó de brazos - Debes explicar con calma ahorita, que es lo que viniste a hacer y porqué quieres llevarme. Trataremos de arreglae este embrollo, ¿te parece? Mamá estaba decidida a dejar que vinieras las veces que quisieras.

- Para mi no es suficiente. Quiero tenerte conmigo. Te amo y eres mi hija, lo justo sería que tu te quedes donde yo esté.

- Ya veremos como arreglar eso - suspiró - Solo, mantén tu filtro de cerebro y boca activo, papá. No queremos que mamá y la abuela se maten en plena sala.


Los Merodeadores - Desafiando al DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora