Chapter 1

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Habían pasado más de tres meses desde lo sucedido en el departamento de Misterios y aún solía tener sueños donde se despertaba con la respiración agitada al recordar a Marlene caer tras ese velo.

La sensación de culpa no se iba y cada vez que tenía ese pensamiento sacaba la carta de Lyra y la leía una y otra vez, hasta intentar recordar el sonido de su voz.

En la mesita de noche, se encontraba la foto que James les había tomado en navidad donde aparecían él, Lyra, Marlene y Sirius sonriendo felizmente. Esa mañana había decidido no bajar de su habitación y quedarse en cama leyendo una de las revistas de Quidditch en América que Lyra había dejado en su baúl una noche para que leyera. Instintivamente tocó el dije de la cadena que Lyra le había dejado, imaginando donde se encontraría la joven en aquel instante mientras él parecía estar más encerrado que antes.

Cada día intentaba tentar al collar de alguna forma, una en la que se activara y trajera a Lyra solo un instante. Pasaba casi todo el tiempo en su habitación realizando los entrenamientos que Angelina les había enseñado, solo para pasar el tiempo y tener una excusa para no salir pese a la insistencia de James.

Sabía que Sirius había intentado ubicar a Lyra y Annabelle, pero parecía que habían desaparecido de la faz de la tierra y que Gideon Caster no revelaría la ubicación de ninguna.

Había tenido poco contacto con Ron y Hermione y aquello le estaba volviendo loco. Sin embargo, Neville se las había arreglado para enviarle una carta larguísima con Sirius, cosa que agradeció enormemente pues le reconfortó saber que el muchacho a pesar de todo seguía siendo su amigo.

­- Harry, cariño ¿por qué no bajas a cenar? - la voz de Lily se escuchó dulce y suave desde la puerta. Para Harry, su madre era una especie de ser amable y a la vez inalcanzable con aquella aura de inteligencia que le rodeaba, pero su sonrisa triste solo le hacía sentir aún más melancólico.

- Bajaré en un rato - dijo con lo que intentó ser una sonrisa y un gesto amable hacia Lily quien decidió cerrar la puerta tras ella y sentarse en la cama junto a su hijo. Harry suspiró y se acomodó para verle mejor. Su madre traía el rostro cansado y unas motas grises bajo sus ojos, como si todo el cansancio de aquella situación le sobrepasase.

- No puedes quedarte todo el tiempo en tu habitación, Harry. Debes...

- ¿Salir? - intentó completar conociendo muy bien hacia donde se dirigía el discurso de su madre - ¿A dónde exactamente? Ya ni siquiera puedo visitar al único vecino que es nuestro amigo porque debo permanecer oculto aquí - soltó con molestia - Solo... solo quiero estar aquí, mamá. En serio, lo prefiero de esa forma.

- Cariño, entiendo que estés algo frustrado pero...no logras nada aislándote de todos - le dijo mientras acariciaba su cabello con una suavidad infinita - Mucho menos sintiéndote culpable de la muerte de Marlene. ¿Crees que no me doy cuenta? No eres el único que se siente de esa forma, pero, no hacemos mucho con culparnos de algo que es irreparable.

Harry miró a su madre y esta intentó darle una expresión de entendimiento que se perdió entre la inquietud y la sorpresa. Su mirada pasó del rostro de su hijo al torso de este, quien se tocó instintivamente hacia donde apuntaban los ojos verdes de la pelirroja.

- Era de Lyra, ¿no es así? - preguntó Lily hacia él - Se hicieron buenos amigos después de todo.

- Si, supongo que no podíamos evitar serlo - dijo con suavidad.

- Lyra nunca se quitó de tu lado cuando estabas en San Mungo. Solo cuando tuvo que irse con su madre, pero...estaba tan preocupada - le contó mientras tomaba su mano. De pronto, un pensamiento cruzó la mente de la mujer y una media sonrisa apareció, quizás tratando de traer aquella realidad de la voz de Marlene hacia estos oscuros días - Harry, cariño, ¿tú y Lyra...?

Los Merodeadores - Desafiando al DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora