Los Merodeadores - Desafiando al Destino

El otro lado de la moneda

Aquella noche Cassiopeia había tomado el artefacto de Sirius sin que este se diera cuenta, sabía que la misión que emprendería sería riesgosa pero necesitaba saber, debía saber. El apellido de su padre le pesaba sobre sus hombros y debía hacerlo valer de cualquier forma así como la valentía que todos decían había heredado de su madre. Sabía a qué día ir, sabía que él estaría allí y sería fácil no tener que aparecerse mágicamente sobretodo cuando tenía conocimiento que para aquel entonces la casa del lago perteneciente a Sirius Black mantenía un hechizo de protección. Subió las escaleras directo a la habitación que una vez su abuela Annie le dijo que había estado reservada, se adentró en ella y se sentó sobre el borde de la cama para lanzar un suspiro antes de hacer activar el artefacto Cronos que colgaba de su cuello. Una luz de azul eléctrico le envolvió y parecía que todo a su alrededor se volvía una espesa masa de cosas en movimiento que no podía distinguir, pero no duró mucho.

Quizás, pensó ella, debía haberle pedido a Al su capa de invisibilidad cuando aquellos ojos verdes de pronto le vieron desde un rostro con el ceño fruncido.

- Lyra - musitó despacio - ¿Pasa algo?

Aunque no llevaba sus lentes supo que algo no estaba en orden. Cassiopeia quizás tampoco estaba preparada para aquella sorpresa.

- Por favor, no enciendas la luz - pidió la joven y en eso Harry tomó su varita tan rápido que no lo notó - No te haré nada, lo juro. Lo juro solemnemente.

La voz de la chica no era la de Lyra y Harry lo supo de inmediato, pero aún sin poderle ver bien, había algo en ella que le parecía idéntico. Para su sorpresa, la joven le extendió sus lentes y el los tomó con rapidez para incorporarse sin bajar la guardia.

- Te pareces a ella - dijo Harry de forma brusca - ¿Quien eres? ¿Que haces en mi habitación?

- Solo...quería verte un instante. En el futuro tu y yo, somos muy cercanos - dijo con voz suave y una sonrisa algo triste - somos buenos amigos.

- ¿Que es eso que brilla sobre tu cuello? Parece un giratiempos y... - de pronto algo en Harry pareció encenderse como una chispa - he visto ese dibujo antes, de ese objeto, en los apuntes de Lyra. Eres...

Eres su hija eran las palabras que rondaban en la cabeza de Harry mientras la observaba y ella le sonreía con una dulzura infinita, aquella expresión le recordó a alguien más aunque estaba tan agitado que no lo podía identificar bien.

- Eres muy guapo por cierto, puedo ver qué algo desordenado - rió mientras echaba un vistazo alrededor - no es que yo pueda hablar acerca del orden claro está.

- Eres...eres...- Harry no pudo evitar querer tocar su rostro y así lo hizo. Ella cerró sus ojos ante el tacto del cálido toque de su mano y arrugó la nariz cuando sintió el cosquilleo - ¿Por qué estás aquí? ¿Tiene que ver con ese muchacho? ¿Con ese chico que ha hablado con Lyra?

- Puede que si, puede que no. Primera regla de viajar en el tiempo es no revelar nada, pero he tenido que verte. Estos días han sido algo duros - se lamentó mientras quitaba la mano de Harry suavemente y la dejaba sobre la cama - Es...un alivio.

- ¿Que es un alivio? - preguntó el ojiverde sin quitarle la vista de encima.

- Verte, solo eso. Siempre te he admirado - dijo mientras se acercaba un poco más a él quien tocó de pronto su cicatriz como un acto reflejo pero ella negó - No por haber sobrevivido a un imperdonable, sino porque aún cuando se que desconfías de mi, me estas dando una oportunidad de conocerme un poco. También te admiro por otras cosas, pero quizás sea bueno que las diga de una vez por todas.

- Tu y yo...¿pasamos mucho tiempo juntos? - tentó él y ella se mordió el labio para luego encogerse de hombros.

- Puede que si, puede que no - repitió como respuesta.