Capítulo 26

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~ Aarón ~
La rosa más perfecta del mundo

«Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquier otro nombre» dijo Julieta a Romeo en la conocida novela de Shakespeare, y esa frase inspiró a David Austin a colocarle el nombre a su creación, la rosa más perfecta del mundo.

Una flor con casi 100 pétalos, valorizada en varios millones a pesar de no ser tan difícil de cultivarla, de color pálido con el borde de los pétalos crema, de forma redondeada, poseedora de un aroma sutil, con notas de vainilla y lila. Los horticultores admiraban de aquella rosa su resistencia a las fuertes heladas y lluvias. Por sus proporciones y su origen se le consideraba perfecta.

La observé a lo lejos, pendiente de sus manos sosteniendo los tallos de las rosas y girándolas entre sus dedos mientras otros de los artistas entablan conversaciones con ella.

Mi cerebro bloqueó la voz de Vivianna que a mi lado me hablaba sobre donde se compró el bolso que llevaba en esa ocasión. En realidad no me sentía al lado de la pelinegra, sino acariciando la cintura de la pelirroja que parecía animada hablando de no sabía qué.

Por unos segundos me permití fantasear con ser yo quien mencionó en su discurso y al finalizar se acercara rozando mis labios, demostrándoles a todos que nuestro compromiso era más que real.

—Deberíamos ir juntos. Milán es un país muy hermoso.—se emocionó Vivianna comenzando a maquinar cómo comprar boletos en menos de un minuto.

—El país es Italia, Milán es una de sus ciudades principales.—musité sorbiendo un poco del vino de una copa ajena dejada en la mesa.—Y si deseas visitarla, tienes camino libre, yo no puedo acompañarte.

—Puedo pedirle a Idioa que te haga un hueco en tu agenda por un par de días.—quiso buscar mi mano y entrelazarla con la suya pero a lo mucho y permití que rozara el dorso antes de apartarla con disimulo. No podía ser tampoco tan brusco porque si se hartaba y nuestro trato se acababa, mi padre seguiría incordiando con su chantaje y el video rondaría lo antes posible.

—Entiende que no, Vivianna. No puedo darme esos lujos. Manejo una constructora entera y tengo compromisos que atender.

—Aarón...—quiso seguir suplicando y agradecí que Taylor apareciera para salvarme.

—Buenas tardes, señorita Lessmes.—saludó y no recibió respuesta más que un desplante que me encargaría de hacérselo pagar luego, tras ignorar el gesto de la pelinegra, sonrió hacia mí asintiendo.—Ya está solucionado el problema, joven Ruiz. Al menos por esta noche no habrá más de esos inconvenientes.

Odiaba las formalidades pero Taylor se esforzaba por emplearlas cuando había la presencia de alguien más que los dos. Recordando ni siquiera entendía porque me llegó a tutear delante de Julietha. Era extraño, pero me reconfortó que hasta a él le inspirara la confianza que la pelirroja normalmente no desprendía.

—Gracias, Taylor. Cualquier contratiempo con el problema te pido que me lo informes, por favor.—suscité con premura cerrando imperceptiblemente mi puño, si tan solo Taylor no hubiera aparecido justo a tiempo los de seguridad no se hubieran encargado de echar a nadie del almuerzo, sino de desaparecer un cadavér. Aún sentía el sabor metálico de sangre en mi boca y el escozor en mis nudillos.

—¿Qué problema?—se inmiscuyó Vivianna y tuve que ser yo quien le inventara algo, pero mis ánimos disminuyeron cuando uno de los colegas avezados de Julietha colocó una de sus manos por encima de su rodilla.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora