~ Aarón ~
Creo que aún te amoNo me aveciné a su reacción. No preví que ella saldría corriendo cuando le hablara de sentimientos, de una solución para nosotros. Fui un idiota desesperado y terminé alejándola más de mí.
Se había internado en el baño hacia unos diez minutos y cuando la vi tuve la ligera sospecha de que era capaz de irse tal y como estaba vestida, no le importaría nada con tal de alejarse de mí. Julietha no buscaba ello ahora y debía entenderlo.
Nuestra situación era difícil. Era un ir y un venir. Hasta yo me confundía porque ella parecía haber desarrollado múltiples personalidades y me estaba costando mi tiempo averiguar cual empleaba dependiendo la situación. Se había vuelto más impredecible que nunca, más testaruda, más reservada, más cohibida, más indecisa.
Así que en cuanto la vi aparecer esperé a ver cómo actuaba. Se acomodó su cabello tras su oreja, se había peinado el flequillo que ya le rozaba casi hasta las pestañas, me observó y con precaución se sentó en el filo de la cama, al lado opuesto en el que yo estaba.
—Esto se está saliendo de nuestras manos.—murmuró tras un minuto de silencio.
Me sorprendió ya que no me miraba a la cara cuando hablaba sino que me daba la espalda.
—Pensé que ya habíamos hablado de ello.
—Creí lo mismo la última noche en Seattle. Te dije que no volvería a ocurrir y míranos. Ya son dos veces más. Éramos sólo un desliz, Aarón. ¿En que momento ya no?—la oí atento creyendo saber por donde iba—Los supuestos amantes no comparten este tipo de intimidad, no se dicen te amo, no se toman de la mano, solo son sexo y ya. Tú y yo lo estamos haciendo.
Entrecerré mis ojos. La palabra amantes se tornó más real que nunca cuando lo pronunció con ese tono de repudio. ¿En qué momento pasamos a ser ello?
Mi intención no era esconderla, mucho menos amarla en silencio, todo lo contrario, pero necesitaba tiempo. En cuanto ya estuvieran los planes en marcha cambiaría completamente nuestras vidas, el reloj de arena volvería a dar la vuelta y tendríamos todo el tiempo del mundo. Aún no quería contárselos, ilusionarla con algo qué tal vez y no podría ser. Se veía todo a mi favor pero en cuanto menos pensábamos un golpe imprevisto te podría desestabilizar y perdías cualquier ventaja.
—¿Vas a casarte?—le pregunté de la nada.
Por un momento dudó y mi corazón dejó de latir. Supuse que lo notó en mi rostro, en mi repentina palidez.
—No.—la respuesta fue corta pero contundente y yo pude volver a respirar tranquilo.
Iba a hablar pero me callé cuando atisbé que continuaría. Pasé por alto que llevaba mi camisa y que le quedaba muy bien. Flexionó una pierna apoyándose en la cabecera y prosiguió, al menos ahora tenía una vista de su perfil izquierdo mientras hablaba.
—Eso aún no lo sabe Elliot.—musitó por lo bajo con la mirada perdida—Le pedí espacio antes de venir aquí porque no pensaba regresar para quedarme, eso jamas estuvo en mis planes pero me sentía extraña en Paris, no sentía que algo era mío, nada, y necesitaba siempre estar a la altura de todo, porque allá hasta la lluvia es perfecta y pensaba que si yo tampoco lo era, nunca encajaría. Sabía que algo no marchaba bien en mi relación. Creía que era muy apresurado, dije que sí solo porque no supe decir que no, y lo poco que rescato no me es suficiente para estar segura de casarme. Además, que esa boda que con tanto esmero preparan los padres de Elliot...no tiene nada que me agrade.—confesó volteándome a ver al final.
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Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)
RomanceUna parte de ella se rompió hace tres años y él es quien conserva los pequeños trozos que le hacen falta. Reconstruirse no fue un camino fácil y los muros de hielo congelaron su corazón, su vida había dado una vuelta completa, sus sueños se estaban...