Capítulo 18

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- Julietha -
Solo mía

Casa de playa.
Dos días antes de que Julietha se marchara a Francia.

La brisa del mar, ese olor a salado combinado con humedad se convirtió en mi aroma favorito, en lo único que quería para mí por el resto de mi vida, quedarme en las paredes de aquella casa y no irme de ahí nunca. Siempre había soñado con eso desde que descubrí su existencia, bueno, desde que él compartió su secreto conmigo.

Aarón ya no venía aquí para nada desde que terminamos, y ya hacía un mes de nuestra ruptura, no creía que ese día lo fuese a hacer, mucho menos porque hacía dos días había tomado un vuelo para ver a su padre según la pequeña parte de su conversación con Fernanda que había oído por casualidad, y no era un secreto que viajaba con más frecuencia que antes a Seattle.

Algunas veces llegaba con Natalie a la casa de los "aventureros", tomados de la mano y no era por nada en especial que lo decía, pero era inevitable no ver como él volvía a cohibirse, a reprimirse, a ser el idiota del inicio de nuestra historia mientras ella sonreía de oreja a oreja, luciéndolo como un trofeo a su lado; aunque existían otras ocasiones, en donde Fernanda no dejaba que ella cruzase ni el umbral de la puerta, por lo cual un revuelo se formaba en la sala de estar y yo siempre rehuía a encerrarme en mi habitación en cualquiera de las dos circunstancias.

No sabía cómo aguanté todo ese mes viviendo bajo el mismo techo que el chico que amaba pero él no a mí, ese mismo que destrozó la parte de mí corazón que latía por él y actuaba como si no le importase o al menos eso demostraba.

Apoyé mi sien en el marco de las puertas corredizas que daban con el sendero a la playa, siempre imaginé y comenté infinidades de veces que a este lugar le faltaba un porche trasero, un espacio donde poner una hamaca y quedarte hasta las tantas viendo el mar, poder disfrutar de un área exterior con esta vista maravillosa.

Quizás esa sería la última visita a ese lugar lleno de paz y calma, podía ser que no regresara hasta dentro de varios meses o años, tenía la oportunidad de irme a Francia a trabajar en una de las galerías europeas que también pertenecían a Olivia Scott, más grande y más reconocida.

Lo vi como si me ofrecieran otro intento de crecer en el mundo del arte, mi segunda oportunidad y detesté sentir que todo en mi estómago se removía igual que cuando partí de Seattle a Los Ángeles.

Tenía miedo de volver a lanzarme a algo nuevo y esta vez sola, sin Logan, sin amigos, sin un hogar, sin nadie aguardando por mí, ya había aceptado, firmé un contrato sin pensar, tomando impulsivamente lo primero que la vida me concedía imaginando que al segundo siguiente me lo podría arrebatar sin avisar, pero estaba tan temerosa que creía que antes de subir al avión me iría corriendo y vendría a encerrarme aquí.

Al fin y al cabo, nadie más que Aarón y yo conocíamos esta casa. Nadie sabría donde buscarme y forzarme a subir a ese avión, y cumplir el contrato que había firmado.

Me percaté que la puerta principal se abrió muy despacio y me maldije al ver quien entraba sin depararse en mí, a veces creía que él había tomado una mala decisión al traerme aquí aquel día, mostrarme su secreto y convertirlo en nuestro, me dolía pensar que muy en el fondo se arrepentía o molestaba consigo mismo de compartir esto conmigo.

Me dio una mirada que me hizo volver a posar la mía en la vista a la arena, en la nada en realidad, solo que no quería sostener la suya. Sus pasos fueron ávidos y subieron las escaleras. A los minutos vi de reojo que bajó con la única maleta que tenía en esa casa, no supe porqué o a qué se debía, caminó hasta la cocina y fue por una botella de agua. Desvíe la mirada cuando la suya encontró la mía siguiendo sus pasos descaradamente.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora