Capítulo 34

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Para siempre
~ Julietha ~

Dominik no soltó mi mano en ningún momento y al estacionar el auto frente a la casa que parecía un palacio desde afuera nos quedamos sumidas en un silencio cómodo.

Fuimos las primeras en llegar. Y supongo que era porque queríamos entrar y hacer como si no estuviéramos, éramos conscientes que nuestra presencia molestaría a personas distintas.

Aarón había lanzado la propuesta de volver a vivir todas en una misma casa con el motivo de ayudar a Jhonatan en su rehabilitación, ya que prefirió llevar la desintoxicación desde casa y no en una clínica. Centrándonos en nuestro amigo, todos aceptamos, incluyéndome.

Mi maleta ya estaba dentro de esa casa, solo faltaba ingresar. Y aunque quise hacerlo antes de que el resto apareciera, fue demasiado tarde.

Un Ferrari y un convertible rojo de los años 70's se estacionaron uno al lado del otro junto al Audi de Dominik, agradecí que las lunas fueran polarizadas así pude encogerme en el asiento subiendo las piernas y apoyando mi frente en ellas.

—Tienes mucho que contarme, Juls. Desde porqué estás aquí cuando deberías estar disfrutando de tu vida de ensueño en Francia hasta porqué no quieres bajar de este maldito auto a acabar de una vez con esto.—bramó Dominik demandante y sin irse tanto por las ramas.

No quise darle cara, ella podía entender la gran mayoría de mis pensamientos sin que yo dijese nada.

—Solo dame un momento.—le pedí en voz baja, tratando de mentalizarme para salir allí con mis capas de frialdad, colocármelas tan bien para no volver a derrumbarme si alguien me señalaba por estar ahí a pesar de ser la causante de que todos se hayan separado.

—De acuerdo.

La mano de Dominik acarició mi espalda y posteriormente salió de su auto. Me dejó sola y rodeó el coche para bajar su equipaje de la cajuela.

Tocó la ventanilla de mi puerta y yo me dispuse a calmar las manos que me temblaban por temor, inseguridad e incertidumbre. Aún no veía ningún avistamiento de Fer ni Adrián así que tenía tiempo para encerrarme en mi habitación y no generar disgustos con mi estancia por allí.

Me arreglé el cabello, acomodando el flequillo que se había movido hacia un lado, y observé el anillo en mi dedo anular que no usaba desde que baje del avión que me trajo desde Francia. Ya me había desinhibido en exceso, y si aquella era la única manera de atarme a mi realidad, la tomaría.

Volver con Aarón no entraba en las opciones, quise pensar que lo sucedido en Seattle era un desliz. Solía pasarnos ¿no?, que te confundes y piensas que algo podría ser cuando no es más que una ilusión tonta de tu cabeza, es una falsa idea provocada por una emoción fugaz.

Bajé del auto jugando con el anillo en mi dedo como si girara una tuerca cada vez ejerciendo más presión. Una ligera frialdad se envolvió entorno a mi cuello, como si una mano imaginaria me sujetara haciéndome retrocederme en vez de avanzar, la brisa se sentía más gélida en esa parte de mi cuerpo y esa sensación acrecentó cuando su mirada se posó en mí.

Del Ferrari bajó Aarón y del otro vehículo que no tenía techo salió Jhonatan con unas gafas oscuras, extrajo su maleta de los asientos traseros de su coche en un ávido movimiento y se encaminó sin saludar a nadie. Aarón hizo lo mismo, solo que sus ojos trataron de disimular lo que inferí con su ceño fruncido.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora