Capítulo 35

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~ Julietha ~
Sigo enamorado de ti

Sujeté con fuerza la cadenita en un puño observando como se adentraba a la casa desde el jardín trasero. Embravecida y llena de altanería, pasando por encima de Fernanda y Adrián que jugaban cartas en la mesita de centro.

Dominik giró su rostro y me atrapó analizando a esa pelinegra de piernas largas, estilizada y vestida como si asistiera a una gala nocturna, envuelta en un saco elegante y de seguro muy costoso, ademas sosteniendo un bolso afelpado blanco.

—¿Quién te ha dado el permiso de entrar a mi casa, mojigata?—la retuvo Fernanda hablando en voz alta pero sin voltear a verla.

—Hasta donde sé esta no es solo tu casa, bonita.—respondió con sátira girando sobre su propio eje como si fuese una modelo y encarando a Fer que no la intimidaba a pesar de que ella estaba en una posición más baja.

—Lo que tú sabes de lo que rodea la vida de Aarón es tan reducido como tu miserable cerebro, que ya ni neuronas debe de tener, así que limítate a dar por certero lo relacionado a él.—zanjó la rubia interrumpiendo su juego y por fin repasándola de arriba abajo antes de tragársela con los ojos.—Dicho eso...lárgate, que Aarón no está, ya se fue a esa asquerosa cena.

Y volvió a ignorarla. La señora Rosa entró por las puertas corredizas, llamando su atención al ver que a pesar de ayudarnos con la casa como nuestra ama de llaves, iba vestida como si fuese un familiar más, como una tía o madre, pude ver lo sorprendida que estaba de que no haya distinción alguna. Reconocí de inmediato su engreimiento. Ya iban dos rasgos negativos que relucían más en ella, uno era el ya mencionado y el otro, la vanidad.

No deparó mucho en la señora Rosa sino en quien estaba sentada con una pierna sobre la silla, en shorts y con una sudadera gigante gris con el cabello en una cola despeinada, las uñas algo despintadas y las manos manchadas de pintura que tardaría algunos días en salir por completo, en conclusión: un desastre.

Me engulló con sus ojos oscuros y yo por alguna extraña razón hice lo mismo, no bajé la mirada, no mostré rasgo de miedo, no tuve vergüenza alguna de desafiarla a pesar de en mi memoria se repetía una y otra vez la noche que pasé con Aarón en Seattle. Éramos dos chicas muy distintas y eso se notaba a simple vista, ella era una mujer de negocios, que podría llegar y seguramente todos creerían que era importante mientras que yo era alguien sumergida en el mundo artístico, que podría llegar y solo ciertas personas sabrían quién era.

Al instante me reconoció, su confusión fue visible y antes de que viniera hacia mí alguien más la retuvo. Fernanda que no supe en que momento se levantó del suelo, la tomó del brazo obligándola a retroceder.

—¿Qué parte de lárgate que Aarón no está no entendiste?—bramó haciendo que su centro sea la rubia, quien la guió con poca amabilidad hasta la puerta.

Dejé de oírlas en cuanto se alejaron y yo solté el aire que no sabía que estaba conteniendo. Dom a mi lado alzo una ceja esperando una explicación. Ya habíamos hablado de muchas cosas durante día y medio, esa era la segunda noche que pasaríamos en esa casa tan llena de recuerdos.

—¿Entonces? ¿Qué pasó ayer? Ya me contaste todo pero nada de lo qué pasó ayer, Juls.

—Después de verlo ensangrentado, fui hacia él, a intentar ayudarlo pero no me lo permitió, volviendo a portarse como un idiota. Me aleje y quise irme a mi habitación pero la puerta de la suya estaba vierta y encontré con lo que se había causado la herida, pedazos de vidrio regados por el suelo.—solté poco a poco la cadenita y pose mis ojos en cada detalle. Viendo el ligero grabado que tenía detrás.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora