- Julietha -
Contrastes del matrimonioEstuvimos rondando por entre las callejuelas al llegar al centro en sí. Compramos un almuerzo poco correspondiente de una recepción de bodas y nos sentamos en la cama de la suite con cajas de comida china, siendo obligada a ver un combate de boxeo en la televisión, se lo concedí como regalo de bodas y además, él estaría en deuda así que vería mi maratón de películas más tarde con el helado que compramos y estaba en el minibar para que no se derritiera.
Me rodeó con su brazo apresándome contra su pecho, me deshice de la corona de flores y aún llevaba el vestido blanco pero ya empezaba a molestarme, al colocarme de costado para mi comodidad se subió por mi muslo, sentí como Aarón se tensó a mi lado y aún no entendía porque no hacía algo más interesante, jamás había guardado tanto tiempo la cordura cuando de matar el deseo se trataba y desde nuestro almuerzo improvisado percibía cierta tensión que contraje porque quería que él fuera quien diera el primer paso.
Acarició mi cabello pasando sus dedos por entre las hebras cobrizas, besó mi frente y acurrucarme contra su pecho sin camisa me hizo adormecerme más.
-Aarón voy a...-susurré porque sí no quería que me durmiera debía dejar de hacer eso.
-Descansa un rato, pelirroja.-me pidió y yo asentí dejándome arrastrar por su aroma a vainilla transportándome hasta un sueño profundo.
Soñé con el mar, con nosotros besándonos, por primera vez desde hacía tiempo tenía sueños y no pesadillas. No sufrí espasmos, no me levanté sudando ni con temblores. Me desperecé como un gato, estirando mis brazos y notando que debajo mío no estaba Aarón sino una almohada blanca. Me alcé un poco confundida, arrugué el entrecejo enfurruñada porque no sabía dónde estaba mi ahora esposo pero volví a enterrar el rostro en la almohada.
Abrí ligeramente los ojos, soltando un gruñido porque la habitación estaba casi a oscuras y al ver el balcón por el que entraba una ligera brisa que hacía bailotear las cortinas grises ya era casi entrado al atardecer. Mis intenciones eran averiguar la hora y el paradero de Aarón, además de tomar una ducha para destensar mis músculos contraídos. Todos mis planes repentinos fueron bloqueados por fuerza mayor.
Al menos pude realizar una de esas tres cosas en la lista. La única persona que podía estar allí, me apartó el cabello a un lado besando mi cuello y dejando un reguero de besos por mi espalda. Me di vuelta entre sus brazos para buscar sus labios, pero apartó ligeramente su rostro, aún media dormitada parpadeé confundida.
Arregló mi cabello y asegurándose de que no volvería a dormirme se apartó de mi lado. Me impulsé de la cama con mis brazos y entendí porque comenzaba a calentarse la habitación, diversas velas desperdigadas por el suelo formando un camino hasta el balcón me hizo cubrirme los ojos con las manos sentada aún despeinada y entendiendo porque Aarón ni siquiera quería besarme.
Como un resorte me levanté, rodeándolo con mis brazos y prendiéndome de su cuello besándolo al no resistirme más. Primero fue algo lento, tierno rasgando lo dulce y delicado, pero luego mis labios fueron más feroces y sus manos descendiendo hasta mis caderas no me ayudaron para despegarme aunque era necesario si quería disfrutar lo que sea que haya preparado. De mala gana, me giré dándole la espalda y dejando que me abrazara caminando conmigo guiándome a las cortinas que se movían por el viento.
Sabía que al apartarlas corríamos el riesgo de que las velas se apagaran, pero parecía ser ese su principal propósito porque se adelantó haciendo una tonta reverencia antes de aislar las cortinas y mostrar un especie de picnic improvisado. Con mantas y cojines con fundas plateados, otros blancos con borlas de colores alrededor y en una esquina un ramo de rosas que sujetaba un peluche que tenía un corazón que decía Te amo. Creía que era lo más cursi que Aarón había hecho y no pude evitar sonrojarme riéndome para que las lágrimas de felicidad no eclipsaran todo.
ESTÁS LEYENDO
Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)
RomanceUna parte de ella se rompió hace tres años y él es quien conserva los pequeños trozos que le hacen falta. Reconstruirse no fue un camino fácil y los muros de hielo congelaron su corazón, su vida había dado una vuelta completa, sus sueños se estaban...