~ Julietha ~
Sorpresa, querida princesaMartha Scott odiaba que su único hijo se hubiera enamorado de mí y yo odiaba lo mismo. Así que por una vez podía entender su mirada de recelo, yo tampoco querría que mi hijo que venia en camino estuviera en esa misma situación, o cegándose por amor al grado de no ver lo que está mal.
Suponía que con los años las madres adquirían cierto superpoder, ese instinto se activaba cuando sentías a tu hijo en peligro, yo sentía que era mi responsabilidad proteger a ese pequeño en mi vientre, así que no me sorprendía que ella pudiera ver quién realmente era bajo tantas capas de perfección.
No me solía maquillar pero siempre llevaba un disfraz encima, era el cordero sin desperfecto alguno, esa chica ideal para cualquier hombre que los demás envidiaban. Y eso parecía darle repulsión. Porque el mundo no tenía sus ojos ni me veían como ella. Pero me propuse caerle bien esos días que Elliot me llevó a la casa de sus padres junto al lago para terminar de detallar los últimos percances de la boda.
No la rebatí, si ella decía que esa mañana el cielo era de color rosa, yo asentiría sin abrir mi boca para decirle que seguía siendo azul y tanto coraje la estaba volviendo loca. Me escondí los tatuajes con una base de maquillaje para no perturbar su vista. Me vestí con prendas que no mostraran mucha piel. Me senté en el lugar que me indicaba. Crucé la pierna correcta. No podía ser más obediente en toda mi vida.
Aún no habíamos tenido ni una fiesta de compromiso, hacia una semana nuestro vuelo había aterrizado, un sábado 27 de septiembre volví a lo que era mi vida en Francia, andando por mi apartamento descalza, sintiéndome como alma en pena. No había vuelto a tocar las pinturas aunque lo intenté, tenía un lienzo en un cabestrillo en el balconcito de mi apartamento, pero simplemente no me nacía hacerlo en ese estado, porque ello implicaría evocar todo aquel tornado que sentía dentro y así como me provocaba tristeza también me provocaba enojo, que era lo único que me motivaba a levantarme cada día. El hecho de luchar para que no me vieran rendida.
Elliot había vuelto al trabajo y estaba a mil por hora ya que Nina había renunciado por algún extraño motivo a la galería, entre tantas cosas algo bueno era que Olivia había retomado las riendas en la filial de Paris y tras mí insistencia me permitió anular el contrato de trabajo, ya no era una artista de la galería Terra, era una desempleada más y Elliot me dio la platica de mi vida y tuve la excusa perfecta: quería dedicarme solo a la boda y a él. Me agradeció por mi consideración y me dijo qué tal vez me dejaría volver al trabajo al ya ser su esposa, aunque lo primero que haría sería convertirme en su señora y que quería que formáramos una familia cuanto antes.
Odié ese día. Fue el peor de toda mi estancia allí porque tuve que fingir que aún lo amaba de aquella manera que se repitiera una y otra vez con constancia en mi mente. Permití que me tocara para no perder sustento en mi farsa. Lo dejé que lo hiciera. Y no había día que no lo lamentara. No había ducha que intentara quitarme el recuerdo de encima.
Odiaba sus besos, odiaba sus abrazos, odiaba no poder decirle que nunca lo había amado, pero debía interpretar mi papel a la perfección, así que me tragué todo ello con un nudo en la garganta y me repetí que solo sería por un tiempo. Solo cuatro meses más. Llamé a Dominik un par de veces más y en cada una de esas veces preguntaba si él se encontraba cerca, aún recordaba nuestra última conversación y me encerraba en mi habitación para poder llorar en silencio, para recordarme su voz pidiéndome que no le dijera que me olvidara.
Había pasado ya varios días, casi una semana y no me sentía bien, mis piernas me pesaban, mis párpados se cerraban por las escasas horas de sueño en las que podía dormir y mi mente me daba tregua. Logan con quien solo hablé una vez en todo ese tiempo, hizo que retomara el contacto con la ginecóloga que tenía aquí antes de mi ida a Los Ángeles. Así lo hice, fui a una consulta, me hicieron una ecografia para evaluar mi estado y reabrir mi historial clínico consultando con el contacto de mi ginecóloga en Los Ángeles. Me indicaron que todo estaba bien y que debía volver cuando cumpliera el primer mes.
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Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)
RomanceUna parte de ella se rompió hace tres años y él es quien conserva los pequeños trozos que le hacen falta. Reconstruirse no fue un camino fácil y los muros de hielo congelaron su corazón, su vida había dado una vuelta completa, sus sueños se estaban...