Capítulo 2

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- Julietha -
Ángel con alas de ceniza

Tres años después
Paris, Francia

Los flashes de la cámara se cernieron sobre nuestras imponentes figuras juntas. El castaño sonrió a mi lado e imité su gesto adoptando una pose favorecedora desde el ángulo en donde los fotógrafos nos capturaban e inmortalizaban en memorias digitales.

Vi a muchas personas alzando sus brazos tratando de llamar la atención de los que estábamos allí separados por una distancia prudencial.

Para estar en un espacio abierto, me sentía agobiada, el aire pasaba con dificultad a través de mis pulmones, una soga invisible apretaba mi cuello manteniéndome rígida en cada paso que daba. Impidiendo que no cayera ni siquiera por error.

—Julietha, aquí por favor...una foto, ángel del arte...—pedían diversas personas y yo solo me centraba en curvar mis labios mirando para diversas cámaras, sin sentir de verdad ni un gramo de felicidad ni emoción. Igual a un fantasma con sonrisa y maquillaje.

Elliot a mi lado, guiaba mis movimientos sin que nadie se diese cuenta, me indicaba a donde tenía que ver, hasta qué debía hablar, ese era su medio; en esto, no había mejor persona que me sirviera de guía que él.

Agradecí el momento en el que Nina llegó por nosotros, obligándonos a avanzar por la larga alfombra roja que habían puesto en la entrada de la gala de aniversario de la galería. Era más extravagante y grande de lo que tenía en mente cuando me decían que era un evento pequeño y privado. Siempre solía ser así, año tras año quienes planeaban esta gala se superaban, no sabía cuándo dejaría de pensar que no lo harían.

Entramos al hotel donde se llevaba a cabo la ceremonia, varios hombres trajeados estaban en el vestíbulo, como piedras marcando el camino, el cual cruzamos hasta internarnos en el ascensor. Me acomodé el cabello en el espejo, alisando mi vestido para luego seguir igual de impecable al lado de Elliot, que me abrazó de la cintura, atrayéndome hacia su cuerpo.

—No estes tensa, no es la primera vez que asistes a este tipo de eventos.—susurró Elliot posando sus labios sobre mi sien.

Bajé la mirada. Detallando las baldosas del espacio, mi mente viajaba por imágenes del pasado, recordando que estaba peor cuando fue mi primera vez sola en esa misma gala, apenas una semana después de haberme instalado y cuando mi única prioridad era pintar e invernar en mi ratonera.

No deseaba más, no seguía deseando más. Pero aquí estaba. Asistiendo al evento del año.

—Lo sé. No estoy tensa.—mentí apretando con fuerza disimulada el asa de mi bolso—Es solo un poco de nervios por estar delante de muchas personas hablando, eso es todo.

Sus ojos grises oscuros me detallaron, no mostré rasgo de duda en mi rostro, ni de miedo en mis movimientos o conducta, si observaba más allá en mi mirada claro que vería lo insegura que me sentía, pero era Elliot, él nunca hacía eso, siempre se quedaba con la versión que salía de mis labios, sin darle más vueltas a las situaciones, sin hacerse un mundo en un vaso de agua.

—Lo harás bien, princesa.—otra vez ese apodo, ¿cuando entendería que no me gustaba?—No es nada que no hayas hecho antes.

Mi cabeza retumbaba por el cansancio acumulado, las pesadillas siendo las únicas causantes de no poder tener un sueño decente por las noches, además de la propia sobrecarga de trabajo en la que me sumergía por horas para olvidar lo que sentía diariamente.

La Julietha fría había vuelto, la muralla que me protegía ante las personas y escondía a la versión más vulnerable de mí se volvió a alzar más sólidas que antes.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora