- Julietha -
TreguaFingir era un gran desafío cuando todo lo que pretendías camuflar era intenso, arrollador y encontraba la manera de siempre salir a la luz.
Estampó sus labios contra los míos y comenzamos a retroceder sin siquiera mirar, dando empujones y chocándonos contra las espaldas de desconocidos, saliendo a duras penas de entre las personas. Bajó el cierre de la chaqueta que traía puesta y se deleitó dando una rápida ojeada al pequeño top que a la justa cubría mis pechos, supe que se estaba conteniendo ya que no pretendía tocarme como quería sabiendo que estaría expuesta ante la vista de cualquiera.
—Vamos al auto.—murmuré con rapidez guiándonos hasta el Lamborghini negro estacionado algo lejos de todo el bullicio. No sabía donde diablos estaba le suyo y no estaba dispuesta a perder tiempo ubicándolo entre tantos deportivos rodeándonos.
—¿Hace cuánto no coges, Julietha?—exigió saber risueño tomándome de las caderas y pegándome contra su pelvis, creía lucir demasiado necesitada sin embargo mi creencia se extinguió cuando mi trasero sintió algo que no supe cómo interpretar.
Mordí mi labio sin saber qué responder pero sintiendo cada maldito latir de su entrepierna.
—Hace no mucho, arquitecto.—farfullé caminando cerca de él, minorando el paso y dándome la vuelta para verlo a la cara.—Pero cuando llevas haciéndolo tantas veces seguidas en pocos intervalos de tiempo, una semana se iguala a un año de abstinencia.—entorno la mirada, sus comunes ojos cafés me detallaron con furia, comiéndome viva...y no en el buen sentido—Me estoy volviendo loca.
Pareció no gustarle mi comentario aunque era una mentira desde el ángulo en que quisieras verlo. Mis interacciones sexuales eran tan escasas como mis ganas de hacer ejercicio. Ósea casi inexistentes. Elliot tenía creencias un tanto arraigadas con el matrimonio y cada vez que terminábamos de hacerlo sentía su culpabilidad flotando en el aire. Cosa que me incomodaba porque yo no entendía sus ideales arcaicos.
Me acorraló contra la puerta del conductor al estar frente el vehículo sosteniendo mis muñecas tras mi espalda. Volví con él. Al presente. Tomó mi barbilla con una mano y me obligó a mirarlo. Estaba siendo algo dominante, rudo, mostrando esa arrogancia tan soberana en él y eso incitó a mi cuerpo. Por fin tenía a Aarón en su estado natural, convertido en ese depredador que arrasaba con la primera criatura que viera a su paso
—No intentes ponerme celoso, pelirroja. Que no te funciona.—rugió cerca de mis labios, lo miré desafiante—Te recuerdo que si tu novio hubiera sentido lo mismo no dejaría que vinieras sola, te acompañaría hasta el fin del mundo para recordarte cada noche que serás su mujer y nadie podría cambiar eso. ¿Pero dime dónde está tu querido Elliot? De seguro acostado en su camita,—se mofó con voz aguda y luego la cambió por una tan profunda y excitante que sería capaz de dejarme atrapar sin emitir fuerza alguna para doblegarme—mientras yo estoy a punto de llevarte a la mía.
Me hizo abrir las pierna con una de las suyas, mi cuerpo reaccionó de inmediato. Reconoció a Aarón en el primer tacto y me obligó a recordar cada mañana, tarde o noche que compartimos haciéndolo cuando a penas habíamos descubierto lo satisfactorio que era que nuestros cuerpos se hubieran conocido de esa forma. Claro que nadie podría superar esa conexión e intimidad que construimos durante meses. Ni tres años fueron suficientes. No encontré a nadie capaz siquiera de igualar lo que Aarón me hacía sentir cada vez que me daba placer.
—Lo estoy consiguiendo.—susurré melosa en su oído cuando agachó su cabeza, recorriendo mi cuello con su nariz, me soltó las manos y me atrajo a sí, besando lugares que me hicieron suspirar y quedarme con tan poco racionalismo como para formar aunque sea una oración.—Y aunque tú no lo aceptes...soy la única persona que ha podido hacerte sentir algo más que la necesidad de tenerme.
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Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)
RomanceUna parte de ella se rompió hace tres años y él es quien conserva los pequeños trozos que le hacen falta. Reconstruirse no fue un camino fácil y los muros de hielo congelaron su corazón, su vida había dado una vuelta completa, sus sueños se estaban...