Capítulo 27

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~ Julietha ~
Los tentativas de la vida

No pude pegar ojo en las noches consecutivas desde aquel día.

Era sábado y en la madrugada siguiente el vuelo privado salía con destino a Los Ángeles, había pasado la tarde anterior con Santiago sin que mi madre supiera y conseguí despedirme a duras penas sin derramar ninguna lágrima susurrándole que volvería a su vida muy pronto y que la distancia sería más corta porque había tomado la decisión de regresar a Estados Unidos, sin embargo, era un secreto que solo compartimos mi hermano menor y yo.

«Te prometo que no le diré nada a nadie, Juls» me perjuró enredando su meñique con el mío, consciente de que a su corta edad entendía lo que una promesa significaba. Lo vi bajar del vehículo y esperé hasta que entrara en casa confirmándolo desde el taxi. Al darlo por hecho, le di la dirección al chofer del hotel y me quedé encerrada en mi habitación las horas siguientes, tirada en mi cama, contemplando el blanco techo, pérdida en los ecos de mi cabeza.

Acaricié el volante con suavidad, acelerando solo por satisfacción, aquel Lamborghini era una auténtica belleza y el rugir del motor me enloqueció como desde hacía unas horas llevaba haciéndolo. Quise que mi vida fuera tan fácil de manejar como lo era un auto.

La muchacha que estaba en medio de los carros nos puso sobreaviso, sonrió coqueta al público y bajó los banderines dando la señal de partida. Mi contrincante y yo arrancamos dejando un vendaval de tierra a nuestro paso. Fue diferente ya que el circuito era cerrado y a vista de todos, con barriles de lata haciendo como de antorchas circulando el camino.

Volvía a sentirme esa adolescente de quince años dejando boquiabiertos a chicos mayores de edad que detallaban mi destreza con el volante. Saqué ventaja en las vueltas haciendo maniobras que podrían costarme la vida, sin embargo, contaba con que las dominaba desde muy joven y no respondí ningún mensaje a pesar de que mi celular no dejaba de vibrar desde que salí del hotel a las once de la noche.

Ya hacían cuatro horas de eso.

Faltaban muy poco para que amaneciera y yo no había dormido nada, lo más raro era que no tenía rasgos de cansancio ni señales de sueño. Estaba ansiosa e hiperactiva, con los nervios a mil y las ideas disparatadas en mi mente. Su voz no había dejado de atormentarme desde que me dio indicios de algo que no podía entender por completo. Tenía una pieza extra de un rompecabezas que ya creía armado.

Aceleré con más vigor. La última vuelta y volvería a ganar. El ronroneo fue espléndido cuando bajé los cambios y regulé la velocidad siendo alardeada por decenas de personas a los alrededores que me aplaudían y silbaban.

Mis fanáticos no habían aparecido hasta la segunda vuelta donde vencí ya que era las mismas personas vieron como perdí estrepitosamente hacía casi una semana atrás contra Aarón.

No salí del vehículo, sino más bien me estacioné a un lado, dejando espacio para la siguiente carrera como no lo hizo mi rival que estampó la puerta de su coche, molesto. Estaba muy equivocada si creía que alejarme me libraría de la muchedumbre.

—Felicidades.

—Se sabía que le iba a ganar.

—Tienes bastante práctica.

—¿Donde diablos estuvo metida aquella chica?

—¿Vistes esos malditos giros? Fueron de puta madre, tío.

Oí que se asombraban y al único que en realidad quise en mi campo de visión fue a Kaleb que se habría pasó entre las personas y me alzaba en sus brazos, feliz porque yo formaba parte de su grupo, y que ganara consecutivamente lo beneficiaba en demasía. Dejé de sentir los pies en tierra firme y lo abracé con fuerza. Él no supo porque lo hice pero lo intuyó ya que no me soltó a pesar de haberme dejado en el suelo.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora