Capitulo 33

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~ Julietha ~
Demonios del pasado

Dormir en un hospital nunca fue cómodo pero no existía fuerza en el universo que me hiciera cambiar de opinión sobre acompañar en su decisión a Dominik.

La terca de mi amiga no quiso moverse de la sala de espera por más que insistieron en que Jhonatan ya había salido de lo peor. Y al no poder dormir dentro de la habitación de Jhonatan por razones que supusimos ambas decidimos hacerlo a las afueras, con una brisa tétrica de los pasillos blancos con luces blancas incandescente. Y en el fondo de mi pecho se instaló el temor de que algún espíritu rondara cerca o los focos empezaran a parpadear.

Lo ultimo que recuerdo relacionado a ello fue rostro en el hombro de Dominik con las piernas encogidas en el asiento. Y luego todo se desató en mi mente. Fue como si mi alma saliera de mi cuerpo y viera la escena desde fuera.

Una pequeña pelirroja fingía dormir en una camilla de hospital y estaba atenta a casa movimiento con los ojos ligeramente abiertos, reguló su respiración, oculto los temblores que sentía en el cuerpo, y al saber que la enfermera ya no volvería a pasar igual que la noche anterior se levantó y sentí viendo a sus padres dormidos en un sillón cercano. Y su hermano no se encontraba cerca.

Columpio sus piernas que no alcanzaban el suelo por ser tan cortas, y brincó bajando de la camilla, casi perdiendo el equilibrio al no saber manejar bien el yeso en su muñeca. Se tambaleó y las lágrimas cayeron al notar su nuevo golpe, al hacerlo los músculos de su rostro también remitieron dolencias, ahora tenía el mismo moretón en el pómulo que su madre, solo que ella supo ocultarlo con el maquillaje que papá le había comprado luego junto a las rosas que llevo la tarde pasada.

Se encaminó hasta la puerta llorando, con lo pies descalzos, con tan solo una bata encima, queriendo alejarse de todo, de todos, de quién se había convertido en su verdugo pero ella quería más que nada. Hasta incluso comenzaba a creer que el problema era ella, que era su culpa que su padre la golpeara, que era su culpa que su padre bebiera hasta no saber ni cual era su casa, quizás no le demostraba lo suficiente que lo quería, quizás había hablado demasiado durante la cena, quizás había olvidado hacer algo que le pidió...siempre creía que el problema era ella y nunca pensó que quizás el problema era de él.

La seguí queriendo abrazarla porque por una extraña creía que era lo que esa pequeña necesitaba, pero no me fue posible, los sollozos fueron acrecentando y ya no caminaba sino corría hasta cualquier lugar que indicara un escape para ella, pero se topó con una enfermera y su terror no hizo más que comenzar.

-¡Julietha! ¡¿Donde está mi princesa?!-los gritos empezaron despertando la atención de varias otras enfermeras y de algunos otros pacientes con la puerta de su habitación abierta.

Se intentó zafar de aquella enfermera al reconocer la voz pero no lo consiguió y su padre dio con ella. Eran idénticos, dos gotas de agua con el mismo color celeste en sus ojos. Tembló al sentir sus manos en sus brazos.

-¡No por favor!-chilló temerosa y retrocediendo con los brazos flexionados a su su pecho, negando con el rostro inundado en llanto. Su madre intentó tranquilizarla pero su padre se lo impidió apartándola bruscamente.

«Déjala, papá. No le hagas daño. No más. Ya dolió lo suficiente. Ya aprendí la lección.»

Pude ver como su agarre en sus delgados brazos dejaban marca, como su mirada no era como el de un padre a su hija, como esa niña estaba sola contra un mundo que no debía conocer a esa edad, como todos la veían con lastima, como nadie hacía nada, como su madre tenía tanto miedo para no enfrentarse a su esposo y defender a su hija, vi como los ojos de aquella niña profesaban una desolación inmensa que te dejaba sin aliento.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora