Nuestro pequeño ángel
~ Aarón ~En cuanto vi la sangre resbalar entre sus piernas supe que nada iría bien. Y una parte de mí lo entendió todo sin necesidad de que le explicasen nada, pero la incredulidad ganó la batalla y decidí que prefería oír en voz alta y cada palabra con cada una de sus letras bien pronunciadas lo que le sucedía a Julietha.
La sostuve cuando se doblegó por el dolor soltando balbuceos y la alcé en vuelo con mi corazón retorciéndose cada vez que ella lo hacía contra mi pecho. Tiritaba como si tuviera frío aunque una fina capa de sudor se instaló sobre su frente. No entendía que le provocaba ese dolor cerca de la zona del abdomen pero no me pararía a averiguarlo ni tampoco tardaría en descubrirlo.
Le pedí a Fer que cogiera las llaves de su auto con la voz temblorosa y salí con Julietha en brazos, que no dejaba de llorar contra mi pecho y repitiendo una súplica que no pude reconocer. Mi mejor amiga aceleró todo lo que pudo con las manos temblorosas y agradecí que casi no respetara semáforos ni señales de tránsito aventurándose así a la clínica más cercana a casa.
La tendí encima de una camilla en cuanto pase las puertas de emergencias y los paramédicos vieron que llegaba con una mujer en brazos y la camisa blanca manchada de sangre. Los allí presentes se asustaron al verme de esa forma pero pronto descubrieron que no estuvimos en medio de un tiroteo ya que no gritaba pidiendo ayuda ni hacía presión sobre ningún herida superficial.
—Parece un aborto.—balbuceó una de las enfermeras casi en un susurro que no alcanzaría a escuchar y antes de que su colega comenzará a hacer preguntas mientras caminaban arrastrando la camilla, llevándose a Julietha lejos de mí, que no dejaba de llorar con las manos rodeando su vientre.
No era posible. Julietha se hizo una prueba en mis narices. Julietha esperó conmigo y ambos vimos como había salido negativo. Quise no perderle el paso, seguirlos hasta cualquier habitación, seguir tomando su mano pero fue inútil, sabía que diera un paso o dos me prohibirían acompañarla.
—¿Está embarazada?—fue la primera pregunta que el hombre vestido con una bata blanca hizo mirando a mi dirección—Es lo probable y de no fallar mi intuición. ¿Es la primera vez que le sucede una pérdida? ¿Ha ingerido algún medicamento? Debe decirnos todo lo que puede ser de nuestra ayuda para saber de que está padeciendo su esposa.
Me pasé las manos por el cabello exasperado ya que sabía poco de esa mujer a la que etiquetaron como mi esposa. No conocía ninguna rutina más que la que había establecido hacía una semana, ni siquiera podía decirles que fue lo último que ceno o si lo había hecho. Por eso me sentía impotente, de no poder hacer ni decir nada para de esa forma ayudar a Julietha, estaba con las manos atadas por la espalda y un terrible vacío que comenzaba a desplazarse conforme pasaba el tiempo, conforme la incredulidad se evaporaba y esa parte que no se perdía de nada volvía a aparecer con más ímpetu.
—Si. Ella está embarazada.—se apresuró a contestar Fernanda por mi—Tiene cuatro semanas según sus cálculos y toma medicamentos para contrarrestar la anemia que tiene desde hace tres años, pero cuando se enteró dejó de seguir con su medicación sin supervisión alguna,—habló con rapidez soltando todo lo que sabía, me pregunté desde cuando me ocultaba que iba a ser padre—no ha ido a ninguna ginecóloga para realizar algún ultrasonido ni ningún chequeo, así que el estado de su embarazo es realmente incierto...y en sus consultas habituales la médico le dijo...
La primera frase me produjo un torbellino de emociones. Tuve que sentarme en una de las sillas de espera para no desplomarme allí mismo o caer de rodillas ya que las piernas me fallaban. Me cubrí el rostro con las manos y por una extraña razón mis ojos se llenaron de lágrimas. Esa noticia fue el desencadenante de cualquier contención que pudiera tener afianzada en el pecho.
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Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)
RomanceUna parte de ella se rompió hace tres años y él es quien conserva los pequeños trozos que le hacen falta. Reconstruirse no fue un camino fácil y los muros de hielo congelaron su corazón, su vida había dado una vuelta completa, sus sueños se estaban...