Capítulo 15

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~ Julietha ~
Dichosa adrenalina

Por mis ojos salían llamas que atravesaban su alma y lo calcinaban, en mi mente lo torturaba de mil maneras distintas hasta que rogaba por estar tres metros bajo tierra.

Y Kaleb lo salvó. Maldito Kaleb y su voz firme que interfirió en la realización de mis planes.

—¡¿Cómo mierda piensas competir si no tienes auto?!—me preguntó, Kid que apareció no sé de donde retrocedió un paso.

Era un pequeño detalle, que ya estaba solucionando, o estaba en ello hasta que alguien hizo su entrada triunfal aquella noche.

—Vas a participar ya, Julietha. No puede dejar este turno en el aire.—me siguió presionando. Dafne frunció los labios en un acto que quiso decir «perdón por no ayudar pero no me pondré en su contra

Su novio se veía seriamente amargo, me había llamado por mi nombre y Kaleb jamás lo hacía. Por el rabillo del ojo vi la mandíbula de Aarón tensarse y apretar el puño a su costado.

—Verdad.—señaló Kid revisando una hoja que tenía sobre una tabla, se parecía a un repartidor con todo y un lápiz en su oreja—Tú eres el chico del Ferrari rojo, compites contra Rayo McQueen. Y tú, bonita, deberías ir a conseguir un auto pero ya. No esperes más.

Dejé de oírlo porque ahora tenía dos problemas nuevos: no conocía a nadie de aquí y necesitaba un auto urgentemente e iba a tener de contrincante a Aarón. Sabía la tradición del lugar, los espectadores apostaban dinero por uno de los dos, a la vez que los conductores apostaban algo entre sí. Me guardé esa información para mí, ya que estaba muy segura que Aarón no sabía de ello, decidí tomarlo como una ventaja y pensar que le pediría si ganaba—cosa que iba a suceder de todas formas—a la par que buscaba alguien dispuesto a prestarle su auto a una completa desconocida.

—Kaleb querido,—sonreí falsamente, Dafne alzó un ceja y Aarón me miró mal—¿no tendrás algún amigo que...?

—Ninguno. Es tu problema. Soluciónalo por tu cuenta, Rayo McQueen.—y sin darme ni una pizca de ayuda se alejó con Dafne.

Bufé colocando las manos en mi cintura. ¿Qué iba a hacer? Tenía que ser un buen auto, iba a competir contra un Ferrari, yo había conducido ese Ferrari y no era cualquier Ferrari. En mi desesperación y angustia, olvidé por completo que Aarón se encontraba allí, junto a mí, mirándome con cierto brillo de curiosidad, firmeza, desafío en sus irises cafés.

—¿Vas a participar?—me interrogó aunque fue testigo de cómo casi Kaleb me comía viva.

—Lo haré.—afirmé asintiendo y estiré el cuello tratando de ver quien tenía pinta de ser amable y pusiera poca resistencia.

Encontré a grandes prospectos así que por ello dejé de oír a Aarón cuando rebatió. No me arruinaría la noche, no lo haría. La única manera de conseguir algo aquí era siendo algo que no era, linda, segura de mí misma y coqueta.

La mayoría eran varones, con dinero, ego alto, algunos guapos otros no tanto, unos con ganas de diversión a diferencia de los que buscaban emoción con el rugido de los motores. Y las pocas chicas que iban allí, en su gran porcentaje tenían novio, así que ese ya era su fachada de «dudo que te quieras acercar a mí» y las que no, captábamos miradas, silbidos de los más insolentes, no era tan peligroso ni arriesgado como podría llegar a parecer, ahí existía tanto bondad y maldad; igual que en cualquier rincón del mundo.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora