Capítulo 61

64 4 0
                                    

~ Julietha ~
Ave fénix

A la mañana siguiente me levanté muy temprano por culpa de una pesadilla, salí de la habitación para ir al baño y al asomarme por el corto pasillo descubrí el motivo por el que ayer hacían tanto ruido con maderas.

No capté movimiento de nada, aunque a decir verdad mis sentidos no muy despiertos ni tan concentrados estaban, me acerqué hasta el caballete en una esquina de la sala de estar, una caja de cartón reposaba a mi lado y encima un par de lienzos nuevos aún con el plástico que los cubría. Me agaché y aparté los lienzos abriendo la caja como niña pequeña con los regalos la mañana de Navidad.

Eran mis pinturas. La mayor parte que tenía sobre mi escritorio. Eso solo pudo ser obra de Aarón, me levanté con cuidado y me dirigí hasta las habitaciones de Dominik y Fernanda con la intención de despertarlas para que me confirmaran mis sospechas. En el cuarto de Dom no encontré a nadie, y cuando me asomé a la antigua habitación de Brenda que era ocupada por Fernanda vi que la puerta tenía una rendija abierta.

La abrí casi por completo con cuidado de no hacer una entrada tan grotesca y descubrí a otra persona allí dentro. Aarón con los audífonos puestos frente a su computador sin camiseta y recostado en la cabecera de su cama. Estaba muy concentrado pero ni siquiera se inmutó al verme.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté sin saber si me escucharía. Pensé que intentaría solucionar sus problemas y luego veríamos que sucedía con nosotros. Desde mi punto de vista, era lo más sano para ambos.

—Soy tu nueva niñera.—sonrió viendo la pantalla de su laptop.

Descansé mi peso todo sobre una pierna.

—Hablo en serio.—no estaba para sus juegos.

—Yo también.—me miró por fin y señaló con su barbilla a la maleta pegada a la pared. Negué ya que no entendí su repentino interés.

—Como digas, Aarón.—no iba a discutir.

—¿Necesitabas algo? Son las cuatro de la madrugada. ¿Qué haces despierta?—dejó su laptop a un lado y pude ver que estaba viendo una película, una buena y que me hacía dudar acerca del conocimiento que tenía con respecto a su mal gusto cinematográfico.

—Nada. Solo quería hablar con Fer, pero será mañana. O cuando pueda verla.

—Está bien.—asintió.—Trata de descansar un poco más.

No impidió que me saliera de su habitación y yo cerré su puerta. Me encamine de nuevo a la sala, mover el caballete hasta el cuarto hubiera sido un motivo perfecto para sacarlo de su jurisdicción y no quería llamar su atención, así que me limité a mover un taburete de la barra de desayuno, subí las persianas de la ventana más cercana para tener algo de luz nocturna iluminándome y comencé a sacar pinceles, mi paleta con pintura reseca, acrílicos y até mi cabello despeinando en un moño alto suelto.

Aún le debía una colección a Olivia y si bien ya había avanzado algunos cuadros, me faltaba unos otros. Tendría que llamarla cuando antes para postergar un poco más la exposición, para en cuanto terminara la colección completa y me recuperara emocionalmente. Decidí que eso sería lo primero que haría por la tarde. El pincel tembló ante el primer trazo, luego con el segundo y al tercero también.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora