Capítulo 25

81 4 1
                                    

Las rosas del invernadero
- Aarón -

No surgió la necesidad de rozar sus labios ni la urgencia por sentir su piel en contacto con la mía. A mi cuerpo le bastó con que nuestros alientos se entremezclaban. La cercanía fue más que placentera y cómoda. Tenerla entre mis brazos de esa forma fue más de lo que pude haber pedido.

La rabia que sentía correr por mis venas fue sosegada por la paz que aquella pelirroja me proporcionaba con su sola presencia a pesar de ser la culpable de desatar ese sentimiento en mí. Había deducido con certeza lo que sus ojos me demostraron cuando se centró en verme al mencionar al tipo que había colocado un anillo de compromiso en su mano izquierda.

Conocía de vista al tal Elliot Graham, no más, ya que no me dejé influenciar por lo que los artículos de periodista escribían sobre el gran manager de las estrellas del arte. No pude crearme una idea concisa de aquel hombre, en mi mente solo había un rostro y un espacio por ser llenado esperando nuestra primera interacción cara a cara. Sin embargo, me bastó ver a Julietha nombrándolo para entender que no todo era tan perfecto en su relación como se hablaba, que en realidad, nada lo fue.

Me enloquecería oír que le habían hecho daño, que la lastimó de alguna forma cobarde, que tuvo la poco hombría de aprovecharse de sus puntos vulnerables...y podía seguir carcomiéndome el cerebro imaginando mil cosas más. Besé su sien y sonreí sobre su piel camuflando mi pensar.

Quizás ese era un grave ya que no le permitía verme transparente, con todo aquello que me atormentaba y tenía que tratarse sobre ella. Si quería recuperar su confianza tenía que mostrarme tal y como era, con esas preocupaciones, con esos defectos. No más mentiras, no seguir ocultando a ese demonio que no debió ver jamás.

—Le atine.—susurré victorioso, ella sabía que podía leerla como un libro y que sus ojos fueron ventanas sin cortinas que revelaron sus sentimientos.

—Es un hombre bueno,—dijo—mejor que...—supe que quería herirme, ese era su propósito, lo había notado desde que nos vimos. Por más que nos hayamos besado, acariciado, desafiado, sabía que eso no cambiaba nada nuestra situación y que una parte de ella quería verme devastado.

«Si supieras, pelirroja. Si tan solo supieras cuanto daño nos causé a ambos, no solo a ti, te darías cuenta que ya no podrías romperme más...estaba hecho trizas, y tan solo trataba de soportar para que no me convirtieran en polvo» me engullí mis palabras con un dolor restableciéndome en el pecho.

Nuestro momento en cualquier segundo podría terminar. Los meseros volverían a entrar para llevar los postres. Estábamos contra reloj y literalmente, escondiéndonos de personas que nos creían desconocidos, incluso mi titiritero estaba afuera creyendo que tenía a su marioneta dominada.

—¿Mejor que quién?—quise saber, se desorbitó por la dureza con la que hablé, se relamió sus labios tensa.

Abrí los ojos, encontrando con el celeste atormentado de su mirada. Ya no veía un cielo despejado, sino un mar embravecido.

—Da igual.—se encogió de hombros, soltando mis brazos y pasando a abrazarse a sí misma, fue su manera de establecer distancia y protegerse—Es inútil compararlos porque no hay punto de inflexión, él es Elliot Graham, y tú eres Aarón Ruiz. Simplemente, no puedo.

Agradecí que no lo hiciera. Porque podría volverse un debate de nunca acabar a menos que sea devorándonos con besos, ya que era la única manera de callarnos. Estaba seguro que no lo amaba, y que lo intentó, pero no lo consiguió porque yo aún seguía invadiendo su ser. Aunque no lo aceptara, me seguía perteneciendo, su cuerpo me lo demostraba cada que tan siquiera la rozaba, su corazón me lo confirmaba con su latir, su manera de protegerse ante lo que aún causaba en ella me decían que Julietha no me había olvidado y...yo buscaba las maneras de responderle con mis gesto que yo tampoco pude olvidarme de ella.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora