Capítulo 38

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~ Julietha ~
El tiempo que tenemos

Desperté acurrucándome como un gato en su pecho. Me apresaba rodeando mi cintura con sus manos y el calor de su piel alcanzaba a colarse entre los poros de la mía. Acomodé mi rostro, observando el mar a través de la pared de cristal pensando que Aarón ya estaría despierto por la fuerza que ejercían sus brazos.

Pero al alzar la mirada me di cuenta que no, que su respiración era suave y sus pestañas formaban una sombra sobre sus pómulos. Pasé mi mano por su cabello y luego por su mejilla, acariciandolo con cuidado de no despertarlo.

No me resistí y rocé sus labios, tenia el sueño tan pesado que no se despertó ni con ello y yo pude estar en paz con mi conciencia. Me deshice de su agarre despacio, levantándome para ir al baño pero refunfuñó en respuesta, lo había conseguido y a cambio arrugó su ceño acomodándose de lado.

Recogí mi sudadera y me la coloqué, buscando mi liga para hacerme una coleta. Maldije en mi mente a Aarón porque no la encontré en ninguna parte hasta ver su muñeca y la desaparición de mi liga tuvo respuestas, ni siquiera hice el amago de quitársela, temía que volviera a acostarme a su lado de un tirón de mi brazo, y yo necesitaba con urgencia hacer pipí. Peinando con los dedos mi cabello me dirigí al baño, saliendo a los minutos y parándome bajo el umbral viendo que se removía entre las sábanas.

—Julietha...—susurró buscando algo a su lado, moviendo las almohadas.

Rodeé la cama, sentándome en el borde y tomando su mano. Volvió a quedarse dormido al sentirme a su lado, no quería levantarme aún y me eché de nuevo, de costado siendo arrastrada al poco tiempo hasta que mi espalda chocó con su pecho. Su brazo rodeó mi cuerpo y yo entrelacé mi mano con la suya.

Era extraño estar lúcida y despertar de esa forma, habían sido tres años en donde muchas cosas cambiaron, incluida mi manera de despertar, que casi siempre era sola, tanto si dormía con Elliot o no, que también era muy difícil que sucediera. Oí que pronunció algo que no entendí y siguió en su quinto sueño.

Me sentía descansada después de bastante tiempo, y quise que él al menos por ese día sintiera lo mismo ya que por las ojeras de su rostro revelaban que él tampoco dormía bien. Me decanté viendo las olas en un vaivén que transmitía calma y luego mi mirada se dirigió al cuadro. El mismo que Aarón compró en la subasta, el que Vivianna no sabía dónde colocar en la casa de recién casados, ahora sabía que todo lo que dijo no era cierto, que esa casa no existía porque estaba segura que habría hecho de todo para llevárselo.

Mis párpados volvían a pesarme y sopesé la idea de dormir un par de horas más, hasta que sentí que el brazo que rodeaba mi cuerpo se movía, husmeando debajo de mi sudadera, acariciando la piel de mi cintura y luego ascendiendo por mis costillas quedándose muy cerca del objetivo final, estaba segura.

—Buenos días, pelirroja.—algo revoloteó en mi estomago pero quise creer que era por el hambre. No había probado bocado sólido desde el almuerzo de ayer, ya que no toqué ni un pedazo de mi cena.

Me siguió tentando dibujando no supe distinguir qué muy cerca de mis pechos. No le iba a dar motivos de diversión y me di la vuelta, encarándolo, cosa que fue peor ya que eso le dio la accesibilidad de acercar su rostro todo lo que quisiera debido a mi poca resistencia y cuando su nariz rozaba la mía, deslizó su mano hasta casi cubrir uno de mis pechos por completo.

Cerré los ojos tratando de decirme a mi misma que solo era deseo, que mis reacciones eran provocadas por una atracción justificada por su físico bien trabajado y bendita naturaleza. Aarón era bastante guapo, hasta un ciego podría decirlo, y verlo recién despierto aumentaba ese atractivo, y ni que decir de cuando usaba trajes, era una maldita debilidad que tenía.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora