Capítulo 30

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- Julietha -
La sonrisa más bella del mundo

Llevábamos un buen rato así.

Retándonos con la mirada, era un idiota que se robaba mis frutos secos aunque un buen devorador de lo que yo por mi alergia no podía comer: nueces.

Al final terminé entregándole el paquete con un poco de lo que sobraba y sacudí mis manos pasando a observar cómo sobrevolábamos por las azoteas de los edificios de Los Ángeles.

Desde la noche anterior ninguno tenía cobertura, y éramos conscientes de que al descender los móviles nos estarían explotando en mensajes. Yo con los de Dominik y otros correos de trabajo mientras que los de él serían de...de...ni siquiera sabía de que podían ser.

Olivia y Ulises no levantaban sus miradas de las tabletas que cada uno tenía en sus manos desde que subimos al avión, ambos organizando una copada agenda llena de reuniones, contratos y eventos que empezarían a partir de que la reconocida dueña de las galerías Terra a nivel mundial pisará el suelo de Los Ángeles.

No hablé con nadie antes de despegar. Decidí que mi llegada a Los Ángeles sería una sorpresa para todos y sabía que para algunos ya no sería tan agradable recibirme, salvo por Dominik con la que nunca perdí comunicación, a diferencia de los demás, de esos amigos que consideraba hermanos y luego los aparté sin más. Me dolió, pero entendí que debía hacerlo, que atarlos a mí era un acto egoísta y la distancia al final terminaría destruyendo nuestro lazo si igual yo no lo hacía primero.

Me levanté a pesar de que ya faltaba muy poco para aterrizar y me dirigí al pequeño baño. El jet privado tenía incluso una habitación y donde nos encontrábamos era una especie de mini sala. Era uno muy distinto al que habíamos venido de Francia donde solo eran asientos laterales, de color blanco con mesas en medio.

Respiré. Me concentré solo en respirar y pase mis manos por mis piernas apoyando mi espalda en la puerta. «Respira, Julietha. Todo va a estar bien. Solo respira.»

Tardé unos minutos en recomponerme. Al salir me lo encontré apoyado en el umbral que conectaba con la habitación y me tomó de la muñeca adentrándome allí. Pensé que como años atrás resolveríamos todos en esa cama que parecía recién hecha, pero no. Acomodó mis cabello tras mi oreja y me obligó a conectar con sus ojos.

—Ey...¿qué sucede?—me preguntó en susurros.

—Nada. Estoy bien.—mentí fingiendo sonreír, saliéndome terrible el teatrito.

—Aún no aprendes a disimular cuando mientes, pelirroja.—reveló sonriendo tan solo un poco que creí que era producto de mi imaginación.

Me abrazó y aunque pensé que mi cuerpo se pondría rígido, fue en vano, porque no lo hizo, se dominaba solo. Dejé que me envolviera entre sus brazos reprimiendo las ganas de devolverle el gesto. Ya que no sabía cuanto lo necesitaba hasta que me lo dio.

—No siempre se está bien, Julietha. Y no entiendo cómo pero puedo notarlo cuando tú no lo estás.—musitó por lo bajo—Así que es en vano que intentes mentirme, ángel.

—Que no soy un ángel.—rebatí sin apartarme.

—Ya, pequeño demonio.—entorné los ojos ahora sí alejándome un poco.

Contigo hasta el infinito (INFINITO #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora