11. "Viajando con un elfo"

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Justo al mediodía, continuaron su marcha con rumbo Oeste. Iban a paso lento, los caballos habían huido en la emboscada. Al anochecer llegaron a la frontera del desierto, decidieron acampar y continuar en la mañana.

—No hablas mucho, ¿eh?— preguntó Naruto, mientras desoyaba una liebre que Kurama le había traído. Sasuke no había dicho palabra en todo el día.

—No hay razón para que esté hablando de cualquier cosa sin sentido— respondió mientras sacaba una pequeña bolsa de su alforja. Naruto lo observó con interés cuando comenzó a comer una masa suave y blanca.

—¿Qué es?— preguntó.

—Pan— Sasuke levantó una ceja, dándole a entender que había hecho una pregunta tonta.

El pan que conocía Naruto no se parecía en nada, era oscuro y duro, con harina muy poco refinada. Se quedó mirándolo hasta que Sasuke cortó un pedazo de su comida y se lo ofreció.

El rubio lo giró en la mano y lo olió, después comió un bocado.

—Me gusta este pan— concluyó con una sonrisa —Si quieres guarda un poco para que acompañes el asado— aconsejó.

—Los elfos no comemos carne— el joven lo observó por primera vez como si viera algo realmente extraño.

—¿De verdad?— preguntó.

—Si alguna vez llegas a ir a Galadh Mallen y completas tu entrenamiento, tampoco serás capaz de comer nada que halla estado vivo— dijo, señalando la presa y el muchacho bufó incrédulo.
 
—¿Me hablarías de tu pueblo?— preguntó Naruto al rato, interesado.

—¿Qué quieres saber?

—No lo sé, no tengo idea de por donde empezar. Tal vez de esa ciudad, Gal...— se le había olvidado el nombre.

—Galadh Mallen— Sasuke terminó su comida con calma bajo la mirada atenta del jinete y después comenzó a limpiar su espada, todavía manchada con la sangre de los hombres bestia —Es la única ciudad que tenemos, los demás son asentamientos. Aún así, no es tan grande como Barad Môr. Nuestro aran es Itachi, desde hace más de cien años, antes de la caída de los jinetes. No podría explicarte como luce la capital élfica, supongo que tendrías que verla.

—¿Qué edad tienes tú?— preguntó el muchacho, recordando que los elfos vivían muchos años.

—Ciento veinte— contestó y Naruto abrió los ojos, sorprendido. Sasuke lucía como un joven contemporáneo con él —El tiempo pasa más lento para el pueblo edhil, pero contrario a lo que muchos creen, no somos inmortales. Solo vivimos muchos años— el muchacho asintió.

—Su aran... Itachi, es poderoso, ¿no?

—Es el mejor hechicero elfo. Sé lo que estás pensando... pero aún así no es rival para Madara. Un buen oponente tal vez. El tirano cuenta con un enorme ejército, y ahora también sabemos que utiliza a los hombres bestia. Aunque los elfos tenemos la gracia de la longevidad, somos muy poco fértiles. Si perdemos un número muy grande de soldados, nuestra raza estará condenada a la extinción. Esa es la razón por la cual no podemos lanzarnos a la batalla sin, aunque sea, la mínima posibilidad de ganarla.

—Entiendo— Naruto asimilaba las palabras de Sasuke y sentía, además de admiración, pena, por el pueblo elfo —¿Entonces, si son tan poco fértiles, ninguno tiene hermanos?

—Son muy raras las parejas que tienen dos hijos y aún más las que tienen tres. Creo que en nuestra historia, solo ha sucedido dos veces. Por lo general el tercer hijo es un elfo con gran talento mágico y una enorme cantidad de angol— Sasuke carraspeó —Pero seguiré hablando de mi pueblo en otra ocasión. Tu maestro me pidió que continuara enseñándote palabras en nuestra lengua, así que empecemos.

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Nuevamente Naruto se perdió en el movimiento repetitivo de las manos que afilaban la punta de flecha. Esta brillaba peligrosa y luego sus ojos subieron lentamente por esos brazos anónimos. Pero justo antes de ver el rostro de esa persona, una cabellera negra interrumpió la imagen que se tornó oscura en su totalidad. Entonces un perfil femenino y desconocido apareció. Iluminado a contra luz, apenas se podían percibir los rasgos.

—¿Quién eres?— artículo el joven, pero sus palabras se perdieron como si las hubiese dicho debajo del agua.

La mujer no se volteó, simplemente se quedó quieta y luego todo se sumergió nuevamente en la más profunda oscuridad. Ahora veía un lugar húmedo y sucio, una celda quizás. Otras manos aparecieron, pero no blancas, estaban mugrientas y heridas. Sus muñecas quemadas por grilletes de hierro. El cabello rojo le cubría el rostro, pero a pesar de que su cuerpo lucía frágil, en su boca había una mueca de rabia y desprecio.

"Bad nan duvén, nid Dinant edra i gador nid i maethor ai ú glam na nûr"

Escuchó en su cabeza como un eco y después de ver unos ojos grises y brillantes, despertó sobresaltado ¿Por qué había tenido ese sueño tan extraño? Miró a su alrededor, todavía no había amanecido. Sasuke estaba despierto observando el cielo estrellado con la mirada perdida, en cuanto se percató de que Naruto se había levantado, giró para verlo.

—¿Ocurre algo?— preguntó.

El muchacho no sabía si decirle o no. Para él, ese sueño no tenía sentido alguno, pero la frase que escuchó en el idioma antiguo no se iba de su cabeza. Reconocía algunas de las palabras, como: Sur, guerrero, calabozo. Otras se le escapaban. Miró al elfo, si le decía a lo mejor se reiría de él, aunque todavía no había visto algo parecido a una sonrisa en su cara.

—Tuve un sueño extraño— admitió, y le pareció raro el interés de Sasuke. Este se acercó y lo escrutó con la mirada.

—¿Qué clase de sueño?— preguntó, sin apartar los rasgados ojos negros de Naruto.

El joven decidió guardar el pedazo del desconocido que afilaba la flecha. No era la primera vez que soñaba con eso, le había cogido cierto sentido de pertenencia y de alguna forma un cariño personal, a esa visión relajante.

—Una mujer... estaba en un calabozo encadenada. Después escuché una frase en el idioma antiguo.

—¿Qué frase? ¿Puedes repetirla?— preguntó el elfo con premura. Naruto asintió.

Bad nan duvén, nid Dinant edra i gador nid i maethor ai ú glam na nûr— repitió y como si hubiese entregado un mensaje, la frase se perdió en su mente —¿Qué significa? No logro comprender la mayoría de las palabras.

Sasuke se sentó en un tronco y pasó la mano por su cara con frustración.

—¿Qué pretendes Hen Ithil? ¡¿Que lo lleve a la guarida del enemigo?!— dijo enojado, mirando al cielo.

—¿Puedes explicarme lo que sucede?— exigió Naruto y Kurama gruñó bajo.

—"Ve al Sur, y en Dinant, saca del calabozo a la guerrera que no tiene raza"— tradujo —Ese es el mensaje, pero no entiendo porqué Hen Ithil te lo envió a tí y no a mí— negó con la cabeza.

—¿Quién es...?— Naruto detuvo sus palabras al ver la mirada hastiada del elfo.

—Es la elegida de la Luna, la pitonisa del pueblo edhil— respiró profundo para alejar su rabia.

—Entonces lo que dijo debe de ser importante, ¿no? Iremos a Dinant y...

—No podemos ir allí— lo interrumpió —Cuando llegué al El Valle en tu búsqueda, había soldados de Madara apostados hacía ya varios días. Escuché claramente que mencionaban Dinant como su siguiente destino— Naruto abrió la boca para hablar, pero Sasuke lo calló con un gesto de la mano —Eso no es todo, entre ellos había una persona, un mago, si no me equivoco. Poderoso sin duda, pude sentir su angol oscuro. Dijo que el tirano le había enviado un regalo a esa ciudad— apretó la empuñadura de la espada —El destino se ríe de nosotros. Lo más probable es que el regalo del mago, sea la mujer que Hen Ithil quiere salvar.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora