86. "Elfos o Humanos"

1K 221 19
                                    

Dando vueltas en espiral, el dragón llegó al suelo y aterrizó con un ruido sordo sobre la tierra rojiza. Naruto soltó las correas de sus piernas y caminó hasta detenerse en la enorme cabeza de Kurama, observando desde arriba a su enemigo.

—Deten este juego, Madara se está poniendo impaciente y es un verdadero dolor de culo— dijo el hechicero, su voz era somnolienta y aburrida, como si no estuviese en medio de una batalla donde cada segundo morían decenas de personas.

—¡El traidor debería estar más que inquieto!— gruñó el joven —Los Rebeldes no estamos jugando. Venceremos y recuperaremos Naudôr.

—No tienes idea de los poderes de Madara, niño. Esta pequeña revuelta no es ni siquiera motivo para que él decida salir de su castillo. Si hubiese venido con nosotros, ya estarían todos muertos. Entrégale tu dragón, júrale lealtad y se te perdonará la vida.

—¡Primero muerto!— gritó

—Que así sea...— concluyó el mago —Hûn: naur, nen, a glaur, ed-ned enni (Corazones: fuego, agua y rayo, salgan de mí)

Naruto retrocedió un paso por reflejo, cuando aquel hombre se despojó de su capa y de su espalda salieron tres criaturas espantosas y de piel oscura, como hechas de barro o un estambre pegajoso. Cada una tenía una máscara que hacía función de rostro, y el jinete no pudo percibir si respiraban o siquiera estaban con vida.
Una de ellas saltó fuera del círculo y se perdió entre los soldados, bajo la vista preocupada de Naruto.

—¡Tu lucha es conmigo!— exigió desesperado.

—Esa no puede hacerte ningún daño, así que me es inútil. Irá a buscar una presa mejor— explicó.

Naruto volvió a mirar hacia donde se había marchado la criatura y pudo ver a Sasuke a lo lejos. Apretó la empuñadura de su espada y gruñó de rabia, preocupado por su esposo y por Sakura, que luchaba justo a su lado.

¡Cuidado!— el grito de Kurama en su consciencia lo hizo brincar, justo antes de que un chorro de agua letal lo alcanzara —No te preocupes por el elfo, el puede cuidarse solo, concéntrate en lo que tienes delante. Este sujeto es muy fuerte— aconsejó.

—Eres realmente bueno, ¿eh?— habló el mago, con tono divertido —Estás a punto de morir y piensas en los demás ¿Quieres terminar conmigo para ir a ayudar al príncipe de los elfos?— su tono cambió a uno burlón y Naruto gruñó bajo —Entonces... ¿qué harás si hago esto?— con un gesto de su cabeza, otra de las criaturas saltó fuera del círculo y empujando a los soldados que se le atravesaban, avanzó rumbo al jefe de Los Rebeldes —¿Qué eliges? ¿Ayudarás a un elfo... o a un humano? Mantenerse neutral no es tan sencillo, ¿verdad?

—¡Eres un monstruo!— gritó el jinete y de un salto, aterrizó delante del hechicero, empuñando su arma —¡Acabaré contigo!

—Inténtalo— retó el mago y sacó su espada, más ancha que la de Naruto.

Kurama, sin recibir ninguna orden, se lanzó contra la criatura que quedó en el círculo. Con una llamarada la encerró, tratando de calcinarla, pero cuando el fuego cesó esta se había envuelto en una burbuja enorme de agua. El líquido se desparramó humeante y luego un chorro cortante hirió una de las patas de dragón. Naruto maldijo, sintiendo el dolor de su compañero a través del vínculo, mientras chocaba espadas con el Akatsuki.

La fuerza del hechicero era antinatural, rivalizaba perfectamente con la de un jinete de dragón. Al joven le temblaban los brazos cada vez que se cubría de uno de sus ataques directos. Si Sûl naur no fuese una espada mágica, se habría partido desde el primer choque. Antes que el hechicero pudiese reaccionar, atacó su mente enviando su consciencia como un cuchillo afilado. Este no se inmutó ante el dolor, siguió atacando fieramente. Era difícil rebuscar en su mente mientras se batía en duelo con un espadachín talentoso, pero Naruto no podía cejar. Pronto encontró lo que buscaba, agradeciendo que el pensamiento de ese Akatsuki no estaba tan protegido como los otros, parecía centrarse más en los ataques físicos. Pero su cabeza estaba vacía de recuerdos, como si actuara por pura orden o instinto. Tal vez Madara halló la manera de controlar a sus esbirros como si fuesen simples marionetas. Sin embargo, en lo profundo de la negrura de su mente, un brillo verde y débil, llamó su atención.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora