8. "Volando"

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—¡¿No sabes leer?! Claro, Sarutobi te mantuvo ocupado en la granja. Ese viejo cabeza dura no creería que la educación es importante— bufó —Eso nos atrasa aún más.

—No necesitaba saber leer en la granja, padre solo me enseñó los números para que no me timaran al vender las cosechas— defendió y Minato suspiró.

—Por lo menos te hizo un muchacho de bien— dijo y Naruto se relajó un poco —Aprenderás a leer también, es imprescindible. Como jinete deberás firmar tratados y documentos, quedarías en vergüenza si ni siquiera sabes lo que dicen, o te podrían engañar fácilmente.

Después de hablar un poco más sobre los fundamentos de la magia, Minato comenzó a adiestrar a Naruto en el uso de la espada. El joven, confiado al principio, ya no lo era tanto al recibir varios golpes de la bara de madera con la que practicaban. Se durmió bien entrada la madrugada, pero Minato no, se quedó despierto lidiando con un pedazo de cuero que había comprado en Volterra. Su trabajo fué sorpresa para Naruto al despertar, a pesar del dolor de sus golpes, vió con felicidad la silla que el mayor había hecho para Kurama.

—¿Puedo colocártela?— le preguntó este al dragón. Kurama se desperezó y se acercó a él.

La silla era bastante simple. Un sillín de cuero grueso con bridas que rodeaban el cuello y el torso, formando una cruz hasta las patas delanteras del animal. Justo donde deberían estar los estribos, habían tres correas con hebillas de metal.

—Sube— le dijo a Naruto —Anda, sé que esta vez te encantará— volvió a decir al ver su cara de duda. La primera experiencia de vuelo con Kurama fué aterradora, pero con un suspiro, Naruto se subió al fin. Minato le ató las tres correas a las piernas en distintos lugares, siendo la última muy pegada a las rodillas —Los dragones no necesitan bridas como los caballos, porque son criaturas inteligentes y saben a donde ir, además de que puedes comunicarles con la mente tus deseos. También necesitarás las manos libres para usar la espada, pero sé que cuando haga piruetas en el aire querrás sostenerte— rió —Puedes hacerlo de aquí— señaló dos agujeros hechos en el duro cuero del sillín, por donde cabían sus dedos como si fuese un aza. Cuando todo estuvo en su lugar, Minato se alejó para contemplar su obra —¡Vamos, a volar!— dijo con emoción.

Naruto se sujetó fuerte al sillín en cuanto Kurama dió un salto y comenzó a batir las alas con fuerza.

Tranquilo, pequeño, no hay lugar donde estés más seguro que en mi grupa. No te dejaré caer— dijo el dragón, al sentir el nerviosismo de su jinete.

Se elevó trazando una espiral en el aire, cuando estuvo lo suficientemente alto, Naruto levantó su cabeza y observó el horizonte verde y azul adelante.

—No fué tan malo— se tranquilizó a sí mismo. Sintió que el pecho de Kurama vibró y lo interpretó como una risa.

El animal se lanzó en picada, arrancándole a Naruto un grito de terror. Giraba mientras caía y el muchacho ya no supo dónde quedaba el cielo o la tierra. Estando completamente desorientado, cerró los ojos para no marearse. Se concentró en los pensamientos de Kurama, el dragón se sentía tan libre y poderoso en el cielo, que poco a poco Naruto se fué contagiando de esas emociones. Volvió a abrir los ojos cuando el animal comenzó a elevarse por segunda vez. Subió por encima de la nubes, al atravesarlas, el muchacho sintió como se le humedecía el cabello y todo a su alrededor se volvió blanco y esponjoso.

Sus manos se fueron relajando. Observó a su dragón, las alas rojas extendidas en toda su envergadura. Planeaba sobre una corriente de aire y ya no necesitaba batirlas. Naruto vió como las plumas en los extremos de éstas, vibraban. Miró la cola que Kurama usaba como timón para cambiar de dirección en el aire, el pelaje escarlata movido por la brisa.

—Eres hermoso— dijo en un susurro.

Pero soy el último— las palabras de su compañero estaban cargadas de tristeza ¿Cómo alguien pudo exterminar a criaturas tan magníficas y quedar impune?

Volando por dos horas más, el joven perdió todo temor y hasta se permitió soltar las manos e inclinarse hacia atrás. Se acostó en el lomo del dragón, mirando el cielo celeste sobre su cabeza. Deseó permanecer allí arriba por siempre, olvidándose de los problemas del mundo. Solos, él y Kurama, viajar y conocer tierras lejanas sin ninguna atadura.

La voz de Minato en su cabeza lo despertó de su ensoñación, no se dió cuenta de lo rápido que pasó el tiempo. Ya los tonos de rojo y púrpura pintaban las nubes.

Baja ya, muchacho. Debemos acampar— dijo el mayor.

Kurama descendió de nuevo trazando espirales. Esta vez, Naruto solo soltó una risa nerviosa mientras veía el suelo acercarse rápidamente. Las fuertes patas traseras del animal tocaron tierra y después las delanteras, él desató las correas en su piernas y bajó de un salto. Acarició la piel de su compañero.

—Gracias, fué maravilloso— le sonrió y Kurama, acercando el morro, lo tocó en su mejilla con la húmeda naríz.

Después de una rápida comida, Naruto comenzó a repasar palabras en el idioma antiguo. Continuó con aprender parte de las letras en el idioma común. Estaba tan aturdido con las lecciones, que cuando Minato vió que comenzaba a equivocarse una y otra vez, dejó el pergamino de lado y practicaron la esgrima hasta altas horas de la noche, recibiendo otra docena de moretones en sus brazos y costillas.

—¿Cómo te pudiste comunicar conmigo, estando yo tan alto? Hablaste en mi mente, como Kurama— le preguntó al mayor, ya acostado.

—Extiendes tu conciencia acudiendo a la magia. Tu y él lo hacen todo el tiempo, solo que no te has detenido a pensar en cómo.

—¿Cualquier mago lo puede hacer?

—Sí ¡Duerme ya!— regañó y se giró, dándole la espalda.

Esa fué su rutina de todos los días. Montar a Kurama cuando no habían aldeas cerca, cabalgar, aprender palabras en el idioma antiguo y letras en la lengua común, las peleas con varas de madera... Tres semanas pasaron y Naruto aún no era capaz de usar ningún hechizo. Minato no parecía preocupado, pero él comenzaba a dudar de su capacidad como mago.

Nunca en su vida sintió ningún tipo de magia en sí "¿Por qué la tendría ahora solo con aprender un puñado de palabras raras?" Pensó. A pesar de eso, el viaje y la compañía de Minato eran agradables. Jamás había salido de El Valle, el paisaje era diferente mientras más al Suroeste iban.

Al mediodía divisaron a lo lejos, un grupo de casas.

—Esa es Aínsa, nuestra última parada antes de cruzar el desierto— dijo Minato —Nos detendremos a buscar provisiones pero no pasaremos la noche. Creo que a estas alturas ya tu cabeza tendrá precio.

—¡¿Es en serio?!— preguntó Naruto, asustado.

—Me temo que sí, eres una amenaza para el rey— Minato sacó dos capas de la alforja que tenía a su espalda y le dió una a Naruto —No te la quites y no mires a nadie directamente a los ojos— advirtió.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora