Delante de ella, estaba el traidor despreciable que había vendido a Los Rebeldes, propiciando el asesinato de Tsunade. Lucía una túnica oscura, parecida a la de los Akatsukis, y sus manos huesudas estaban cubiertas por anillos de oro.
Su interior bullía de rabia, cada fibra de su ser deseaba la muerte de aquel mago sin moral. Ella se acercó y entonces Orochimaru notó su presencia. Hizo una mueca de desprecio y la señaló con un dedo.
—Veo que sigues viva— siseó con su voz desagradable —Tenía la esperanza de haber liberado al mundo de una criatura sucia y monstruosa como tú, con esa sangre mezclada y asquerosa.
Sakura gruñó, enseñando sus colmillos de bestia y sus ojos verdes brillaron inquietos.
—Gusano cobarde, podré no ser más que una mestiza, pero tú no vales ni el suelo fangozo que estás pisando. No tienes honor...— su voz sonaba transformada y rígida.
—¿De qué me sirve el honor, si tengo poder?— se mofó el hechicero —Y Madara me da ese poder... Una poca cosa como tú, jamás lo entendería— espetó. Entonces estiró un brazo y de adentro de su ropa emergió la cabeza de una serpiente blanca. Esta cayó delante de la pelirrosa, haciendo que retrocediera un paso, precavida —Talaf (Crece)— exclamó. El reptil aumentó de tamaño significativamente, igualando al de la chica. Ella apretó fuerte las empuñaduras de sus dagas, lista para atacar —¡Nag idhren! (¡Mordedura venenosa!)
Sakura saltó, esquivando los colmillos de la serpiente. Esta siseaba sin perderla de vista y atacaba cuando la pelirrosa menos se lo esperaba. Intentó en múltiples ocasiones acercarse al hechicero, pero el reptil se lo impedía y seguía con sus intentos de morderla.
Sasuke, viendo la escena de lejos, comenzó a luchar con desespero para deshacerse de los enemigos, sin perderla de vista. Gruñía con impotencia al ver cada vez más soldados de Madara acercarse a él. Cuando el brazo de la enorme catapulta cayó, provocando un ruido ensordecedor y llamando su atención, la pelirrosa fué alcanzada en su antebrazo por la serpiente y se arrodilló en el suelo, sujetando su herida.
—¡¡Sakura!!— gritó, temeroso de que las visiones de Hinata fueran una advertencia de la muerte de la embajadora.
Corrió hasta el lugar, deshaciéndose de cada hombre que se cruzaba en su camino, de manera cruel y sin pizca de contemplación. Al llegar, ella se volvió a poner de pie, la piel de su brazo estaba oscurecida. Rasgó la manga de su camisa, permitiéndole observar como el veneno no avanzó más allá de su codo.
—¡¿Qué significa esto?!— gruñó Orochimaru.
Sasuke, reaccionando rápido, tomó una flecha de su carcaj y atravesó la cabeza del reptil en un disparo certero y letal. El hechicero maldijo en voz alta y se dispuso a atacar de nuevo.
—¡Apártate, Sasuke! ¡Él es mi presa!— gruñó Sakura.
—¡Deberías estar muerta, maldita!
—Tengo control casi absoluto de mi cuerpo ¡¿Crees que permitiría mi muerte antes de despedazarte?! Hay muchas razones por las que luchar y seguir viva. Mis propósitos son justos y mis ambiciones compartidas. No perderé ante alguien como tú— exclamó severa —¿Quieres ver que tan bestia soy? ¿Cuánta magia poseo?— retó —Tuviste la mala suerte de cruzarte con la persona equivocada...
El principe elfo jadeó al percibir angol puro emanar de ella, el polvo a los pies de Sakura se levantaba y alejaba en hondas cuando la energía mágica hacía vibrar el suelo con cada paso que daba. Su andar se fué acelerando hasta convertirse en una pequeña carrera. Orochimaru, con sus manos temblorosas, sacó una espada y lanzó un ataque de largo alcance, justo hacia el vientre de la mujer. Sakura lo detuvo con su mano, colocando la otra en la hoja de la espada, torció su muñeca y emitiendo un gruñido, la partió en dos. El hechicero no tuvo tiempo a reaccionar, solo un momento bastó para que su pecho fuera atravesado por las garras de la chica.
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PRESAGIO (Terminada)
Fiksi PenggemarEn el principio de los tiempos, cuando no habían ni siquiera personas en esta tierra, los dragones vivían y cazaban con absoluta paz. Criaturas magníficas e increíblemente mágicas, caminaron y volaron por los mismos parajes que nosotros habitamos ah...