80. "Escabulléndose hacia lo indebido"

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Sasuke estaba impresionado de que los carneros pudiesen seguirle el paso. Claro que no iba todo lo rápido de lo que era capaz, pero el viaje hasta Aínsa era bastante largo, no podía agotarse demasiado por si eran atacados y a causa de eso, mantenían un paso de trote constante. Iban en fila sobre las pequeñas colinas verdes con rocas esparcidas aquí y allá. Habían demorado tres días en recorrer la mitad del camino y le faltaban al menos un par más para acercarse lo suficiente.

Esa noche decidieron acampar junto a una piedra enorme. Sasuke encendió un fuego para mantenerse calientes en la madrugada, Neji fué a conseguir algunas presas, mientras, Shikamaru se había llevado las botas para llenarlas de agua, en un arroyuelo cercano. Al volver, le entregó la del elfo y él la observó antes de llevarla a su boca. El carnero soltó un bufido, la arrancó de sus manos y bebió primero.

-Eso no era necesario- dijo el ernil.

-Puedo ver la desconfianza en tus ojos, elfo- contestó y se dejó caer pesadamente sobre el césped, devolviéndole el agua -Soy un guerrero honorable, el veneno es arma de mujeres y de cobardes.

-Aún no he visto a ninguna mujer hacer eso- murmuró y tiró una rama seca al fuego, haciéndolo crepitar.

-Yo sí, pero lo hacen a causa de su debilidad. Aunque creo que por ser distintas nuestras culturas, puede que las tuyas no sean capaz. Tu hermana, por ejemplo- terminó y Sasuke lo miró ceñudo.

-Claro que no, Hinata jamás le haría daño a nadie.

-Tal vez cuando el alfa la una a él, la enseñe a luchar. Estará mejor protegida- dijo, mirando de reojo su reacción. El príncipe gruñó entre dientes.

-Hinata estará mejor donde esté su familia, el rey de los elfos y yo- explicó con voz clara y concisa -Tu alfa no la merece- Shikamaru resopló una risita.

-Alardeas de tu posición, pero Kiba también tiene la suya. Junto a él, ella ya no sería una princesa, sería la omega y reina de todos los carneros- Sasuke chasqueó la lengua.

-Ned gen elei (En sus sueños)- bufó.

-No lo sé, Kiba es bastante persistente- el elfo abrió los ojos sorprendido, al notar que Shikamaru había entendido sus palabras. El carnero pareció percibir su asombro y sonrió de lado -¿Qué ocurre? ¿No somos tan ignorantes como pensabas?

-Conoces mi idioma...

-Sí, pocos de nosotros lo hacemos. No nos es útil ya que los carneros no podemos usar la magia, pero como siempre luchamos contra los elfos, lo aprendimos- explicó.

Sasuke estaba a punto de seguir la conversación cuando apareció su otro acompañante. Neji traía cuatro ardillas colgadas en sus hombros, un animalejo gordo y de pelaje negro parecido a un topo en una mano, y una bolsa en de frutas en la otra.

-Ten...- le lanzó varias manzanas -Las encontré en el camino. No comes carne, ¿verdad?

-¿Cómo sabías?

-No es un secreto para nosotros.

-Le hannon (gracias)- dijo el ernil y se dispuso a comer, mientras veía con la facilidad con que el carnero de ojos grises descueraba sus presas con un cuchillo afilado.

⌘⌘⌘

-Bebe un poco- le dijo Sakura a Hen Ithil, alcanzándole una jarra de agua. La elfa agradeció con un gesto de cabeza -Te excediste en el uso de angol.

-Todos debemos poner nuestro máximo esfuerzo en estos tiempos que corren. Esos magos están muy mal preparados- señaló y bebió.

-No van a aprender tantos hechizos en tan poco tiempo. Ni siquiera conocen bien el idioma antiguo. Solo de Karin se puede sacar algún provecho- acusó Sakura.

Habían pasado varios días entrenando con el gremio de Rovalnarû, intentando organizarlos para que fuesen eficientes en la batalla que estaba por venir y en su futura marcha hasta la capital. Aunque habían fortalecido su relación de amigas, Hinata no se había atrevido a contarle de esos sentimientos que comenzaban a surgir en su interior.

El alfa de los carneros insistía con ella cada vez que la veía. Frecuentemente se encontraban, ya que como jefe, debía asistir a las reuniones en el puesto de mando de Los Rebeldes. También al ir a visitar a su cuñado, preocupada por su estado ante ausencia de Sasuke, lo había visto. Naruto había adquirido una nueva costumbre de entrenar todo el tiempo, y quien mejor que Kiba para medir su fuerza física.

"Te sigo esperando, princesa", le decía cada vez que pasaba a su lado. Ese burdo hombre de modales toscos la tentaba de una manera muy carnal, como nunca había sentido.

Hinata conocía flashes de su destino, había tenido sueños de dos niños a su alrededor. Ambos grandes y fuertes guerreros. No sabía quien sería su compañero, pero comenzó a sospecharlo en cuanto lo vió. Sin embargo, era difícil ceder a la "conquista" del carnero. La aversión de su hermano para con ellos, las tradiciones de su pueblo, eran barreras que la sujetaban. Y aunque para ella no había diferencias entre los seres vivos, no quería causar más problemas en su familia.

Suspiró, ya acostada en el catre y mirando al techo de lana de la tienda. Estaba tan ansiosa, que por largo rato había apretado las piernas y los dedos de sus manos, ya sintiendo dolor en sus músculos. Volteó a ver a Sakura, la pelirrosa dormía tranquilamente, de espaldas a ella.

Otro suspiro más de resignación y se levantó. En silencio se colocó sus zapatos, la capa, y salió de la tienda. El campamento estaba más que tranquilo, solo sentía conversaciones lejanas de los vigilantes de las atalayas. Cubrió su cabeza con la capucha y atravesó las tiendas. Vió de lejos a Naruto, en plena madrugada seguía entrenando con la espada con un monigote de madera como contrincante.

Dejó el lugar, aprovechando las sombras entre las tiendas y se encaminó al campamento de los carneros. Sus manos temblaban de nerviosismo cuando llegó, y el vigía la interceptó con una ceja levantada.

-Necesito ver al alfa- dijo en un susurro.

-Kiba está en el río- contestó con acento tosco y ella asintió.

No tuvo caminar mucho para llegar a la única corriente de agua cercana. Allí vió la espalda del carnero, sentado en una piedra. Él había desatado sus trenzas y lavaba cuidadosamente su cabello castaño. Cuando volteó y la vió, una enorme y pícara sonrisa apareció en su cara, haciéndole notar a Hinata dos colmillos afilados en su boca.

-Sabía que no podrías resistir mucho tiempo- dijo sobrado, y ella frunció el ceño.

-No sé ni que hago aquí- protestó, molesta consigo misma.

El carnero se incorporó y Hinata, al ver que estaba desnudo, cerró los ojos con rapidez y se volteó, aún con la imagen de su miembro enorme y medio erecto balanceándose. Escuchó la risa de Kiba y luego sus pasos.

-¿Para qué te cubres, no es eso lo que viniste a buscar?- preguntó.

-Fué un error venir aquí, solo quieres yacer conmigo, y no soy mujer de esa vida- gruñó con molestia.

-Eso son cosas de elfos- dijo con voz ronca -No hay sentimiento más auténtico que el querer todo el tiempo cogerte a la mujer que te atrae. No eres una cualquiera, eso lo sé, y me hace desearte mucho más. Si viniste a buscar un hombre galante que te regale flores y te cante canciones de amor, no lo encontrarás,- Hinata sintió su mano en la cabeza y luego como retiraba su capucha para acariciar su cabello oscuro -pero sí tendrás a un guerrero fuerte capaz de morir por tí, y que te dará placer todas las malditas noches que esté a tu lado.

-Yo...- jadeó cuando el alfa deslizó los dedos por las puntas de sus orejas

-No te resistas más, princesa elfa- dijo, su voz era ronca y exigente.

Hinata volteó, para encontrarse con el amplio pecho desnudo del alfa, y luego alzó sus ojos grises, para ver su rostro, muy por encima del suyo. El cabello mojado se pegaba a su cuello y sus cuernos negros brillaban húmedos con la luz de la Luna, como una tentación demoníaca.

-Quiero...- admitió.

-Por supuesto que sí- bramó Kiba y le arrancó un grito de sorpresa cuando la cargó y trepó a su hombro, como si fuese cualquier bulto -¡Maldición, como voy a follarte!- exclamó, poniéndose en marcha hasta su tienda, sin importarle su desnudez.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora