66. "Regalos"

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Naruto miraba a su maestro sin emitir sonido, incluso dudaba de haber entendido bien sus palabras. Notó a la enorme y blanca dragona acercarse, levantó la cabeza y después de hacer varias arcadas, abrió sus fauces y en la punta de la lengua, el muchacho vió una piedra ovalada del tamaño de su mano. Brillaba como la plata pulida, pero la superficie parecía de cristal. El chico retuvo el aliento y buscó a Jiraiya con la mirada, este asintió y solo entonces, la tomó en su mano. Estaba caliente y palpitaba, la sostuvo con delicadeza y veneración.

—Yo... no sé que decir...— balbuceó, sin dejar de mirar el eldunarí —¿Por qué?

A Jiraiya no le queda mucho tiempo y yo... he vivido tantos años a su lado, que no tengo ningún objetivo ni razón, para seguir viviendo si él ya no está— habló la dragona, mirando a Naruto con uno de sus enormes ojos —Cuando nos llegue la hora, sería un desperdicio derrochar mi energía si esta te puede servir en la batalla.

—Con el eldunarí de Gama, puedes comunicarte conmigo estando lejos, y ella puede darte consejos si contactas con su pensamiento— explicó Jiraiya —Sólo te pido que nadie conozca que lo posees. El corazón de corazones sigue siendo un secreto que los amlugben debemo atesorar.

—Sí, maestro...— soltó el aire que estaba reteniendo. Kurama se acercó a olfatear la gema bajo la mirada cautelosa de los presentes.

—No demores más, Naruto. Te espera un largo viaje y grandes batallas— dijo el elfo y colocó una mano en su hombro —Fué un enorme placer entrenarte y estoy orgulloso de tí, tanto como lo estaría tu padre. Lucha con convicción y clemencia, recuerda que hay personas que no tienes más opción que sobrevivir en la servidumbre— el chico asintió levemente y limpió con su manga una lágrima que había escapado de sus ojos. Hizo un ademán de respeto y cortesía y se subió a Kurama —Navaer amlugben, pelo nalú i laiss en-Galadh Guil lín (Adiós jinete de dragón, que las hojas del árbol de tu vida, nunca invernen)

Y así vió por última vez al sabio doliente, con los ojos empañados mientras su dragón tomaba altura. Exigente, recio, pero lleno de amabilidad cuando lo necesitó.

—Adiós, maestro...— murmuró y fijó la vista al frente. Recordaría y seguiría sus enseñanzas al pie de la letra.

⌘⌘⌘

Incluso antes de que el Sol saliera y bajo una suave neblina que cubría la ciudad, Naruto avanzaba rumbo al borde de Galadh Mallen junto a esposo, y donde lo esperaban ya, el rey, Shisui, Hinata y Sakura.

Kurama aterrizó momentos antes de que llegaran. Era una triste pero esperanzada despedida, todos esperaban poder verse en un futuro y no lamentar la perdida de ningún miembro de su recién formada familia.

El príncipe elfo llevaba su acostumbrada túnica azul con una capa verde oscuro, su arco y carcaj colgaban en su espalda, junto con una gran bolsa de provisiones y su armadura plateada de batalla. La espada en su cinturón y unas botas de viaje, completaban su atuendo. Sakura había vuelto a sus acostumbrados pantalones negros y un corsé sobre una camisa de lino blanca, cubierta por una capa idéntica a la de Sasuke, sus navajas y otra bolsa de provisiones. Se apartó un poco del grupo cuando la elfa de cabellos rubios apreció, y Naruto sonrió al ver la devoción con la que se abrazaron. Su amiga había encontrado alguien especial en su vida.

Hinata lucía un vestido morado hasta los tobillos, con una ranura a cada lado, para mayor comodidad, y unas calzas negras debajo. Su habitual y elaborada diadema ahora era un anillo sencillo de plata, que rodeaba sus cienes y adornaba el cabello negro ébano, recogido en una larga trenza.

Naruto, a su vez, se había puesto una túnica rojo oscuro, sus calzas, botas y cinturón, eran negros. Sûl naur colgaba de su lado izquierdo y resaltaba por su dorada empuñadura.

—Brindaremos por nuestra victoria cuando nos volvamos a encontrar— anunció el rey de los elfos. Abrazó fuertemente a Sakura y a Sasuke, luego besó en la frente a su hermana pequeña, deseándole a todos buen viaje. Solo entonces, se paró delante de Naruto —Shisui..— llamó. El arod se acercó y le entregó un bulto que el muchacho identificó de inmediato como una silla nueva para Kurama —Este es el regalo de nuestro pueblo para tu dragón, el cuero está hechizado para que no envejezca y las correas son corredizas, así que puedes ajustarlas según vaya creciendo— explicó. Kurama se acercó y resopló en la cabeza del rey, revolviendo su cabello y demostrando su agradecimiento.

El jinete cambió la silla de su dragón por la que le había obsequiado el aran, y con reticencia dejó la que antes había fabricado Minato para él. Era una de las pocas cosas que tenía del fallecido jinete, pero el viaje hasta Tolau era demasiado largo para cargar con peso extra.

—Por favor, cuiden de ella— pidió, Itachi asintió en aceptación.

—La guardaremos en tu adabnel.

Entonces Shisui le dió otro paquete.

—Una armadura, la vas a necesitar. Itachi la encantó por sí mismo, así que dudo que pueda oxidarse o mellarse— explicó con una sonrisa que el rey imitó —Luchen con fervor...— le dijo a los cuatro viajeros —El pueblo edhil los estará apoyando desde el otro extremo de Naudôr.

Así atravesaron la muralla mágica que protegía la capital élfica, Naruto miró atrás, a la espesa neblina donde ya no había ni rastro de Galadh Mallen, y una sombra de tristeza cubrió su mirada.

—Eres más que bienvenido a volver, amlugben— señaló Hinata, al ver su expresión nostálgica.

Él asintió levemente y luego comenzaron los cuatro días que llevaría atravesar la espesura hasta la salida de Bosque Verde.
Justo al llegar a la frontera, la princesa invocó dos rochan que las llevarían hasta Suna. Aunque ella y Sakura poseían una resistencia envidiable, la inminencia de la batalla precisaba premura por su parte.

—Cuida a mi hermana, Sakura— pidió el elfo, con la vista perdida en las dunas del desierto que se veían al horizonte.

—Con mi vida— dijo seria la embajadora —Trata de no morir antes que yo— dió dos golpes amistosos en su espalda y el ernil sonrió. La abrazó, sorprendiéndola, y luego se acercó a Hinata

Harthon cened le nan lu hen, muindor (Espero verte pronto, hermano)— dijo la princesa. Sasuke abrazó a su hermana y luego acarició su cabello con dulzura.

—¿Por qué siento que no deberías salir de Bosque Verde?— murmuró con preocupación.

—Porque eres mí querido hermano, y temes por mi seguridad. Calma tu corazón ansioso, ernil, yo estaré bien, no veo muerte en mi destino— dijo sonriendo un poco para luego arreglar el broche de la capa de Sasuke —Cuida de Naruto, principalmente de tí— aconsejó seriamente y el elfo frunció el ceño.

—Jamás le haría daño— habló con convicción.

—Tienen un lazo importante ahora. Él no sabe la magnitud del juramento que hizo, pero tú sí, Sasuke— el príncipe frunció el ceño y asintió —Eres orgullo y valiente, pero no actúes por tí mismo cuando ahora tienes su vida en tus manos— volvió a abrazarlo y luego a Naruto. Entonces subió a su caballo.

—Aquí nos despedimos— exclamó el jinete y subió a su dragón. Estiró la mano para ayudar a su esposo y Sasuke se sentó justo delante de él, ató sus piernas con las correas y sujetó su cintura cuando Kurama se puso de pie.

—Nos vemos pronto— gritó Sakura desde abajo, sacudiendo su mano en el aire.

Kurama dió un salto con sus poderosas patas traseras y despegó, agitando el cabello de ambos con una ráfaga de aire y haciendo relinchar a los caballos.

—En marcha...— dijo la elfa, después de ver alejarse al dragón —Bad (Adelante)— exclamó y ambos caballos empezaron a galopar, alejándose del bosque.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora