92. "El principio del fin"

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Allí estaba, Barad Môr, la capital de Naudôr. Naruto nunca había visto algo así en su vida.

Los tejados de las casas sobresalían por encima de la muralla, de lo altos que eran. La más pequeña, debía de tener al menos tres pisos. Las tejas se veían grises a la luz de la Luna llena, contrastando con una gran y blanca muralla, que rodeaba la ciudad en forma de semicírculo, sus extremos colindando con una enorme montaña rocosa, en la cual se apoyaba la fortaleza oscura. El enorme edificio no hacía galas de su nombre, pues aún de noche, Naruto podía ver que estaba construida con la misma piedra amarillenta que componía la montaña, como si estuviese tallada en relieve. Las torres eran altas y picudas, con ventanas de cristales en tonos verduzcos.

—Sasuke está allí...— murmuró, aún montado sobre su dragón. Sintió la vibración de un ronroneo debajo de él y luego el bufido de Kurama.

Debes dejar la melancolía a un lado ahora, pequeño. Todos tus pensamientos tienen que estar enfocados en vencer, solo así podrás liberarlo y liberarnos— aconsejó el dragón.

—Querrás decir, todos— señaló el campamento a unos metros, donde Los Rebeldes se habían asentado, pero sin relajarse.

Les sorprendió mucho no ver soldados esperándolos fuera de la ciudad, incluso dentro de esta, no se veía ni un solo brillo de vela. Si no fuese por la luz de Luna, ni siquiera lograrían ver Barad Môr. Como si fuese una ciudad fantasma y amenazante, con un monstruo habitando en la fortaleza. Y no olvidar... el dragón.

—Por supuesto, pero Los Rebeldes parecen más centrados en la realidad. Tu mente flota dispersa, puedo sentirlo, tienes miedo.

—Lo tengo, casi un año esperando por este momento, decisivo para Naudôr... ¿Y si fallo?

Entonces, como dicen los elfos, devolveremos la energía que nos fué prestada a esta tierra. Y espero, que si hay otro mundo más allá de la muerte, vuelva a nacer como tu dragón— Naruto sonrió halagado y se inclinó para abrazar a Kurama, apenas abarcando un tercio de su cuello con los brazos.

—Contigo a mi lado, siento que puedo vencerlo todo. No podemos rendirnos, la vida de muchas personas dependen del resultado de esta batalla.

Se quedó otro rato observando la gran ciudad, pensando en el posible futuro que le esperaba si vencían, y sobre todo en su esposo.

¿Por qué no vas un rato con los soldados?— preguntó Kurama. Naruto bajó la vista y vió como gran parte de Los Rebeldes se reunían alrededor de una gran hoguera.

—No tengo ánimos.

Deberías, esas personas te ven como un guía. Si demuestras fuerza antes de la batalla, se sentirán seguros— señaló —Ve a distraerte un poco. Yo me quedaré aquí, vigilando.

—Tú también lo sientes, ¿verdad?— Kurama no necesitó decir nada para que Naruto notara su afirmación.

Es gigantesco, quizás del mismo tamaño que la serpiente que vigila Tolau— el joven tragó en seco y apretó su montura. Comparado con el dragón negro, Madara no parecía una amenaza.

Al fin bajó de su compañero y después de darle su habitual rascada de oreja, se dirigió a la reunión que se estaba llevando a cabo en el campamento. Los laudes y conversaciones se detuvieron cuando el jinete entró al círculo de personas, pero hizo un gesto con la mano y estos siguieron con su tertulia. No podía culparlos, los jinetes siempre fueron respetados como grandes guerreros. Al principio, cuando llegó al campamento Rebelde, no creía merecer tal honor, pero después de luchar y sacrificar su vida por ellos... simplemente terminó acostumbrándose, y ya no le molestaba tanto. Aunque también veía temor en sus ojos. Su ataque de locura contra los rehenes enemigos, la manera en la que quemó su piel y grabó el árbol en su espalda...

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora